Acuerdos

En la reciente Cumbre de las Am¨¦ricas de Lima, Mauricio Macri, presidente argentino, dijo: "el caso de Venezuela demuestra hasta qu¨¦ punto nos puede llevar un proceso de corrupci¨®n descontrolado". Nicol¨¢s Maduro, excluido del encuentro, respondi¨®: "Les dar¨¦ una lecci¨®n a los peleles del imperialismo: Macri, Temer y Santos. Saldr¨¢n derrotados". El tema central de la cumbre fue Gobernabilidad democr¨¢tica frente a la corrupci¨®n. Raro, si se piensa que muchos de quienes asistieron est¨¢n rozados por la corrupci¨®n que cuestionan (lo que recuerda la comedia c¨ªnica de los senadores gringos interrogando a Mark Zuckerberg por haber facilitado datos de usuarios a una empresa que, a su vez, los us¨® para manipular votos en beneficio del partido de muchos de quienes, indignados, interpelaban al CEO de Facebook). Pero lo que importa es Luis Alberto. Fui al supermercado chino y encontr¨¦ un empleado nuevo con una impericia tal para cortar el fiambre que tem¨ª que se amputara. Entend¨ª pronto su inhabilidad: es t¨¦cnico inform¨¢tico. Venezolano. En Caracas ten¨ªa un salario bueno (cinco d¨®lares al mes), pero en su pa¨ªs no hay nada -ni comida, ni medicinas, ni dinero para comprar lo que no hay-, y se fue. Lleg¨® a Buenos Aires en bus. Su esposa qued¨® all¨¢. Luis Alberto vive en una pieza ¨ªnfima, tiene las manos destrozadas por la fiambrera y la lej¨ªa, la espalda hecha polvo por levantar cajas. En los t¨²neles del metro, donde hay wifi gratis, se queda largo rato enviando curr¨ªculums por ver si consigue una vida similar a la que tuvo. El viernes estaba contento: hab¨ªa reunido dinero para el pasaje de su mujer. El lunes los precios dieron un salto y se qued¨® de nuevo sin esposa. Lo bueno es que los pol¨ªticos -los que fueron a la cumbre y los que no- parecen, esta vez, de acuerdo en algo: no hay, para los venezolanos, una vida posible. En ninguna parte.