Un susto tan grande como el Ritz

Imag¨ªnese la situaci¨®n: me estoy tomando una copa con Alina Gurdiel, espa?ola, amiga y sin embargo responsable de prensa, en el bar Hemingway del Ritz, en la plaza Vend?me, en Par¨ªs. Es 9 de enero de 2018. Estoy saboreando un vaso de vodka helado cuando la camarera se pone a gritar: ¡°?Salgan! ?TODOS FUERA!¡±. No tiene el tono de alguien que bromea. Ha gritado realmente lo m¨¢s fuerte que ha podido antes de atravesar corriendo el bar. Aunque la clientela se compone sobre todo de americanos que hablan a gritos, de repente, se hace el silencio. Tres encapuchados vestidos de negro y armados irrumpen en el bar. Se mueven muy r¨¢pido y, sin embargo, en mi recuerdo caminan al ralent¨ª. No se oye ni un ruido aparte de la playlist navide?a que sale de los altavoces: White Christmas, por Bing Crosby.

¡°I¡¯m dreaming of a white Christmaaas, Just like the ones I used to knoooow¡­¡±

Una vez encerrados con llave en el WC de se?oras, le sugiero a Alina que no se quede tras la puerta: una bala perdida llega r¨¢pido. Entonces, o¨ªmos el crepitar. Como petardos en una verbena

Unos 15 clientes del bar se han tumbado en el suelo, parapetados detr¨¢s del mostrador o bajo las mesas; otra docena ha desaparecido por los pasillos del palacio. Yo, personalmente, he salido pitando como un conejo, antes de dar media vuelta para volver en busca de Alina, que no puede correr por culpa de sus tacones.

Escapamos al ¨²nico lugar seguro del que conozco el camino: las letrinas de la planta de abajo. Creo que nunca nadie ha encontrado tan r¨¢pido los servicios, ni Kate Moss en la fashion week. Una vez encerrados con llave en el WC de se?oras, le sugiero a Alina que no se quede tras la puerta: una bala perdida llega r¨¢pido. Entonces, o¨ªmos el crepitar. Como petardos en una verbena.

Es una sensaci¨®n extra?a o¨ªr de verdad el ruido de las pipas que acostumbramos a escuchar en el cine. Alina se coge la cabeza con las manos. Para nosotros, estos disparos son clientes del hotel masacrados como en Bataclan. La playlist ha pasado a Let it snow, por Frank Sinatra. El contraste entre esta canci¨®n pac¨ªfica y las detonaciones de las pipas dan la impresi¨®n de estar dentro de una pel¨ªcula de Tarantino.

¡°Oh the weather outside is frightful¡± PAN PAN PAN

¡°But the fire is sooo delightful¡± PAN PAN

¡°Since we¡¯ve no place to go¡± PAN PAN PAN PAN

¡°Let it snow, let it snow, let it snow¡± PAN PAN.

No s¨¦ cu¨¢nto tiempo estuvimos all¨ª abajo. ?Un cuarto de hora? ?Veinte minutos? Nos sentamos en el suelo y no hablamos demasiado. Esper¨¢bamos noticias. Entonces, Alina recibi¨® un mensaje de su marido: ¡°He hablado con la oficina del prefecto. Era un robo a mano armada. Ya ha terminado, los han detenido¡±.

Subimos al bar, esquivando restos de vasos, viendo ventanas rotas y a un hombre atendido en el suelo en la entrada de la calle Cambon. En el exterior la v¨ªa estaba cortada. Hab¨ªa c¨¢maras al otro lado de las vallas de seguridad. La puerta del bar estaba destrozada a hachazos.

Lo mejor que pod¨ªamos hacer era terminar las copas. Mi Moscow Mule me supo muy picante. Le dije a la camarera: ¡°?Vuestro c¨®ctel tiene demasiada pimienta!¡±. Los supervivientes rieron, pensando que bromeaba. Pero la camarera me sonri¨®: ¡°A nuestro bartender nunca le sale mal un c¨®ctel. Eso que le pica, caballero, son los gases lacrim¨®genos¡±.