Despose¨ªdos: los agricultores se mueren de hambre
Del 3 al 13 de mayo se celebra el XV festival internacional DocumentaMadrid
Madrid acoge a principios de mayo una nueva edici¨®n del festival internacional DocumentaMadrid organizado por el Ayuntamiento de la ciudad. Por primera vez este a?o se ha programado el ciclo Natura en vilo, que busca explorar la relaci¨®n del ser humano con la naturaleza. Una de las pel¨ªculas de este ciclo, Les D¨¦poss¨¦d¨¦s (Los Despose¨ªdos) muestra con la imagen y tambi¨¦n con la palabra c¨®mo esta relaci¨®n ¨Cnosotros y la Tierra- es malsana, abusiva y peligrosa para el futuro de todos. Uno de los entrevistados, un agricultor retirado, alerta de que antes la ve¨ªamos como una aliada pero ahora la tratamos como a una sirvienta.
Tres horas dura el documental, dirigido por el cineasta de Montr¨¦al Mathieu Roy, en el que se retratan escenas diarias del trabajo de peque?os campesinos en ?frica, India, Canad¨¢, Francia, Suiza y Brasil, e intercala entre episodios entrevistas a expertos, ya sean de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), agricultores en activo y retirados, economistas especializados en agricultura o periodistas.
La pel¨ªcula se abre con una larga secuencia donde vemos a una mujer en alg¨²n lugar de ?frica acarreando agua con una regadera como buenamente puede para mantener su parcela. Al fondo del plano un hombre trabaja la tierra. La secuencia resulta cansina. M¨¢s cansino debe de ser para ella, que debe armarse no s¨®lo de una regadera sino tambi¨¦n de paciencia, de santa paciencia. Ni riego por aspersi¨®n, ni agua corriente, ni ninguno de los beneficios que la tecnolog¨ªa permite hoy en d¨ªa aplicar al cultivo del campo.
Ni voz en off, ni subt¨ªtulos, ni informaci¨®n de contexto ni m¨²sica para crear ambiente. El documental nos muestra la realidad tal cual la ver¨ªa nuestro ojo al desnudo. No sabemos d¨®nde estamos ni qui¨¦nes son ese agricultor al fondo ni esa mujer que se dedica a llenar una regadora con agua y cuando ya est¨¢ llena, la desplaza hasta el campo. Tampoco se nos presenta ni se nos traduce lo que dicen un grupo de mujeres que cocinan en grupo alrededor de una olla instalada sobre una hoguera en el suelo. La escena se sit¨²a delante de una construcci¨®n de adobe, que debe de hacer las veces de vivienda unifamiliar.
De repente, cuando ya nos hemos instalado mentalmente en el ?frica negra y estamos cubiertos de polvo, de sudor y de preocupaci¨®n por las condiciones de vida de nuestros cong¨¦neres, el director nos traslada sin transici¨®n a la sede de la OMC en Ginebra. Y del polvo y del calor sofocante y de las condiciones de vida m¨¢s que precarias, pasamos a la maravillosa azotea en el cuarto piso del despampanante edificio de la OMC, una bonita terraza amueblada con sillas y mesas de exterior, un espacio id¨ªlico para refrigerarse y poder hacerlo adem¨¢s con vistas espectaculares sobre el lago Leman.
La obra juega con estos contrastes visuales entre el Norte rico y el Sur pobre para denunciar injusticias que no son tan evidentes a simple vista. Despose¨ªdos acusa al Norte rico de imponer las reglas de juego del comercio de los productos agr¨ªcolas, reglas claramente beneficiosas para los labradores del Norte (quienes reciben subsidios de sus pa¨ªses y por lo tanto pueden vender m¨¢s barato) y claramente perniciosas para los del Sur, que deben competir (en desigualdad de condiciones) con sus colegas de los pa¨ªses ricos puesto que encima el Norte cierra sus fronteras a los productos extranjeros e inunda el Sur con sus excedentes. Y por parad¨®jico que pueda parecer, el pobre agricultor pobre se muere de hambre.
El paisaje humano que se nos retrata en la India no es s¨®lo el propio de la miseria y de la pobreza sino que va m¨¢s lejos a¨²n en la tragedia. La India est¨¢ sufriendo una oleada de suicidios entre los agricultores de una dimensi¨®n jam¨¢s conocida en su historia reciente. En el 2014 Planeta Futuro public¨® que m¨¢s de 270.000 se hab¨ªan quitado la vida en el pa¨ªs desde el a?o 1990. Y los que siguen en vida arrastran deudas, emigran a la ciudad donde son explotados en f¨¢bricas textiles o en la construcci¨®n de viviendas cuando no son obligados a la prostituci¨®n. Aunque de otra dimensi¨®n y en otro contexto, en Francia el sector de la agricultura tiene la tasa de suicidios m¨¢s alta en comparaci¨®n con los otros sectores econ¨®micos. Entre 2007 y 2009 se quitaron la vida 161 agricultores franceses, uno cada dos d¨ªas. Y hoy en d¨ªa a¨²n se mantienen las mismas cifras: un suicidio cada dos d¨ªas.
Es un nuevo tipo de colonialismo: independientes sobre el papel, dependientes y moribundos en la realidad del d¨ªa a d¨ªa
Un grupo de campesinos es entrevistado por un periodista indio, todos endeudados hasta las cejas, todos a merced de las cosechas que un a?o dan para malvivir y al otro ni para sobrevivir. De repente alguien muestra al periodista y a la c¨¢mara dos retratos, el de un hombre y el de una mujer. Nadie lo expresa de manera abierta pero todo el mundo comprende que se suicidaron. ¡°Pagaron la deuda con su vida¡±, dice una mujer, por si a alguien todav¨ªa le asalta la duda.
Otro especialista indio en la materia se?ala con el dedo acusador al Norte que a trav¨¦s de la ONU y la OMC aconsej¨® durante decenios a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo abandonar los cultivos tradicionales, puesto que los EEUU y Canad¨¢ produc¨ªan suficiente comida para abastecer todos los graneros del planeta. Esos sabios del Norte aconsejaron a estos pa¨ªses pobres que se pusieran a cultivar una mercanc¨ªa b¨¢sica como el caf¨¦ o la vainilla, algo que tuviera valor de cambio en el mercado internacional. La receta perfecta para escapar a la pobreza. El problema es que no tuvieron en cuenta la alta volatilidad de estos productos.
El experto relata c¨®mo en el mundo entero muchos agricultores se pasaron en un santiam¨¦n a la vainilla, lo que les report¨® grandes cosechas y ganancias en un principio, pero al poco se encontraron arruinados al desplomarse el precio puesto que el mercado se vio invadido de toneladas y toneladas de vainilla. Es un nuevo tipo de colonialismo, aclara un agricultor indio. Independientes sobre el papel y en apariencia. Dependientes y moribundos en la realidad del d¨ªa a d¨ªa.
Por un lado, pues, los peque?os agricultores en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo se mueren de hambre y el desespero les lleva en algunos casos al suicidio. Por otro, Despose¨ªdos denuncia la situaci¨®n tambi¨¦n desesperada de la tierra que trabajan. Un agricultor suizo cuenta c¨®mo descubri¨® que estaba en realidad intoxic¨¢ndola al usar pesticidas y dem¨¢s fertilizantes qu¨ªmicos, labr¨¢ndola tal como le hab¨ªan ense?ado tras siete a?os de estudios superiores.
El agricultor que confiesa y se arrepiente explica que ¨¦l, como muchos otros, se dej¨® tentar en su momento por los productos qu¨ªmicos al ser una promesa de que podr¨ªa aumentar su producci¨®n de manera significativa. Y la promesa se hizo realidad. ?Pero qu¨¦ precio pag¨® a cambio? Descubri¨® que no s¨®lo estaba da?ando la tierra sino tambi¨¦n a quienes com¨ªan sus frutos. Seg¨²n ¨¦l, los c¨¢nceres que proliferan en nuestros pa¨ªses tienen mucho que ver con estos suelos explotados y maltratados.
Otro entrevistado achaca tambi¨¦n al uso de productos qu¨ªmicos la p¨¦rdida de fertilidad del suelo en la India y seg¨²n ¨¦l, ?frica es el ¨²ltimo lugar en el planeta donde la tierra no est¨¢ tan contaminada y de ah¨ª la carrera de las grandes corporaciones de China e India por agenciarse con un pedazo de cultivo africano. Por casi nada est¨¢n comprando tierra africana y desposeyendo a tribus de sus tierras ancestrales impunemente, por ejemplo, en Etiop¨ªa. Mucha injusticia alimentaria entre una cosa y la otra.
Un viejo agricultor suizo pone el colof¨®n al relato de los despose¨ªdos. Frente a la c¨¢mara se pregunta: ?Qu¨¦ pensar de estos hombres pol¨ªticos, sentados en sus despachos, que toman decisiones sobre la agricultura y que empujan a los campesinos hasta el m¨¢ximo desespero, a quitarse la vida, emigrar, alejarse de su familias? ?No deber¨ªan estas personas ir a la c¨¢rcel por no asistir a personas en situaci¨®n de peligro, por crear situaciones de peligro y por destrozar el tejido social?
En todo caso, nosotros, los consumidores del Norte tenemos un rol a desempe?ar mientras esperamos que alguien ponga orden a escala planetaria. Podemos y debemos actuar a peque?a escala contra esta injusticia alimentaria: podemos votar, podemos presionar a nuestros pol¨ªticos electos, podemos sumarnos a campa?as de sensibilizaci¨®n y de denuncia, podemos exigir que se proh¨ªban los productos qu¨ªmicos nocivos para la tierra, y podemos comprar productos ecol¨®gicos y de comercio justo, que garantizan que los productores reciben un precio justo.
Los Despose¨ªdos se exhibir¨¢ el viernes 11 de mayo a las 18 h. en el Centro Cultural Casa del Reloj
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