Lady Gaga, una d¨¦cada en constante transformaci¨®n
La evoluci¨®n est¨¦tica y la virtud camale¨®nica han acompa?ado a la artista en cada una de sus apariciones p¨²blicas y, c¨®mo no, en su vida personal
Un icono del pop se construye a base de excesos y una diva, con un magn¨ªfico vestidor. Diez a?os de carrera, y cinco discos despu¨¦s, el imaginario est¨¦tico de Lady Gaga es como una gran ¨®pera. Y, en ella, no han faltado ni el vestuario fastuoso, ni la s¨²per producci¨®n musical; tampoco las escenograf¨ªas exuberantes o los personajes opulentos. La vida entera y sus circunstancias han sido el tema principal que ha dominado su constante transformaci¨®n en lo musical, lo personal y lo est¨¦tico.
El nombre real bajo el que se refugia Gaga, Stefani Joanne Angelina Germanotta (Nueva York, 1986), cada vez va ganando protagonismo sobre el personaje tan excesivo e hilarante que se present¨® ante el mundo con The fame (2008): un LP en cuya car¨¢tula se pod¨ªa ver la cara de la cantante con un gran flequillo rubio y unas maxi gafas negras, en las que la pedrer¨ªa dominaba una de las lentes. Algo muy distinto ide¨® para la portada de su ¨²ltimo trabajo, Joanne (2016), donde se la pod¨ªa ver de perfil, casi sin maquillaje y luciendo un chambergo rosa palo. Como muestra de esta evoluci¨®n naci¨® el documental biogr¨¢fico, Five Foot Two (Netflix), una?pieza audiovisual en la que Lady Gaga se abre en canal para demostrar que la verdad, o la escenificaci¨®n de ella, es todo un g¨¦nero en s¨ª mismo.
El rompecabezas est¨¦tico que caracteriza a la artista es absolutamente jugoso. Pero no hay que olvidar que todo este universo, en el que establecen una conversaci¨®n guionizada moda, maquillajes arquitect¨®nicos y estilismos capilares desafiantes, tuvo su germen en Haus of Gaga: el equipo creativo con el que la artista ha desarrollado su puesta en escena desde 2009. A la cabeza de este think tank estuvo Nicola Formichetti hasta 2012. Fue entonces cuando Brandon Maxwell, antiguo asistente de Formichetti, tom¨® el relevo y se convirti¨® en el responsable de que la artista haya cambiado extravagancia por elegancia. La est¨¦tica teatral y excesiva propia de Broadway (c¨®mo olvidar sus alocadas pelucas o sus plataformas sin tac¨®n) ha dejado paso a looks dignos de Elizabeth Taylor o Joan Collins gracias a sus nuevos fetiches: los trajes de dos piezas, los vestidos de corte sirena, los sombreros de ala ancha, las gafas de sol negras, los?jeans e, incluso, el calzado plano.
La amplitud de miras no solo ha colonizado el estilo de Mother of Monsters ¨Csobrenombre autoimpuesto con el que defiende que la rareza deber¨ªa ser una virtud¨C , sino tambi¨¦n a los pianos que toca en sus actuaciones. Para la memoria queda el que comparti¨® con Sir Elton John?en los Grammy de 2010 decorado con brazos y manos en forma de garra. El que ten¨ªa forma de zapato de tac¨®n que us¨® en su aparici¨®n en el programa de Oprah en 2011. O?el m¨¢s reciente: uno de cola blanco con plumas y unas grandes alas del mismo color con el que cant¨® el tema Joanne en los Grammy de este a?o.
Referentes est¨¦ticos, referentes vitales
Si hay algo que se le puede reconocer a Gaga es su olfato para las referencias art¨ªsticas. Entre ellas, est¨¢n ese vestido de carne tomado como inspiraci¨®n de la artista Jana Sterbak o el universo?de la francesa Orlan (quien ha cursado una demanda contra la cantante por plagio a prop¨®sito del v¨ªdeo de Born this way). Pero tambi¨¦n la maestr¨ªa de la inigualable Isabella Blow, la imaginer¨ªa outsider de Alexander McQueen (es fan¨¢tica de los ic¨®nicos zapatos armadillo) o la ex¨®tica elegancia de los tocados de Philip Tracey. C¨®mo no mencionar al escritor Rainer Maria Rilke al que ha convertido en su banco de sangre espiritual y que parece haberla guiado hasta el encuentro consigo misma. Un acontecimiento fruct¨ªfero, tal y como confes¨® en su documental: ¡°El mundo no estaba preparado para ver quien soy en realidad porque yo no estaba lista para ser yo misma¡±.
La est¨¦tica de Lady Gaga ha dejado de ser una caricatura para convertirse en una realidad que milita en el bando de las divas de Hollywood. Esas, cuyo vestidor es una cuesti¨®n de estado y que ante los focos debe defenderse con poder¨ªo. Pero que, al apagarse las luces, lo ¨²nico importante es enfundarse en unos vaqueros y unas botas para sentirse de nuevo una mujer aut¨¦ntica y real.
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