Los hombres no tienen miedo
Al leer la sentencia de La Manada vemos que el concepto de violencia expresa la experiencia masculina, no la nuestra
Encontrar nuevas palabras y crear otros m¨¦todos fue la exhortaci¨®n de Virginia Woolf en su anhelo de libertad para justificar y narrar la realidad de otra manera. No es casual que fuera una escritora la que llamara la atenci¨®n sobre el rol crucial de las palabras en la construcci¨®n del mundo; percibimos los problemas a trav¨¦s de ellas y aceptamos las implicaciones de asignar significados a las cosas. Con las palabras exploramos la realidad pero tambi¨¦n producimos sentido.
En el caso del aborto, por ejemplo, no es lo mismo hablar de salud sexual y reproductiva que de proteger al no nacido y a la mujer embarazada. En uno se forja p¨²blicamente un problema que interpela a hombres y mujeres teniendo como horizonte ¨¦tico la preservaci¨®n de relaciones igualitarias entre ellos. En el otro, se trata de proteger al no nacido y a la mujer definida como madre antes que como un ser aut¨®nomo con capacidad de decisi¨®n. La disyuntiva es clara: se puede proyectar una mirada penal sobre el aborto, o bien detenerse en las condiciones que hacen que una vida sea digna de ser vivida.
Es la historia del feminismo: la toma de conciencia de que las categor¨ªas no encajan de una manera natural en el mundo. Definir los problemas, representarlos e introducirlos en la agenda p¨²blica bajo los t¨¦rminos adecuados forma parte de la disputa pol¨ªtica. Lo estamos viendo al leer la sentencia de La Manada: el concepto de violencia expresa la experiencia masculina, no la nuestra.
?Cu¨¢ntos hombres sienten miedo al ser recogidos por una mujer cuando hacen autostop? No es un hecho social reconocido que ante esa circunstancia ellos puedan temer ser violados; simplemente no viven bajo la amenaza de un ataque sobre sus cuerpos que desgasta sin parar sus energ¨ªas, su libertad y su dignidad. Esta es la percepci¨®n de las mujeres sobre su significado. Curiosamente, cuando la violencia se produce contra el Estado ¡ªque ni siente ni padece¡ª, la sem¨¢ntica de su concepto se expande ostentosamente; cuando se ejerce contra una mujer se restringe al m¨ªnimo. Como dir¨ªa Carol Gilligan, no me reconozco en este debate, no son ni mis preguntas ni mis percepciones. No encuentro mi voz. @MariamMartinezB
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.