Europeos en Washington
EE UU es todav¨ªa la ¨²nica superpotencia, sin parang¨®n econ¨®mico, militar o tecnol¨®gico
La visita a Washington, la misma semana, de los dos l¨ªderes europeos m¨¢s importantes, Macron y Merkel, tiene un claro significado para Europa y para la relaci¨®n transatl¨¢ntica. Nos va mucho en la relaci¨®n con EE?UU, a pesar de Trump. Los presidentes pasan y las naciones contin¨²an. Cuando contemplamos desde esta orilla el caos provocado por el presidente m¨¢s imprevisible de la Am¨¦rica contempor¨¢nea, podemos sucumbir a la tentaci¨®n de creer que no se nos ha perdido nada en el pa¨ªs de Trump. Es un error.
En mundo cada vez m¨¢s peligroso, donde deslumbra el modelo iliberal autoritario de los dirigentes fuertes, Estados Unidos es necesario. No ya una naci¨®n indispensable, pero tampoco prescindible. A pesar de que vivimos una transici¨®n hacia un mundo con varios polos, EE?UU es todav¨ªa la ¨²nica superpotencia, sin parang¨®n militar, econ¨®mico, tecnol¨®gico o cient¨ªfico.
El osado presidente de Francia se dio cuenta de la oportunidad que le ofrec¨ªa la llegada de Trump para consolidar su liderazgo europeo e incrementar peso geopol¨ªtico recuperando la grandeur. Se ha calzado los zapatos de De Gaulle. Entendi¨® que ganarse al espasm¨®dico Trump ser¨ªa un buen negocio. Con inteligencia, ha conseguido la primera visita de Estado a Washington confirmando que es el primer interlocutor europeo de Estados Unidos, sustituyendo a Merkel.
La canciller, a la que Trump detesta, gir¨® ayer una visita de trabajo a Washington. Con Alemania encogida internacionalmente, el suyo ya no es el ¨²nico tel¨¦fono para conectar con Europa. Trump ni siquiera tiene aun embajador en Berl¨ªn.
Como Trump, Macron es un intruso, no le deben nada a lo establecido. Diezm¨® a los partidos cl¨¢sicos, desideologizando el combate pol¨ªtico. Y el presidente americano ha abducido al Partido Republicano sac¨¢ndolo de su centralidad conservadora. Dos revolucionarios a su manera. El problema para el presidente que susurra a Trump, es la dificultad de compaginar el papel de ser su ant¨ªtesis y a la vez su principal aliado, escribe Der Spiegel.
Para Macron, EE?UU es ¡°el jugador de ¨²ltima instancia para la paz¡±. El paraguas de seguridad de EE?UU todav¨ªa est¨¢ abierto, aunque a un coste que Trump considera excesivo. Como explicarse, si no fuera as¨ª, la implicaci¨®n de Washington a 14.000 kil¨®metros de sus costas en el intento de desnuclearizaci¨®n de Corea del Norte, o los 28.000 soldados estadounidenses en Corea del Sur.
Macron, tras bailar el rigod¨®n con Trump, propin¨® una enmienda a la totalidad de sus pol¨ªticas en su atrevido discurso ante el Congreso, condenando el aislamiento, el nacionalismo y la ceguera sobre el cambio clim¨¢tico. Trat¨® de disuadir al presidente de tirar por la borda el acuerdo nuclear con Ir¨¢n, proponiendo ampliarlo a los misiles bal¨ªsticos de Teher¨¢n, y sobre todo a la contenci¨®n de la alarmante presencia iran¨ª en Siria, Irak, L¨ªbano y Yemen. Macron regresa a Par¨ªs pensando que no lo ha logrado y que Trump es prisionero de sus compromisos dom¨¦sticos. Mal pr¨®logo para que Kim se f¨ªe de Trump y acuerden la desnuclearizaci¨®n de la pen¨ªnsula coreana. Macron y Merkel aciertan intentando atemperar a Trump.
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