Queremos denunciadores, no h¨¦roes

Hay pr¨®fugos de la justicia y hay pr¨®fugos de la injusticia. En esta segunda categor¨ªa se podr¨ªa encuadrar a muchos de esos ciudadanos corajudos que denuncian los delitos de los que son testigos y, a partir de ah¨ª, ven c¨®mo se les ha arruinado la vida. No es necesario picar muy alto, denunciar, por ejemplo, los bombardeos americanos en Irak contra poblaci¨®n civil, para sufrir grav¨ªsimas consecuencias como las de la soldado transg¨¦nero Chelsea Manning, encarcelada durante siete a?os en condiciones inhumanas. Hay cientos de personas desconocidas en todo el mundo que pagaron o siguen pagando la osad¨ªa de denunciar a sus empresas o a un grupo delictivo.

EL PA?S relataba recientemente el caso de un testigo protegido que denunci¨® c¨®mo funcionaban algunos clubes de Tolo Cursach, el mafioso rey de la noche mallorquina en cuyos clubes se mercadeaba con mujeres con la connivencia de las autoridades. Hoy, Cursach est¨¢ en libertad tras pagar un mill¨®n de euros de fianza, mientras que el denunciante vive atemorizado, sufre amenazas y ha tenido que dejar la isla. Si hubiera sabido el calvario que le esperaba, dice, se habr¨ªa callado. La supuesta protecci¨®n judicial que le otorga la ley, opina, no sirve para nada.

El caso de los denunciadores ¡ªwhistleblowers en ingl¨¦s¡ª es una de esas realidades que ponen el espejo a las contradicciones del sistema. El italofranc¨¦s Herv¨¦ Falciani destap¨® hace casi una d¨¦cada miles de cuentas en el banco suizo HSBC opacas al fisco. Refugiado en Espa?a, su colaboraci¨®n supuso una importante inyecci¨®n de dinero para Italia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Espa?a. En este pa¨ªs, Hacienda recaud¨® unos 300 millones de euros extras gracias a la lista que entreg¨® con 659 contribuyentes que elud¨ªan sus impuestos. Hoy est¨¢ en libertad provisional, reclamado por la justicia suiza, que le acusa de haber violado el sacrosanto secreto bancario.

Los Gobiernos y los mafiosos no son los ¨²nicos que persiguen a estos denunciadores. Grandes y peque?as empresas inmersas en actividades corruptas, como el trucaje de los sistemas de detecci¨®n de gases de sus veh¨ªculos, intentan acallarlos por todos los medios. El Parlamento Europeo lleva tiempo pidiendo medidas de protecci¨®n para ellos porque, dicen, sus soplos ahorran o ayudan a recaudar miles de millones de euros en toda la Uni¨®n Europea. Recu¨¦rdese el caso de LuxLeaks, que dej¨® al descubierto c¨®mo en Luxemburgo hasta 350 empresas estaban exoneradas de impuestos o pagaban un m¨¢ximo del 1% de sus ingresos. Sus denunciadores fueron condenados; eso s¨ª, a una pena leve.

La Comisi¨®n Europea ha presentado esta semana una propuesta de directiva para proteger a los denunciadores. Prohibir¨¢ las represalias en cualquiera de sus formas (despidos, degradaciones, intimidaci¨®n...) y ofrecer¨¢ una protecci¨®n efectiva, incluida ayuda econ¨®mica si fuera necesaria. La tramitaci¨®n ser¨¢ lenta y las elecciones europeas del pr¨®ximo a?o quiz¨¢ obliguen a aplazar una norma muy necesaria. Frente a un mundo globalizado y los grandes conglomerados, las leyes son esenciales, pero los denunciadores, tambi¨¦n. Lo que no es de recibo es que un ciudadano tenga que convertirse en un arriesgado h¨¦roe para denunciar un delito.