La corrosi¨®n moral y el precio de mentir en pol¨ªtica
A diferencia de lo que ocurre en Espa?a, en Reino Unido la mentira se paga con el cese o la dimisi¨®n inmediata
![Amber Rudd, ministra de Interior que ha dimitido por mentir.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VVTGHUUHCEGWRZY4GQBMLFR7C4.jpg?auth=db15eb9dcdc35719f1d638b70e94a54c6baab2dce72b2d5c61de5670c0c660cd&width=414)
La mentira y el enga?o no cotizan igual en todos los sistemas pol¨ªticos. En el espa?ol la verdad est¨¢ tan devaluada que algunos pol¨ªticos pueden mentir sin esperar graves consecuencias a diferencia de otros pa¨ªses, donde ser cogido en flagrante enga?o es motivo de cese o dimisi¨®n inmediata. Lo acabamos de ver en Reino Unido. La ministra de Interior, Amber Rudd, acaba de dimitir por haber mentido. Rudd hab¨ªa negado en sede parlamentaria que tuviera un objetivo concreto de deportaciones de inmigrantes irregulares, pero el diario The Guardianpublic¨® una carta firmada por ella misma, en la que informaba a la primera ministra Theresa May de que se propon¨ªa incrementar las deportaciones en un 10%, hasta 12.800 al a?o.
Son ya tres los miembros del gabinete de Theresa May los que han renunciado desde noviembre pasado por mentir. Damian Green dimiti¨® como viceprimer ministro por hacer ¡°declaraciones inexactas y enga?osas¡± sobre cierto material pornogr¨¢fico encontrado en su ordenador de la C¨¢mara de los Comunes en 2008. Y antes, Priti Patel, ministra de Cooperaci¨®n Internacional, ces¨® por haber presentado como vacaciones familiares un viaje en el que tuvo un encuentro secreto con altos cargos del Gobierno israel¨ª.
Mentir tiene un precio pol¨ªtico en Reino Unido. En Espa?a, en cambio, la mentira forma parte de lo que est¨¢ permitido y hasta justificado en la lucha partidista. Todos sab¨ªan que Cristina Cifuentes hab¨ªa mentido sobre su m¨¢ster y, sin embargo, toda la dirigencia del PP, puesta en pie, se permiti¨® dedicarle una larga ovaci¨®n retransmitida por televisi¨®n a modo de desaf¨ªo a quienes ped¨ªan su dimisi¨®n. El aplomo con el que Cifuentes se dirigi¨® a la c¨¢mara auton¨®mica negando lo que era una evidencia palmaria est¨¢ en las ant¨ªpodas de lo que hemos visto en el Parlamento brit¨¢nico. Pero fue un v¨ªdeo ignominioso, filtrado tambi¨¦n de forma ignominiosa, y no la mentira, lo que acab¨® con su carrera.
Cuando la verdad no tiene valor, nada tiene valor. La aceptaci¨®n de la mentira en pol¨ªtica implica un grado de corrosi¨®n moral que repercute sobre todo lo dem¨¢s. Es el cultivo en el que germinan todo tipo de corrupciones, de la m¨¢s peque?a a la m¨¢s grande. En todas ellas hay mentira y enga?o. Y este comportamiento solo se puede sostener en el tiempo si se hace un ejercicio c¨ªnico de la pol¨ªtica: yo s¨¦ que t¨² sabes que te estoy enga?ando, pero conf¨ªo en que me seguir¨¢s votando porque eres de los nuestros.
Los cuatro presidentes del PP en la comunidad de Madrid est¨¢n ¡°tocados¡± por la corrupci¨®n. Ahora, el partido busca un candidato limpio y parece que le cuesta encontrarlo. Como sostiene la fil¨®sofa Victoria Camps, el poder desgasta la virtud y por eso es precisa una vigilancia activa de la ciudadan¨ªa. Pero cuando la principal mentira consiste en presentarse como honesto y adalid de la lucha contra la corrupci¨®n, entonces lo que se desgasta es la propia democracia, porque a la ciudadan¨ªa le cuesta distinguir qui¨¦n es sincero y qui¨¦n no. Este comportamiento alimenta la idea de que todo vale en pol¨ªtica y que ning¨²n pol¨ªtico es fiable, cuando no es cierto: ni todos mienten, ni todos son igual. En la misma c¨¢mara en la que Cifuentes exhib¨ªa con tremenda osad¨ªa el arte de la simulaci¨®n, hay l¨ªderes que han hecho de la decencia una bandera personal y pol¨ªtica. Pero entre tanta mentira, cuesta reconocerlos.
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