El 68 visto a los 70
Las agitaciones del 68 no transformaron el mundo, sino que fueron el s¨ªntoma indudable de que el mundo ya hab¨ªa cambiado. Desatascaron lo r¨ªgido y autoritario que frenaba una mutaci¨®n social, tecnol¨®gica y econ¨®mica de escala casi planetaria
¡°Mujeres y hombres que no est¨¢n comprometidos con ning¨²n bando, con nada salvo con tratar de vivir, han quitado adoquines y arado la tierra de abajo. Cultivan debajo de cambiantes ruinas combatiendo cosas infernales y sue?os salvajes. Han construido escuelas en salitas de estar para sus cr¨ªos, en pueblecillos de una o dos calles. Han mantenido las barricadas¡±.
China Mi¨¦ville, Los ¨²ltimos d¨ªas de Nueva Par¨ªs
El 31 de diciembre de 1967, en su discurso de fin de a?o, el general De Gaulle augur¨®: ¡°Saludo con serenidad este a?o 1968¡±. Pero esa serenidad fue dif¨ªcil de mantener, la verdad. El a?o vino cargado con una sobredosis de acontecimientos casi m¨¢gicos, aunque algunos de magia blanca ¡ªilusionismo, m¨¢s bien¡ª y otros de magia negra. La guerra de Vietnam alcanz¨® el m¨¢ximo registrado de bajas norteamericanas; fueron asesinados Martin Luther King y Robert Kennedy; el Apolo 8 fue la primera misi¨®n tripulada en salir de la ¨®rbita terrestre y llegar hasta la ¨®rbita lunar (se vio por primera vez el lado oculto de la Luna); en Praga se disfrut¨® de una primavera pol¨ªtica que los tanques rusos agostaron brutalmente luego; Guinea se independiza de Espa?a...
Otros art¨ªculos del autor
A escala m¨¢s personal, me acuerdo del triunfo de Massiel en Eurovisi¨®n tras la pol¨¦mica sobre si La, la, la era catal¨¢n o castellano; los primeros cr¨ªmenes de ETA; la inauguraci¨®n en San Sebasti¨¢n de la librer¨ªa Lagun que tan importante habr¨ªa de ser en mi vida, y, tambi¨¦n en mi ciudad, la aparici¨®n de grandes estandartes con cruces gamadas en la Avenida (entonces ¡°de Espa?a¡± y luego ¡°de la Libertad¡±, que en el Pa¨ªs Vasco significan lo mismo) porque rodaban La batalla de Inglaterra y Donosti fue por un rato Berl¨ªn bajo los bombardeos aliados... Lo m¨¢s m¨¢gico en mi memoria, el triunfo contra todo pron¨®stico l¨®gico de Tebas en el Gran Premio de Madrid, llevando veinte kilos m¨¢s de los que le correspond¨ªan oficialmente para que pudiese montarle su propietario y entrenador, el incomparable duque de Alburquerque.
Pero indudablemente mencionar el a?o 68 significa para la mayor¨ªa el mes de mayo, la ciudad de Par¨ªs y los estudiantes sublevados. Aunque la verdad es que hubo revueltas estudiantiles tambi¨¦n el resto de los meses, en California y en Tokio, en Alemania o Espa?a tanto como en Italia, Polonia y M¨¦xico. Los rebeldes se enfrentaron a situaciones pol¨ªticas muy distintas, democr¨¢ticas o dictatoriales, corriendo tambi¨¦n riesgos nada comparables: contusiones en Par¨ªs y Roma, condenas a a?os de c¨¢rcel en Madrid o Varsovia, tiroteos asesinos en Tlatelolco...
La mejor noticia fue que se pod¨ªa ser progresista sin carnet del partido comunista o similares
Abundan las cr¨®nicas que ofrecen una panor¨¢mica global del a?o famoso (una muy completa es la de Ram¨®n Gonz¨¢lez F¨¦rriz, editada por Debate). Se ha dicho hasta el hartazgo, con arrobo ut¨®pico o con malicia esc¨¦ptica, que su pretensi¨®n era cambiar el mundo, algo excesivamente ambicioso para unos muchachos o quiz¨¢ superfluo, porque el mundo cambia constantemente aunque no siempre para bien. Los que concluyen que no cambi¨® nada y los que sostienen que ya nada fue igual deber¨ªan recordar la sabia respuesta del primer ministro chino Chu En-lai cuando le preguntaron si en su opini¨®n la Revoluci¨®n Francesa hab¨ªa tenido consecuencias positivas: ¡°A¨²n es pronto para decirlo¡±.
A m¨ª me parece que las agitaciones del 68 no transformaron el mundo sino que fueron el s¨ªntoma indudable de que el mundo ya hab¨ªa cambiado. M¨¢s que revolucionarlo todo, sirvieron para desatascar lo r¨ªgido y autoritario que frenaba una mutaci¨®n social, tecnol¨®gica y econ¨®mica de escala casi planetaria. Sin duda tuvieron mucho de ideolog¨ªa convencional pero tambi¨¦n un toque nuevo, caracter¨ªstico, que iba m¨¢s all¨¢ de la consabida problem¨¢tica de la izquierda contra la derecha. El campo de batalla que inaugur¨® el 68 (al menos en los pa¨ªses como Francia, que ya disfrutaban de democracia) fue la transformaci¨®n de la vida cotidiana. Lo que se exig¨ªa no era un cambio en el Gobierno sino un cambio en la forma de vivir, en el trabajo, en el sexo, en la ense?anza, en la diversi¨®n... Eso se ve sobre todo en las pintadas en las paredes del Barrio Latino, los c¨¦lebres grafitis. Algunos se han repetido tanto que ya resultan empalagosos, como pasa con coplas y refranes an¨®nimos de la inventiva popular, pero apuntan a cuestiones que los revolucionarios convencionales descuidan: no a la toma del Palacio de Invierno, sino a la ventilaci¨®n del dormitorio, el despacho y el aula en que transcurre la mayor parte de nuestra vida. ¡°Prohibido prohibir¡±, ¡°Amaos los unos sobre los otros¡±, ¡°Bajo los adoquines est¨¢ la playa¡±... pero no ¡°Abajo el capitalismo¡± o ¡°Viva la guillotina¡±. En esos lemas aparece el desterrado de las grandes revoluciones y de sus adversarios, tipo Raymond Aron: el humor, a veces sutil y otras meramente chusco. Nadie carente de humor deber¨ªa hoy escribir ni a favor ni en contra de Mayo...
El progresista aspira a que los males del final no sean los mismos o peores que los del principio
Por eso las referencias bibliogr¨¢ficas m¨¢s ilustrativas sobre ese movimiento (que no conoc¨ªan m¨¢s que una minor¨ªa) no son los textos revolucionarios can¨®nicos, sino obras marginales como los escritos sobre la vida cotidiana de Henri Lefebvre o Eros y civilizaci¨®n de Herbert Marcuse. En este ¨²ltimo libro, a mi juicio el m¨¢s interesante de su autor, influy¨® decisivamente un cl¨¢sico de finales del siglo XVIII que yo recomendar¨ªa a quienes quieran ir m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos: Cartas sobre la educaci¨®n est¨¦tica de la humanidad, de Friedrich Schiller (hay nueva y excelente traducci¨®n de Eduardo Gil Bera en Acantilado). Ah¨ª podemos aprender que ¡°la f¨®rmula victoriosa se halla a la misma distancia de la uniformidad que de la confusi¨®n¡± y que ¡°el hombre s¨®lo juega cuando es humano en la acepci¨®n plena del t¨¦rmino y s¨®lo es plenamente humano cuando juega¡±.
Para quienes adquirimos nuestra conciencia pol¨ªtica individualista, hedonista y l¨²dica (tambi¨¦n ingenua) en aquellos d¨ªas, la mejor noticia fue que se pod¨ªa ser progresista sin carnet del partido comunista o similares. Hoy veo que la ventaja que tenemos quienes nunca fuimos comunistas es que no necesitamos ahora perder energ¨ªas en aspavientos derechistas para probar que ya no lo somos. Por cierto, algunos tratan de ridiculizar el progresismo diciendo que busca el para¨ªso en la tierra. Eso s¨ª que es una ridiculez: el progresista sabe que nacemos rodeados de males y que moriremos rodeados de males tambi¨¦n, pero aspira a que los males del final no sean los mismos o peores que los del principio.
Cuando se pregunta ¡°?qu¨¦ queda del 68?¡± s¨®lo se me ocurre responder que quedamos algunos, muchos menos ya desde luego que quienes lo invocan o lo maldicen. Y en cada uno de nosotros tuvo efectos distintos: tampoco la Virgen hace siempre milagros y cura a todos los que van a Lourdes. De los votos pintados en los muros de Par¨ªs aquel Mayo lejano, mi preferido (despu¨¦s del encomiable y poco respetuoso ¡°Sartre, s¨¦ breve¡±) es este: ¡°No quiero morir idiota¡±. Yo estoy casi a punto de conseguirlo, pero compruebo con pena que muchos de mi edad y sobre todo m¨¢s j¨®venes han dejado prematuramente de intentarlo.
Fernando Savater es escritor.
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