Cuando se pierde la confianza en los pol¨ªticos
Una gran parte de los ciudadanos se limitan a aceptar el modo de gobierno, sin creer verdaderamente que puedan hacerse o¨ªr
Nada pone m¨¢s nerviosos a los pol¨ªticos que los sondeos sobre intenci¨®n de voto. Quienes se ven favorecidos por las predicciones aplauden las encuestas; quienes salen peor parados relativizan su valor. Adem¨¢s de ofrecer proyecciones electorales, el bar¨®metro del CIS desvela la evaluaci¨®n que los ciudadanos hacen de los l¨ªderes nacionales. Los resultados publicados esta semana son demoledores. Ninguno llega al aprobado. La mejor nota se la apunta Alberto Garz¨®n (3,80) y la peor, Mariano Rajoy (2,59). Lo m¨¢s inquietante no es que todos suspendan, sino la poca confianza que tienen los ciudadanos en los pol¨ªticos. M¨¢s del 80% de los encuestados no tiene esperanza en los l¨ªderes del PP y del PSOE.
Los polit¨®logos recuerdan que la base social de todo r¨¦gimen se escinde siempre en tres grupos. En los dos extremos se sit¨²an los disidentes y los creyentes. Los primeros viven en la discrepancia permanente, los segundos se caracterizan porque son los ¨²nicos portadores del consentimiento aut¨¦ntico basado en la convicci¨®n. Y entre un grupo y otro se ubican los que se limitan a aceptar el modo de gobierno, sin creer verdaderamente que puedan hacerse o¨ªr ni que esto valga la pena.
Ah¨ª, en ese territorio ap¨¢tico parecen estar situados los electores. Pese al encadenamiento de esc¨¢ndalos, el CIS coloca al PP en la primera posici¨®n en intenci¨®n de voto. En medio a?o el partido de Rajoy ha perdido diez puntos (del 34,5% de noviembre al 24% de abril), pero mantiene un notable apoyo y lidera, aunque raspando, las encuestas.
Las malas calificaciones de nuestros dirigentes no son un fen¨®meno nuevo. El desprestigio de los pol¨ªticos es un lugar com¨²n. El escritor alem¨¢n Georg C. Lichtenberg ya advert¨ªa de que cuando los que mandan pierden la verg¨¹enza, los que obedecen pierden el respeto. Contemplar el v¨ªdeo de la expresidenta madrile?a Cristina Cifuentes en el cuartito de seguridad de un hipermercado por un supuesto robo o recuperar antiguos mensajes en Twitter de quien ha sido designado para sucederla, ?ngel Garrido, provoca bochorno y estupor.
?Todos, pero especialmente los pol¨ªticos, deber¨ªan haber aprendido que siendo como son objeto de especial escrutinio p¨²blico conviene que se presenten ante los electores con una hoja de servicios limpia. Desgraciadamente para ellos, el mundo digital permite rescatar al instante lo que se dijo, lo que hizo o lo que se escribi¨® a?os atr¨¢s. El pasado siempre vuelve.
En democracia, los actos de los pol¨ªticos, salvo aquellos que afectan a su vida privada y carecen de relevancia p¨²blica, son de inter¨¦s general. A¨²n con todo, las redes sociales no pueden ser un lugar para el linchamiento gratuito, sea el de un representante p¨²blico o el de cualquier otra persona. Ofender, insultar y amenazar con publicar en foros digitales y p¨¢ginas web im¨¢genes y datos de la v¨ªctima de La Manada es indignante. La vista se celebr¨® a puerta cerrada, se prohibi¨® difundir las actas del juicio y se vetaron las im¨¢genes de las sesiones. Hasta ahora, y a lo largo del proceso, su identidad ha estado herm¨¦ticamente custodiada. Cuando un juez declara obligatorio proteger los datos personales de una v¨ªctima no hay libertad de expresi¨®n que ampare su difusi¨®n.
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