Otegi y mi historia
El Estado Mayor de ETA se reuni¨® y tras un debate democr¨¢tico, se decidi¨® no matarnos, cosa que agradezco todav¨ªa mas de medio siglo despu¨¦s
Se habla mucho, gracias a Hannah Arendt, de la banalidad del mal, pero yo creo que ahora toca hablar y pensar sobre la maldad de lo banal. Porque, de golpe, hemos convertido en banales unos comportamientos que son, o han sido, malvados. Y eso tiene su coste personal.
Se habla banalmente, por ejemplo, del relato, y parece que ese concepto relativamente complejo tiene que ver con c¨®mo le d¨¦ a uno por contar su visi¨®n de la vida. El relato del fin de la violencia pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco se vuelve malvado, se vuelve banal cuando empieza por unos seres inocentes que viv¨ªan dedicados a la caza y a cortar ¨¢rboles con hacha hasta que llegaron otros seres que les trajeron la envidia y la corrupci¨®n acompa?adas por algunas m¨¢quinas. Ser¨ªa igualmente malvado si dijera que viv¨ªan en una rep¨²blica feliz.
El asunto es que este relato banal (y malvado) tiende a eliminar de un plumazo la responsabilidad de los actores, por ejemplo, de varios cientos de tiros en la nuca. Los valientes gudaris que mataron o mutilaron a ni?os tienen derecho a conservar su intimidad frente a los rencorosos familiares de cientos de personas asesinadas y algunos miles de heridos.
Yo tengo una petici¨®n que hacer. Quiero tambi¨¦n mi trozo de relato que no sea banal y malvado, que no haga que parezca una bobada el que alguien me quisiera pegar un tiro en la nuca en 1981. Nos lo iban a pegar a tres: a Mario Onaindia, a Fernando L¨®pez Castillo y a m¨ª, porque se supon¨ªa (ellos lo supon¨ªan) que Mario y Fernando iban a acordar que una parte de los etarras se incorporaran a la sociedad. Mi papel era el de enviado del ministro del Interior, Juan Jos¨¦ Ros¨®n, para mediar.
El estado mayor de ETA se reuni¨® y tras un debate democr¨¢tico, se decidi¨® no matarnos, cosa que agradezco todav¨ªa m¨¢s de medio siglo despu¨¦s.
Pero sigo sin saber cosas que me importan. Por ejemplo, no conozco qu¨¦ vot¨® Arnaldo Otegi, que formaba parte de ese tribunal, ese d¨ªa.
Pelillos a la mar. Hay unos cuantos cientos de familiares o de v¨ªctimas no mortales de ETA que se van a quedar sin una explicaci¨®n de las ¡°razones¡± que ten¨ªan los verdugos para cometer la atrocidad patri¨®tica que fuera.
El m¨ªo es un caso peque?o al lado de tanta salvajada sangrienta. Pero me sigue pareciendo que tengo derecho a saber qu¨¦ vot¨® Arnaldo Otegi ese d¨ªa. Sin que se reconozca eso, el relato me parecer¨¢ banal, mentiroso y malvado.
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