¡®Servantes¡¯, ¡®servantas¡¯ y sosiego
Nos arrepentiremos de haber tenido la raz¨®n marcada con la luz del sentimiento
De la discusi¨®n nace la luz. No siempre. Goethe se muri¨® reclamando luz, m¨¢s luz, ¨¦l crey¨® que no ten¨ªa tanta, y eso que aquel fausto hombre se hab¨ªa pasado la vida discutiendo. Con raz¨®n (y sentimientos) se discute ahora sobre el papel de las mujeres y el papel (mojado) de los hombres. La desigualdad dura siglos, de hecho hasta la Biblia pone a las mujeres en un lugar descendente y al hombre al mando de la nave.
Es una discusi¨®n global: ocurre en la Espa?a de los lutos y pasa en Suecia, en la dif¨ªcil Inglaterra, en lugares claros de Estados Unidos y tambi¨¦n en los sitios m¨¢s oscuros de pa¨ªs tan contradictorio. Sucede en las fiestas donde el macho cree que lleva el alfa en la frente y pasa en los juzgados y en la calle. Ya era hora de que al hombre le sacaran tarjeta roja.
Puesta en circulaci¨®n la estricta vigilancia que conviene a la lucha por la igualdad, habr¨¢ que buscar treguas que convengan a ambos lados para que la dicha de esa igualdad no sea tambi¨¦n el trampol¨ªn para que, tras tanto ajetreo, unos sigan siendo m¨¢s iguales que otros, o viceversa, y que cada uno (o una) tenga su ley seg¨²n la cual el otro (o la otra) no sabe ni entiende porque no es de este mundo y adem¨¢s es facha (o bendito) y siempre lo ser¨¢.
Viene a la memoria, como ejemplo, de desigualdad, la historia de los premios Cervantes. Los dan muchos hombres a muchos hombres (y a pocas mujeres). Se da uno al a?o (hasta que aqu¨ª pase lo del Nobel, ojal¨¢ que no) y la tradici¨®n impuesta (mal impuesta) es que cada vez lo gane alguien de un lado u otro del idioma. Correlativamente: espa?ol, hispanoamericano. Dec¨ªa un colega: ¡°Ver¨¢s lo que pasar¨ªa si a alguien se le ocurre proponer que un a?o sea premiada una mujer y otro a?o sea premiado un hombre¡±. Por decirlo con la bella ese de aquel lado (y de Andaluc¨ªa, y de Canarias), Servantes y Servantas. Dios, la que se armar¨ªa. Hasta el Quijote tendr¨ªa vela en la discusi¨®n. Luz, hace falta m¨¢s luz; es necesario cierto sosiego para que entre las armas (y las letras) que se dirimen en el tr¨¢fico actual de acusaciones mutuas entre m¨¢s la raz¨®n que el sentimiento.
No se puede tener raz¨®n y sentimiento simult¨¢neamente. Estamos en la era del sentimiento. Cuando entremos en razones nos arrepentiremos de haber tenido la raz¨®n marcada con la luz del sentimiento. Un sosiego es muy bonito.
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