Carta a Leonard
Al autor de esta misiva le habr¨ªa gustado componer una canci¨®n para dedic¨¢rsela al m¨²sico que puso la banda sonora a su desesperaci¨®n adolescente.
ESCRIBIR UNA CARTA hoy es un gesto antiguo, y por eso te empuja al tono nost¨¢lgico y quiz¨¢ a un estilo ligeramente anacr¨®nico. Para colmo, cuando esa carta va dirigida a un muerto, resulta casi inevitable que en realidad uno se est¨¦ escribiendo a s¨ª mismo, por ejemplo al ni?o o adolescente que fue. Me pongo entonces a escribir esta carta y enseguida s¨¦ que estoy conversando con mi pasado.
Adem¨¢s, he elegido escribirte a ti, con quien nunca me he encontrado; eres una especie de espectro cuya voz me es muy familiar, tambi¨¦n tus fotograf¨ªas seg¨²n ibas envejeciendo, pero ¡ªy eso es propio de los espectros¡ª no te he visto en carne y hueso. No quise ir a un concierto tuyo lo mismo que no veo pel¨ªculas basadas en libros que me han entusiasmado: para no sustituir las sensaciones que despertaron por otras nuevas.
Lo que de verdad me gustar¨ªa, claro, es escribirte una canci¨®n, como hiciste t¨² con Janis Joplin en Chel?sea Hotel cuando ella ya hab¨ªa muerto de sobredosis. Revivir en poes¨ªa y m¨²sica eso que te ha unido a alguien en alg¨²n momento, la sensaci¨®n de tristeza, de estar perdido, tambi¨¦n de alegr¨ªa fugaz.
Sab¨ªa que no buscaba ant¨ªdotos ni consuelo, que mi tristeza y mi desarraigo eran parte de lo que yo era, y que tu m¨²sica, tu voz, me anclaban a mi identidad
Y yo estaba muy perdido cuando me encontr¨¦ con tu m¨²sica. Pusiste la banda sonora original a la desesperaci¨®n de mi adolescencia y al desconcierto de mi juventud. Songs of Love and Hate, qu¨¦ descubrimiento, en esa ¨¦poca en la que tanto deseaba odiar y amar pero no consegu¨ªa encarnar del todo ninguno de los dos verbos: desagrado, malestar, desprecio, la sensaci¨®n de no pertenecer al mundo, una rabia difusa, sentimientos que no llegaban al odio porque no encontraba a nadie en quien concentrarlos; y deseo, excitaci¨®n, necesidad de ser admirado (pero ?por qui¨¦n, si ni yo mismo me soportaba?), un romanticismo poco maduro¡, nada tampoco que pudiese equipararse a la idea que ten¨ªa del amor. Yo ah¨ª, perdido, escuch¨¢ndote, una y otra vez, durante horas. Haci¨¦ndote c¨®mplice de mis n¨¢useas.
?No habr¨ªa que escuchar m¨²sica alegre cuando est¨¢s triste? Venga, an¨ªmate, disfruta la vida, me dec¨ªan; a¨²n no hab¨ªa llegado el don¡¯t worry, be happy. Pero yo entonces ya sab¨ªa que no buscaba ant¨ªdotos ni consuelo, que mi tristeza y mi desarraigo eran parte de lo que yo era, y que tu m¨²sica, tu voz, me anclaban a mi identidad. Dejar de escucharte habr¨ªa sido negarme. Gracias, Leonard, por tu apoyo en esos a?os dif¨ªciles en los que conformarme con la felicidad habr¨ªa sido una traici¨®n: como cualquier adolescente, lo que yo buscaba era la intensidad y la verdad.
Es cierto que m¨¢s tarde te dej¨¦ por Tom Waits, m¨¢s broncas, m¨¢s vitalista, m¨¢s estridente que t¨². Encajaba mejor con una energ¨ªa expansiva que necesitaba para salir de la melancol¨ªa, que puede ser una adicci¨®n y tambi¨¦n una forma de impotencia. Pero de verdad que no te he olvidado; he seguido escuch¨¢ndote ¡ªtengo casi todos tus discos¡ª, incluso cuando me empezaron a molestar esos coros demasiado conservadores y esas composiciones un poco mec¨¢nicas. Pero no se me ocurrir¨ªa criticarte. Estuviste ah¨ª siempre que te necesit¨¦. M¨¢s no se puede esperar de una persona. Ojal¨¢ pueda decirlo de m¨ª alguien. Alg¨²n d¨ªa.
Jos¨¦ Ovejero es autor de 'Mundo extra?o' (P¨¢ginas de Espuma)
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