Separatismos divergentes

Seg¨²n las encuestas de la Generalitat, entre julio de 2017 y abril de 2018 el apoyo a la independencia ha ca¨ªdo del 95,2% al 86,1% entre los simpatizantes de ERC. Simult¨¢neamente, ha subido del 83,5% que mostraban en julio los del PDeCAT al 95,9% que ahora sigue a JxCat. Ambas diferencias suman 21,5 puntos.

Parece que el votante de ERC empieza a darse cuenta de que tiene m¨¢s que perder y menos que ganar. Es m¨¢s pobre y est¨¢ m¨¢s sujeto a los avatares del mercado y la fuga de inversiones. Pesan m¨¢s en sus filas jubilados, aut¨®nomos y trabajadores temporales. L¨®gico que los barrios ricos de Barcelona voten mucho m¨¢s a JxCat que a ERC, todo lo contrario que los pobres: por cada voto de ERC, se registran 3,5 votos por JxCat en Pedralbes, frente a medio voto en Ciudad Meridiana.

Como consecuencia, la clientela de ERC es m¨¢s sensible al aumento del riesgo. Quien, por su menor educaci¨®n, est¨¢ atado al ¨¢mbito local y tiene dificultades para ¡°llegar a fin de mes¡± se vuelve antes conservador. Mucho antes, desde luego, que el cosmopolita que trabaja donde quiere y ni sabe lo que es pasar estrecheces.

El votante de ERC empieza a darse cuenta de que tiene m¨¢s que perder y menos que ganar

Pero, adem¨¢s, el votante de ERC tiene menos que ganar. Tras las forzadas profesiones de unidad, se oculta la versi¨®n siglo XXI de la antigua pelea de la Catalu?a profunda entre los izquierdistas de la cooperativa y los se?oritos del casino, muchos de los cuales rindieron honores a Pujol con la misma pleites¨ªa que antes hab¨ªan mostrado a Franco.

Para actualizar esa vieja sociolog¨ªa catalana, cambien el casino por las urbanizaciones de lujo que el 21-D votaron en masa a JxCat y la cooperativa por el empleo del votante medio de ERC. A?adan, sobre todo, su paso por una escuela en la que apenas aprenden castellano, lo que limita sus salidas profesionales. Esta carencia les condena a trabajar en el mercado local, a menudo para el nuevo se?orito, quien ¡ªno se lo pierdan¡ª se educa en aulas multiling¨¹es que le ense?an buen castellano y en las que nunca se ha aplicado la inmersi¨®n.

Actualizar esta sociolog¨ªa tambi¨¦n requiere entender el trasfondo del autogobierno y del proc¨¦s.

Conjeturamos que desde los a?os ochenta del pasado siglo, los de ERC han disfrutado poco m¨¢s que un espejismo. La inmersi¨®n y el sectarismo de TV3 habr¨¢n permitido a algunos sentirse superiores a los ¡°nuevos catalanes¡±. Pero las rentas materiales apropiadas por los de ERC han sido poca cosa comparadas con las de quienes, al socaire de la Generalitat, crearon a su medida y controlan sendos entramados seudoempresariales y seudop¨²blicos.

El 'proc¨¦s' ha sido otra maniobra de estos se?oritos postmodernos para retener el poder

El proc¨¦s ha sido otra maniobra de estos se?oritos posmodernos para retener el poder. Ante la crisis econ¨®mica y pol¨ªtica, lideran el separatismo, dot¨¢ndole del cerebro y las maneras de las que carec¨ªa, contando para ello con la interesada ayuda de unos intelectuales siempre dispuestos a reciclarse para racionalizar toda fantas¨ªa que les acerque al poder.

La maniobra no les ha salido mal. Gracias a su control de los recortes, los han centrado en la sanidad y la educaci¨®n p¨²blicas, servicios que la ¨¦lite no utiliza y cuyo deterioro convirti¨® a muchos usuarios en tropa de choque del proc¨¦s. En cambio, apenas han recortado el aparato rentista ni las canonj¨ªas y prebendas de la alta clerec¨ªa nacionalista. Tras 10 a?os de crisis y todo un art¨ªculo 155, TV3 sigue empleando a cerca de 3.000 personas con sueldos que a menudo duplican los de sus competidores. Sin olvidar que, en plena crisis, nuestros mejores governs dilapidaron sendas fortunas en dos disparates tan colosales como Spanair y ATLL.

Por ello, hacen bien los l¨ªderes de ERC en moderar medios y fines. La ponencia pol¨ªtica de su pr¨®xima conferencia ya propone rechazar la v¨ªa unilateral y reconoce que el independentismo ¡°no es suficientemente poderoso¡± para lograr la rep¨²blica catalana. Empiezan a entender que, en el vano intento por conseguirla, sus bases siempre ponen el sacrificio mientras otros se llevan el beneficio.

Por eso mismo, tambi¨¦n mantienen e incluso elevan su apuesta los se?oritos y cl¨¦rigos que hoy apoyan a JxCat. No solo juegan todos ellos con red. En realidad, la mayor¨ªa no quiere la independencia. A diferencia de los creyentes de ERC, la saben ruinosa. En lo que conf¨ªan es en que se requieran sus servicios para gobernar y oficiar terceras v¨ªas que, con la aquiescencia de los dem¨¢s se?oritos y can¨®nigos espa?oles, les permitan seguir explotando a los currantes locales, incluido mucho independentista.

Benito Arru?ada y Albert Satorra son catedr¨¢ticos de Organizaci¨®n de Empresas y de Estad¨ªstica, respectivamente, en la Universidad Pompeu Fabra.