Legitimismo, la nueva roca suspendida

Es imposible contemplar el cuadro del belga Ren¨¦ Magritte, El castillo de los Pirineos (1959), que actualmente se exhibe en el madrile?o Palacio de Gaviria en el marco de una exposici¨®n imprescindible sobre los grandes maestros del surrealismo y dada¨ªsmo, y no pensar en el proc¨¦s. Nos sobrecoge la pintura de una colosal roca levitando sobre el mar, coronada por un castillo, ingr¨¢vida pese a su descomunal peso. Magritte ahond¨® en el misterio de aquello que contemplamos estupefactos porque la l¨®gica nos dice que no deber¨ªa ocurrir. La visi¨®n de esa roca suspendida en el aire con su fantasmag¨®rico castillo nos recuerda aquel fen¨®meno pol¨ªtico igual de enigm¨¢tico sucedido en Catalu?a entre 2012 y 2017. Las instituciones del autogobierno proyectaron en el imaginario colectivo una independencia elev¨¢ndose por encima de la realidad, venciendo la fuerza gravitatoria de la democracia y el derecho. El castillo de la unilateralidad se derrumb¨®, pero gener¨® durante un tiempo el mismo efecto que la roca de Magritte. ?Volver¨¢ a repetirse ahora?, nos preguntamos tras la investidura de ayer.

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Que el ilusionismo del proc¨¦s estuviera condenado al fracaso no significa que no fuera una operaci¨®n provechosa para los separatistas si lograban cronificar el conflicto y convertirlo en un enfrentamiento emocional que se inyectase en las venas de los nuevos conversos. Eso es lo que ha pasado. Lo demuestra que, contra toda l¨®gica racional, lograron mantener la mayor¨ªa absoluta en las elecciones del 21 de diciembre. Pero olv¨ªdense del proc¨¦s, la CUP lo dio por enterrado, ahora estamos en la etapa legitimista, que es otra cosa. Todo el mundo sabe que levantar la rep¨²blica catalana desde la Generalitat es imposible. Quim Torra, en su discurso del s¨¢bado, evit¨® hablar de unilateralidad porque la palabra ha perdido el poder m¨¢gico y carece de estrategia. Cuando llam¨® a implementar el mandato del refer¨¦ndum lo que propuso es ahondar en el conflicto puro y duro.

La etapa legitimista se abre con un president provisional y vicario de Carles Puigdemont con tres objetivos. En el frente interno, socializar el dolor por los ¡°presos pol¨ªticos¡± y la ¡°represi¨®n del Estado¡± a la espera del juicio. Se trata de evitar que vuelva la normalidad institucional, de hacer insoportable la situaci¨®n y extender la protesta a pesar de los riesgos para la convivencia. La elecci¨®n de Torra, descaradamente etnicista, hispan¨®fobo y ultranacionalista, presagia lo peor y desnuda la ideolog¨ªa del separatismo. En el frente internacional, el objetivo es recrudecer la campa?a contra Espa?a liderada por Puigdemont. En este punto, lo que acabe sucediendo con la euroorden en Alemania va a ser decisivo.

Y, por ¨²ltimo, llamar a las urnas en el mejor momento para la causa legitimista, convertida en el recambio ret¨®rico de la unilateralidad fracasada, en la nueva roca suspendida.