?Que canten en casa!
La imagen que proyectan esos ministros no es la de una democracia consolidada
Escribi¨® Unamuno, en su ensayo sobre El individualismo espa?ol (Ensayos,Aguilar, 1942) que ¡°El humorista americano Wendell Holmes habla en una de sus obras de los tres Juanes: de Juan tal cual ¨¦l se cree ser, de Juan tal cual le creen los dem¨¢s y de Juan tal cual es en realidad¡±. El comportamiento de cada uno de nosotros gira alrededor de esas tres percepciones, mezcl¨¢ndose unas con otras, resaltando unas m¨¢s que otras o tratando de ocultar aquellas que m¨¢s pueden perjudicar la imagen que queramos transmitir.
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Dependiendo del trabajo o de la actividad que ejerzamos, deberemos tener un comportamiento u otro en funci¨®n de lo que creamos que los dem¨¢s esperan de nosotros. Es posible que un camarero tenga la costumbre de mover con el dedo el hielo de su vaso de g¨¹isqui cuando est¨¢ en su casa o con amigos de mucha confianza. Pero no ser¨ªa admisible ese comportamiento cuando sirva esa misma bebida en el bar o restaurante en el que presta sus servicios. Esa forma de actuar no es la que se espera de un camarero; para que ese ciudadano sea reconocido como tal deber¨¢ mantener un comportamiento acorde con lo que un cliente espera de alguien que ejerce de barman en el bar que visita. Si metiera el dedo en la copa del cliente, no podr¨ªa quejarse si la imagen que proyectara el bar fuera la de una taberna donde el servicio es deficiente y puerco. As¨ª ser¨ªa visto por el com¨²n de los mortales. De lo que se deduce que si quieres que te vean como a un camarero, no tienes m¨¢s remedio que comportarte como un camarero.
Unamuno a?ad¨ªa: ¡°Y como para cada individuo hay para cada pueblo sus tres Juanes. Hay el pueblo espa?ol tal y como nosotros los espa?oles creemos que es, hay el pueblo espa?ol tal como le creen los extranjeros y hay el pueblo espa?ol tal y como es¡±. Puede que algunos representantes ciudadanos o algunos miembros del gobierno de una naci¨®n tengan la costumbre de comportarse en su entorno familiar siguiendo par¨¢metros casposos, anticuados, autoritarios y machistas. Pero esa forma de actuar no ser¨ªa comprensible cuando ejercen sus responsabilidades en el foro p¨²blico de la democracia de la que forman parte y representan. Esa forma de autoritarismo, machismo y despotismo no es la que se esperara de un gobernante democr¨¢tico. Si el ministro de turno mantuviera p¨²blicamente conductas similares a las de los gobernantes dictatoriales, a nadie extra?ar¨ªa que la imagen que proyectara ese gobierno al exterior fuera la de un pa¨ªs autoritario, desp¨®tico y casposo. Si quieres que te vean como dem¨®crata, comp¨®rtate como un dem¨®crata.
Nos ofendemos cuando Alemania o Reino Unido sospechan de la separaci¨®n de poderes en la democracia espa?ola o del cumplimiento estricto de la Justicia ante el delito de lesa democracia
Y si no lo haces, porque no te sale, el da?o que puedes causar al pa¨ªs y a sus ciudadanos puede ser perjudicial para los intereses de la democracia que conforma la realidad de la naci¨®n a la que se representas. Esta y no otra es la raz¨®n que impulsa a nuestros socios comunitarios a mantener posiciones frente a nosotros, los espa?oles, incomprensibles a primera vista para quienes vivimos en democracia y queremos ser vistos y tratados como aut¨¦nticos dem¨®cratas. Nos ofendemos cuando Alemania o Reino Unido sospechan de la separaci¨®n de poderes en la democracia espa?ola o del cumplimiento estricto de la justicia ante el delito de lesa democracia. Es cierto que se nos ofende, porque siendo dem¨®cratas, comport¨¢ndonos como dem¨®cratas, queriendo que nos vean como a dem¨®cratas, sin embargo los dem¨¢s siguen percibi¨¦ndonos como a los herederos de una dictadura.
?Por qu¨¦? Quienes hayan visto a los ministros del Gobierno de Espa?a cantando Soy el novio de la muerte, al ministro de Justicia sembrando p¨²blicamente dudas sobre la capacidad de un juez, los aplausos a representantes p¨²blicos que han obtenido falsamente t¨ªtulos universitarios, pueden llegar a pensar que en Espa?a la democracia brilla por su ausencia. No es ese el comportamiento que esperan de nosotros los representantes de sistemas democr¨¢ticos avanzados y asentados.
La imagen que proyectan esos ministros, esos gobernantes, esos representantes no se corresponde con la imagen de una democracia consolidada. Y por eso ser¨ªa tan importante que comprendieran quienes tienen la responsabilidad de gobernarnos y representarnos, que si quieren que nos vean como dem¨®cratas, tienen que comportarse como dem¨®cratas. Y que si les gusta cantar, y creen que cantan bien, que canten en su casa. Hagan como el anuncio que hab¨ªa en aquel bar que dec¨ªa: ¡°Prohibido cantar aqu¨ª. Si cree que canta bien, cante en su casa¡±.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra fue presidente de Extremadura entre 1983 y 2007.
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