Los liderazgos fuertes y la pasi¨®n por el movimiento
Ciudadanos y Podemos comparten algunos rasgos que los apartan de la vieja pol¨ªtica
Los viejos partidos est¨¢n totalmente desprestigiados, no solo en Espa?a sino tambi¨¦n en otros lugares del mundo. Se han convertido en grandes maquinarias oxidadas, torpes, vetustas, arcaicas. Son dinosaurios de una era remota que no han sabido conectar con una sociedad radicalmente distinta de aquella que alg¨²n d¨ªa les dio el poder. No pueden presumir de democracia interna. Est¨¢n envenenados por la corrupci¨®n. Por no tener, y gracias a su af¨¢n de atraparlo todo para ganar elecciones, no tienen ya ni se?as de identidad propias. Parece que defienden lo mismo: el Estado de bienestar, la democracia, el proyecto europeo. A juzgar por las encuestas, el PP y el PSOE han decidido con una obstinaci¨®n suicida tomar un atajo hacia su definitiva extinci¨®n. No han movido ni un solo m¨²sculo para romper la din¨¢mica perversa en la que est¨¢n metidos desde hace mucho tiempo.
Menos mal, podr¨ªa pensarse, que vinieron otras formaciones para arreglar el entuerto. Tanto Podemos como Ciudadanos subrayaron desde el principio que nada que ver, que lo suyo jam¨¢s se parecer¨ªa al ponzo?oso legado de aquellos viejos partidos que ven¨ªan de la Transici¨®n.
Algo hay que tienen en com¨²n. De un lado, el peso y la visibilidad de sus l¨ªderes. De otro, la idea de que el movimiento se demuestra andando. O, lo que es lo mismo, que no han necesitado para irrumpir en los circuitos del poder de aquellos recursos que necesitaban los partidos tradicionales ¡ªunos locales de encuentro, por referirse a uno de los m¨¢s elementales¡ª. Hoy, gracias a las redes sociales y a las r¨¢pidas conexiones que facilitan los medios digitales, es m¨¢s f¨¢cil conquistar una clientela, si es que la palabra sirve para referirse a los seguidores de una fuerza pol¨ªtica. Pero hay algunos riesgos.
Se ha visto con Albert Rivera en los ¨²ltimos tiempos. Ciudadanos surgi¨® como una iniciativa para combatir en Catalu?a la deriva soberanista, as¨ª que tiene cierta l¨®gica que quiera sacarle partido electoral a su rabiosa postura antinacionalista. Para hacerlo ha recuperado un t¨¦rmino que tambi¨¦n acarici¨® Podemos desde sus inicios, el de patriotismo. Es verdad que Ciudadanos quiere recuperar ese ¡°patriotismo constitucional¡± que J¨¹rgen Habermas defendi¨® hace muchos a?os y que, posiblemente, Podemos pensara m¨¢s bien en el ¡°?patria o muerte!¡± de Fidel. Pero el t¨¦rmino se las trae. Ante una multitud que avanza enfebrecida detr¨¢s de una bandera, ?qui¨¦n tiene los galones necesarios para distinguir al buen patriota del perverso nacionalista?
Por lo que toca a Podemos, no est¨¢ de m¨¢s recordar que las nuevas formaciones llegaron criticando con la mayor estridencia la falta de democracia interna de los partidos tradicionales. La palabra ¡°primarias¡± era el t¨¦rmino m¨¢gico que iba a resolver de un plumazo aquella terrible lacra. Por democracia interna deber¨ªa entenderse que tambi¨¦n en un partido, aunque se compartan ideas y programas, existe un amplio margen para la pluralidad. Y que las dichosas primarias robustecen a una formaci¨®n en la medida en que permiten que disputen por la hegemon¨ªa corrientes diferentes. Errej¨®n gan¨® hace unos d¨ªas con el 95,3% de apoyos las primarias que realiz¨® Podemos para elegir candidato en la Comunidad de Madrid. ?Qu¨¦ imponente unanimidad! Va acerc¨¢ndose a la que Franco cosech¨® ¡ªel 98%¡ª cuando convoc¨® en 1966 un refer¨¦ndum para ratificar la Ley Org¨¢nica del Estado.
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