Montero e Iglesias se pasan a ¡®la casta¡¯

Si hay algo que debe cuidar un representante p¨²blico es la coherencia entre su discurso y su vida personal, pues a nadie se le escapa que es el espejo en el que los electores tratan de reflejarse al menos en cuanto al ejercicio de su pol¨ªtica se refiere, y a cuatro a?os vista. En ese sentido parece razonable que la p¨¦rdida de credibilidad puede llegar a ser evidente y r¨¢pida en quienes parecen mantener una doble vida, no exigiendo para s¨ª lo que proponen para el resto. Esto, ni m¨¢s ni menos, es lo que les ha sucedido a Pablo Iglesias e Irene Montero. Al tiempo en el que solicitaban mesura vital y econ¨®mica para los suyos, resulta que en su ¨¢mbito privado se comportan de otra manera. Nadie podr¨ªa aludirles si la adquisici¨®n de su futura vivienda solo hubiera sido producto de los rendimientos de su l¨ªcito trabajo, pero lo cierto es que en su ejercicio venden valores que no consideran que deban aplicarse a s¨ª mismos. As¨ª invertir¨¢n la misma cantidad de euros que le criticaban a Luis de Guindos en la adquisici¨®n de su casa y vivir¨¢n en las afueras de Madrid ¡ªdonde consideraban que llega con dificultad la temperatura social de los ciudadanos de a pie.¡ª Luis Alberto Rodr¨ªguez Arroyo. Santo Tom¨¢s de las Ollas (Le¨®n).