La caja de los truenos
No son los palestinos quienes representan el mayor peligro para el futuro de Israel, sino Netanyahu y sus secuaces y la sangre que derraman
Mientras Ivanka Trump, envuelta en un vaporoso vestido que daba que hablar a los presentes, descubr¨ªa la placa inaugurando la flamante Embajada de Estados Unidos en Jerusal¨¦n, el Ej¨¦rcito israel¨ª mataba a balazos a sesenta palestinos y her¨ªa a mil setecientos que, lanz¨¢ndole piedras, trataban de acercarse a las alambradas que separan Gaza del territorio de Israel. Ambos acontecimientos no coincid¨ªan por azar, el ¨²ltimo era consecuencia del primero.
La decisi¨®n del presidente Trump de reconocer a Jerusal¨¦n como la capital de Israel, anunciada en su campa?a electoral, rompe setenta a?os de neutralidad de Estados Unidos. Este, al igual que sus aliados en Occidente, sosten¨ªa hasta ahora que la capitalidad de Jerusal¨¦n, reclamada tanto por palestinos como por israel¨ªes, deb¨ªa decidirse en el acuerdo entre ambas partes que contemplara la creaci¨®n de los dos Estados que coexistir¨ªan en la regi¨®n. Aunque la teor¨ªa de los dos Estados todav¨ªa asoma a veces en boca de los dirigentes de ambos pa¨ªses, nadie cree ya que aquella f¨®rmula sea todav¨ªa factible, dada la pol¨ªtica expansionista israel¨ª cuyos asentamientos en Cisjordania siguen devorando territorios y aislando cada d¨ªa m¨¢s a los pueblos y ciudades que conformar¨ªan al Estado palestino. De existir, este ser¨ªa en la actualidad poco menos que una caricatura de los bantust¨¢n de Sud¨¢frica de los tiempos del apartheid.
Otros art¨ªculos del autor
El presidente Trump afirm¨® que su decisi¨®n de reconocer a Jerusal¨¦n como capital de Israel era ¡°realista¡± y que, en vez de obstaculizar el acuerdo, lo facilitar¨ªa. Es posible que no solo lo haya dicho sino, en su formidable ignorancia de los asuntos internacionales sobre los que opina a diario de manera tan poco responsable, lo crea. Pero dudo que lo crean muchos m¨¢s que ¨¦l y el pu?ado de fan¨¢ticos que aplaudi¨® a rabiar cuando Ivanka desvel¨® aquella placa y Bibi Netanyahu, con l¨¢grimas en los ojos, exclam¨®: ¡°?Qu¨¦ glorioso d¨ªa!¡±. En verdad, Trump abri¨® la caja de los truenos con esta medida y, adem¨¢s de la confusi¨®n y desconcierto en que sumi¨® a sus aliados, provoc¨® en gran parte la cruel y est¨²pida matanza que se ha venido a a?adir al suplicio que es ya, desde hace tiempo, la vida para los desdichados habitantes de Gaza.
La creaci¨®n de los dos Estados que convivieran en paz era la f¨®rmula m¨¢s sensata para poner fin a esa guerra larvada que existe desde hace setenta a?os en el Medio Oriente y eso lo creyeron muchos israel¨ªes durante mucho tiempo. Por desgracia, en tiempos de Arafat, los palestinos rechazaron un proyecto de paz en el que Israel hac¨ªa concesiones notables, como devolver buena parte de los territorios ocupados y aceptar que Jerusal¨¦n fuera compartida como capital de Israel y de Palestina.
Trump provoc¨® en gran parte la cruel y est¨²pida matanza que se a?ade al suplicio de Gaza
Desde entonces, ese enorme movimiento de opini¨®n p¨²blica israel¨ª que quer¨ªa la paz fue encogi¨¦ndose y creciendo el n¨²mero de quienes, como Sharon, pensaban que la negociaci¨®n era imposible y la ¨²nica soluci¨®n vendr¨ªa de Israel solo e impuesta a los palestinos por la fuerza. Y hay mucha gente en el mundo, como Trump, que as¨ª lo cree y est¨¢ dispuesta a apoyar esta pol¨ªtica insensata que nunca resolver¨¢ el problema y seguir¨¢ llenando de tensi¨®n, sangre y cad¨¢veres el Medio Oriente.
Este proceso es el que ha hecho factible un Gobierno como el que preside Netanyahu, el m¨¢s reaccionario y prepotente que haya tenido nunca Israel, y seguramente el menos democr¨¢tico, pues, convencido de su superioridad militar absoluta en toda la regi¨®n, hostiga sin tregua a sus adversarios, les roba cada d¨ªa un poco m¨¢s de territorios y, acus¨¢ndolos de terroristas y de poner en peligro la existencia del peque?o Israel, los tirotea y los hiere y asesina a mansalva con el menor pretexto.
Quisiera citar aqu¨ª un art¨ªculo de Michelle Goldberg que apareci¨® en The New York Times el 15 de mayo, sobre lo ocurrido en el Medio Oriente y que lleva el t¨ªtulo de: ¡°Un grotesco espect¨¢culo en Jerusal¨¦n¡±. Describe con detalle la fant¨¢stica concentraci¨®n de extremistas israel¨ªes y fan¨¢ticos evangelistas norteamericanos que festejaron la apertura de la nueva embajada y la bofetada que fue para el pueblo palestino esta nueva afrenta infligida por la Casa Blanca. La autora no olvida la intransigencia de Hamas, ni el terrorismo palestino, pero tambi¨¦n recuerda la condici¨®n indescriptible en que est¨¢n condenados a vivir los habitantes de Gaza. Yo lo he visto con mis propios ojos y s¨¦ el grado de abyecci¨®n en que sobrevive a duras penas esa poblaci¨®n sin trabajo, sin comida, sin remedios, con hospitales y colegios en ruinas, con edificios derrumbados, sin agua, sin esperanza, sometida a bombardeos ciegos cada vez que hay un atentado.
La se?ora Goldberg explica que el sionismo ha sufrido en la opini¨®n p¨²blica mundial con la derechizaci¨®n extrema de los Gobiernos israel¨ªes y que una parte importante de los jud¨ªos de Estados Unidos ya no apoya la pol¨ªtica actual de Netanyahu y los peque?os partidos religiosos que le dan la mayor¨ªa parlamentaria. Creo que esto vale tambi¨¦n para el resto del mundo, para millones de hombres y mujeres que, como yo mismo, se sent¨ªan identificados con un pueblo que hab¨ªa levantado ciudades modernas y granjas modelo donde solo hab¨ªa desiertos, creado una sociedad democr¨¢tica y libre, y en la que un sector muy importante quer¨ªa verdaderamente la paz negociada con los palestinos. Ese Israel por desgracia ya no existe. Ahora es una potencia militar, sin duda, y en cierta forma colonial, que solo cree en la fuerza, sobre todo en estos d¨ªas, gracias al apoyo del pa¨ªs m¨¢s poderoso de la Tierra encarnado en el presidente Trump.
Todo ese poder no sirve de gran cosa si una sociedad se perpet¨²a en el qui¨¦n vive, esperando atacar o ser atacada, arm¨¢ndose cada d¨ªa m¨¢s porque se sabe odiada por sus vecinos e incluso por sus propios ciudadanos, exigiendo a sus j¨®venes que pasen tres a?os en el Ej¨¦rcito para asegurar la supervivencia del pa¨ªs y seguir ganando las guerras, y castiga con ferocidad y sin tregua, a la menor agitaci¨®n o protesta, a quienes no cabe otra culpa que la de haber estado all¨ª, desde hac¨ªa siglos, cuando empezaron a llegar los jud¨ªos expulsados de Europa despu¨¦s de las atroces matanzas de los nazis. Esa no es una vida civilizada ni deseable, vivir entre guerras y matanzas, por m¨¢s poderoso y fuerte que sea un Estado.
Los verdaderos amigos de Israel no deben apoyar la pol¨ªtica, a largo plazo suicida, de Netanyahu y compa?¨ªa. Es una pol¨ªtica que est¨¢ haciendo de ese pa¨ªs, que era amado y respetado, un pa¨ªs cruel y despiadado con un pueblo al que maltrata y avasalla mientras, al mismo tiempo, se proclama una v¨ªctima de la incomprensi¨®n y del terror. Eso ya no es cierto, si es que alguna vez lo fue.
Tengo muchos amigos en Israel, sobre todo entre sus escritores, y he defendido muchas veces su derecho a la existencia, bajo fronteras seguras, y, sobre todo, a que encuentre una manera pac¨ªfica de coexistir con el pueblo palestino. Me honra haber recibido el Premio Jerusal¨¦n y me alegra saber que ninguno de mis amigos israel¨ªes particip¨® en ese ¡°grotesco espect¨¢culo¡± que protagoniz¨® la estilizada Ivanka Trump desvelando aquella placa, y estoy seguro de que todos ellos han sentido tanta tristeza e indignaci¨®n como yo por la matanza en las alambradas de Gaza. Ellos representan un Israel que parece desaparecido en estos d¨ªas. Pero esperemos que vuelva. En nombre de ellos y de la justicia, hay que proclamar a todos los vientos que no son los palestinos quienes representan el mayor peligro para el futuro de Israel, sino Netanyahu y sus secuaces y la sangre que derraman.
Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL?PA?S, SL, 2018.
? Mario Vargas Llosa, 2018.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.