?Longevidad? S¨ª, gracias, pero ?en qu¨¦ condiciones?
Si la vejez se vuelve decr¨¦pita y dolorosa, entonces debe existir la posibilidad de dimitir
Mi calidad de vida se ha deteriorado. No soy feliz, quiero morirme¡±, declar¨® el cient¨ªfico australiano David Goodall el d¨ªa que cumpli¨® 104 a?os, el 4 de abril pasado. Unas semanas despu¨¦s emprendi¨® el viaje a Suiza para que la asociaci¨®n Exit Internacional, de la que era socio, le ayudara a suicidarse. ¡°No es particularmente triste¡±, declar¨®. ¡°Una persona mayor como yo debe poder beneficiarse de sus plenos derechos como ciudadano, incluido el derecho al suicidio asistido¡±. Goodall no era enfermo terminal ni estaba deprimido. Simplemente no quer¨ªa asistir a la decrepitud de su cuerpo.
Apenas dos a?os antes, con 102, hab¨ªa pleiteado con la Universidad Edith Cowan, en la que hab¨ªa ejercido como bot¨¢nico y ecologista y a la que segu¨ªa vinculado como profesor em¨¦rito, para que le dejara acudir a su despacho. Se sent¨ªa lo suficientemente joven y competente como para seguir trabajando. Mantener la ilusi¨®n es una de las claves de la longevidad activa. Y estar rodeado de gente, un factor de bienestar personal. Cuando su cuerpo le dijo basta por demasiado viejo, ¨¦l tambi¨¦n dijo basta a la vida.
Si nos preguntaran si queremos hacernos tan viejos como Goodall, seguramente dir¨ªamos ¡°s¨ª, gracias, pero ?en qu¨¦ condiciones¡±. Esa es la clave. Las sociedades avanzadas envejecen, la medicina permite ahora superar muchas enfermedades, incluido el c¨¢ncer, que hasta hace poco eran una sentencia de muerte prematura. Cada vez hay m¨¢s centenarios. La esperanza de vida ha pasado de alrededor de 43 a?os a principios del siglo pasado, a m¨¢s de ochenta a principios de este. Se estima que para cuando quienes nacen esta primavera cumplan 40 a?os, habr¨¢ en Europa m¨¢s octogenarios que menores de 15 a?os.
Hemos de prepararnos, pues, para envejecer y hacerlo lo mejor posible. La ciencia y la medicina pueden ayudarnos y de hecho ya lo hacen. El objetivo no ha de ser tanto a?adir a?os a la vida, como a?adir salud a los a?os de longevidad que ganemos. El organismo humano nace con una fecha de caducidad. Variable, pero caducidad al fin: alrededor de 120 a?os. La persona m¨¢s longeva de la que se tiene noticia vivi¨® 122 y ahora mismo hay m¨¢s de 150 supercentenarios registrados en el mundo, aunque no figuran todos los que hay. Tienen diferentes estilos de vida y diferente herencia gen¨¦tica, pero casi todos responden a un patr¨®n: han tenido una vejez muy saludable. Quienes superan los ochenta sin enfermedades relevantes tienen muchas posibilidades de llegar a centenarios.
El helenista Pedro Olalla acaba de publicar un delicioso ensayo titulado De senectute pol¨ªtica. Carta sin respuesta a Cicer¨®n en el que defiende el buen envejecer. ¡°Ser viejo ya no ser¨¢ lo mismo que ha sido hasta hace poco. Seremos j¨®venes durante mucho tiempo. Viviremos en una sociedad ins¨®lita de j¨®venes de todas las edades, con pocos ni?os, pero tambi¨¦n con pocos ancianos decr¨¦pitos¡±. Hemos de romper, dice Olalla, la idea de que vejez es igual a decrepitud. No siempre lo es. ¡°Aspiramos a que, como Georgias a los 107 a?os, podamos decir que no le reprochamos nada a la vejez¡±. Como dec¨ªa el sabio Geleno, ¡°no es viejo quien tiene muchos a?os sino quien tiene mermadas sus facultades¡±. Pero si la vejez se vuelve decr¨¦pita y dolorosa, entonces debe existir la posibilidad de dimitir, como dimiti¨® Goodall tras una larga y cumplida vida.
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