Un magn¨ªfico mal resultado
El l¨ªder de Podemos pierde su mayor¨ªa b¨²lgara en un refer¨¦ndum falsamente victorioso
Deben Iglesias y Montero a su feligres¨ªa una jornada de puertas abiertas. No es cuesti¨®n de convertir la mansi¨®n de Galapagar en la casa del pueblo, pero ser¨ªa hermoso que los militantes pudieran visitar cada 27 de mayo la morada morada. Y revestir de idolatr¨ªa y fetichismo los privilegios que se han concedido los l¨ªderes m¨¢ximos en el regusto de la burgues¨ªa. Todo para la ciudadan¨ªa pero lejos de ella, podr¨ªa acu?arse en el frontispicio del casopl¨®n serrano.
El optimismo con que Pablo Iglesias e Irene Montero han celebrado el plebiscito tanto exagera su liderazgo en Podemos como proporciona a ambos la garant¨ªa de su nueva vida en el chal¨¦ de Galapagar. Hubiera sido un trauma familiar desalojarlos de la dacha cuando ya hab¨ªan empezado a cambiar las puertas y plantar kimjongilas en el jard¨ªn, pero el desenlace de este refer¨¦ndum maximalista y abus¨®n debe hacerles recapacitar sobre el proceso de distanciamiento de la realidad que ambos han emprendido. Iglesias y Montero han desdibujado el dogma sagrado de la democracia participativa para encubrir la operaci¨®n del chal¨¦ en un ejercicio de megaloman¨ªa: exponer Podemos a su virtual desaparici¨®n como chantaje y aval de la operaci¨®n inmobiliaria.
Es la suya una victoria tan inequ¨ªvoca como enga?osa. El 68% de los adscritos revalidan la hegemon¨ªa de la pareja, pero se aleja el veredicto del 80% de fervor que se hab¨ªan impuesto como objetivo Iglesias y Montero, sin olvidar que el rechazo de un tercio de los votantes se a?ade a la pasividad de los dem¨¢s afiliados. Se habla en Podemos de una participaci¨®n r¨¦cord en comparaci¨®n con otras consultas, cuando bien podr¨ªa admitirse que s¨®lo se ha implicado en la mascarada el 38% del cuerpo electoral. O cuando podr¨ªa discutirse el ¨¦nfasis condicionante con que Echenique, secretario de organizaci¨®n, se apresur¨® a denunciar la campa?a de la extrema derecha, el hedor de las cloacas y hasta la coreograf¨ªa conspirativa de los medios de comunicaci¨®n.
Podemos hizo campa?a en una sola direcci¨®n. Y convirti¨® el proceso en un ejercicio de victimismo y en una oportunidad de redimir a Irene y Pablo del linchamiento colectivo. Hubiera sido m¨¢s honesto reflejar la pregunta adecuada -?Aprueba que Iglesias y Montero hayan comprado un chal¨¦ de 600.000 euros con piscina?-, pero conven¨ªa subordinar el esc¨¢ndalo del granito a un planteamiento tan absoluto y tan radical como el parricidio colectivo.
El proceso electoral no se ha ama?ado en el recuento. Se ha ama?ado preventivamente, pues la ¨²nica manera de transigir con el delirio materialista del l¨ªder et¨¦reo y eterno consist¨ªa en coaccionar a la militancia con un planteamiento descomunal. Tan grande es la dependencia de Podemos y su l¨ªder que evacuar a Pablo precipitar¨ªa la agon¨ªa del proyecto. T¨¦cnicamente, Iglesias ha ganado su apuesta. Pero pol¨ªticamente ha encajado un aparatoso contratiempo. No ya porque pierde la mayor¨ªa b¨²lgara que lo consagr¨® en Vistalegre II sino porque el calendario electoral que se avecina no lo confronta a los fieles de Masad¨¢, sino a los cinco millones de votantes que lo ungieron como condotiero de la izquierda.??
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