Pol¨ªtica a sobresaltos
Espa?a ha optado por un sistema de partidos que gravitan sobre l¨ªderes burocr¨¢ticos
Hay un desorden en el sistema nervioso central de la pol¨ªtica espa?ola, o sea, en los partidos, que la predispone a sobresaltos y espasmos casi continuos. Las ¨²ltimas semanas indican la agudizaci¨®n del trastorno. Las direcciones de todos los partidos est¨¢n sometidas a una tensi¨®n insoportable desde que la manifestaci¨®n del 27 de agosto en Barcelona supuso el punto de no retorno de la insurrecci¨®n institucional de la Generalitat.
Esta crisis se sum¨® a dos problemas estructurales. Primero, la tolerancia (o complicidad) de los partidos que han gobernado con redes de corrupci¨®n (y captura de empleos) que parasitan sus organizaciones y administraciones. No todo est¨¢ mal: el aparato judicial y las fuerzas de seguridad funcionan pese a los intentos de cortocircuitar su trabajo. El resultado son sentencias como la del caso G¨¹rtel, el proceso por los ERE en Andaluc¨ªa, la detenci¨®n de Zaplana, el ingreso en prisi¨®n de una expresidenta de las Cortes Valencianas o los registros en la Diputaci¨®n de Barcelona, por citar fogonazos de la ¨²ltima semana (?una semana!).
Segundo, todos los partidos han optado por liderazgos personalistas, anulando los controles internos, es decir, con ejecutivas designadas por los l¨ªderes, sin congresos o reuniones de sus parlamentos internos, listas de candidatos compuestas por personas cooptadas por los dirigentes nacionales, regionales o locales, sin afiliados reales. El resultado es que en los partidos no hay alternativa a los l¨ªderes, ni dirigentes con ideas propias, no hay posibilidad de pedir explicaciones. O sea, la par¨¢lisis: el PP no pudo desembarazarse de Cifuentes hasta que Rajoy lo decidi¨® y soport¨® que en la Asamblea de Madrid enarbolara documentos sospechosos ya entonces. Hoy, soporta a otro dirigente cuyo expediente acad¨¦mico est¨¢ en solfa. El PSOE mantiene una portavoz parlamentaria que pone en duda el art¨ªculo 127 de la Constituci¨®n, que no permite a los jueces afiliarse a los partidos u ocupar cargos pol¨ªticos. Con un pretexto, los afiliados a Podemos fueron convocados a un plebiscito sobre la pareja dirigente cuyos resultados servir¨¢n para imponer una direcci¨®n autocr¨¢tica, algo as¨ª como Per¨®n y Evita. El presidente de la Generalitat rinde visita en Berl¨ªn al expresidente en una escena que recuerda la de C¨¢mpora a Per¨®n en Madrid. En Ciudadanos, un escorzo llev¨® a Rivera a envolverse en la bandera nacional. Estas im¨¢genes evocan el peronismo, s¨ªntomas de una degeneraci¨®n que atajamos o acabamos como Italia.
Los partidos est¨¢n en crisis en todo Occidente, pero no hay otra manera de gestionar una democracia. Por tanto, hay que procurar mejorarlos. El problema es que sus mecanismos internos se han degradado en cuatro d¨¦cadas de democracia para apuntalar liderazgos burocr¨¢ticos y sus s¨¦quitos. Viejos y nuevos, han pasado de organizar congresos cada uno o dos a?os a cada tres o ?cinco!, sus parlamentos internos fueron inutilizados no convoc¨¢ndolos o masific¨¢ndolos, la selecci¨®n de cargos internos o p¨²blicos se ha convertido en mec¨¢nicas de cooptaci¨®n. A nadie interesa vegetar en sus latosas reuniones. Para disimular, algunos han inventado una relaci¨®n l¨ªder-afiliados que anula cualquier control real. En estos partidos no hay manera de debatir sobre pol¨ªtica o el liderazgo de dirigentes desgastados, los mecanismos han sido cegados. Los medios lo han aceptado con naturalidad: informan de rumores y confunden designaci¨®n o cooptaci¨®n con elecci¨®n, tampoco preguntan sobre las reuniones de los parlamentos internos.
No es un problema de una generaci¨®n de pol¨ªticos. Son las organizaciones partidarias. Alemania o EE?UU regulan su funcionamiento con leyes, Gran Breta?a mediante costumbres insoslayables. En Alemania, la Ley de Partidos (1967) prev¨¦ congresos cada dos a?os (en la CDU, anuales), los candidatos a las elecciones los eligen los afiliados en asambleas de distrito o congresos regionales, prev¨¦ la composici¨®n de los parlamentos internos para que no sean controlados por las direcciones. El voto de los diputados es secreto para elegir canciller o en mociones de censura o confianza.
Espa?a ha optado por partidos que gravitan sobre l¨ªderes burocr¨¢ticos, apuntalados por organizaciones inanes. La reforma institucional imprescindible es una ley de partidos que fije las reglas para la competitividad interna entre dirigentes con proyectos reconocibles, que permita acceder a diputados o a dirigentes con posiciones distintas a sus direcciones, apoyados por sus votos, no por cooptaci¨®n.
Jos¨¦ Antonio G¨®mez Y¨¢?ez es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Carlos III.
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