La brecha contin¨²a

La estructura salarial espa?ola, seg¨²n se describe en el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), presenta dos graves desequilibrios. Los salarios han pagado los costes de la reactivaci¨®n econ¨®mica, pero la vuelta al crecimiento no ha significado subidas apreciables para los asalariados. En 2016 la remuneraci¨®n apenas creci¨® el 0,2%; es uno de los factores que mejor explican la desigualdad creciente en Espa?a. En el marco de esta precariedad general destaca la brecha salarial abierta entre las retribuciones de hombres y mujeres. Aunque es cierto que esa brecha se redujo en 2016 en seis d¨¦cimas, lo cierto es que las mujeres cobran el 22,3% menos de sueldo bruto anual que los hombres; que los salarios m¨¢s bajos afectan a dos de cada tres mujeres ocupadas y que existe una tendencia creciente a feminizar sectores de producci¨®n y servicios con el fin de extender los niveles salariales m¨¢s bajos.

No basta con que la diferencia salarial entre hombres y mujeres tienda a disminuir, porque lo hace con una lentitud pasmosa. Tampoco est¨¢ claro que esta reducci¨®n sea una consecuencia de la acertada pol¨ªtica laboral del Gobierno. La percepci¨®n dominante es que el ejecutivo permanece ausente en este caso y se refugia, como en otros, en las ¡°mejoras macroecon¨®micas¡±. La brecha salarial es un grave problema para Espa?a porque la incorporaci¨®n plena de la mujer al mercado laboral es el factor que explica la mejora de los par¨¢metros de renta espa?ola con otros pa¨ªses del entorno. Con Italia, sin ir m¨¢s lejos. Es vital reducirla y suprimirla.

Pero no es posible cumplir este objetivo, ni siquiera a medio plazo, sin una acci¨®n coordinada desde la Administraci¨®n. Hay que aplicar con contundencia los medios de la inspecci¨®n de Trabajo de forma que las leyes se cumplan sin excusas ni ocultaciones. Si se acepta que la ley debe cumplirse, ser¨ªa conveniente organizar oficinas auton¨®micas y estatales para analizar las denuncias de discriminaci¨®n.