Me parece bien
En este peri¨®dico tengo una columna en la que generalmente me suelen parecer mal bastantes cosas. Aqu¨ª todo me va a parecer bien. Va a ser la misma mierda, pero pareci¨¦ndome bien
Lunes
Me he ido enganchando a High Maintenance con la misma obstinaci¨®n con que los personajes se enganchan al protagonista, Ben Sinclair. Es una serie sobre un camello. Como todas, pero ¨¦sta m¨¢s real. A veces la ficci¨®n nos quiere convencer de que si te metes a comerciar con droga acabas como Walter White, Avon Barksdale, Sito Mi?anco o Tony Montana, convertidos en leyendas al estilo de Pablo Escobar. En realidad lo que ocurre es que te dan una bici, te colocan un casco y te pones a pedalear de un lado a otro cargado de droga. Es algo a caballo entre The Wire y el Tour de Francia. High Maintenance retrata a la poblaci¨®n fumadora de Brooklyn a trav¨¦s de su dealer, o eso piensan sus creadores, Ben Sinclair y Katja Blichfeld. En realidad traslada un fuerte mensaje pol¨ªtico sobre el uso y costumbre del carril bici en las grandes urbes.
Katja Blichfeld y Ben Sinclair idearon primero una webserie con poqu¨ªsimos recursos hasta que su ¨¦xito lleg¨® a la HBO. El protagonista en la pantalla es Sinclair (The Guy, el camello), y eso dice que le procur¨® una terrible angustia cuando, sabiendo que la idea y la producci¨®n era compartida, la gente empez¨® a reconocerle s¨®lo a ¨¦l por la calle. Hay una entrevista maravillosa a Sinclair en Vulture acerca de los detalles de la ruptura de su relaci¨®n con Blichfeld, de c¨®mo escribieron juntos una escena en la que ella interpreta a una lesbiana sospechando los dos que eso terminar¨ªa ocurriendo en la vida real, y de c¨®mo, cuando ocurri¨®, siguieron adelante haciendo la serie. Hay un largo y hermoso art¨ªculo de Katja Blichfeld en Vogue contando c¨®mo a los 37 a?os descubri¨® su verdadera sexualidad, c¨®mo Sinclair primero se enfrent¨® a ella (¡°por qu¨¦ has tardado tanto¡±) y c¨®mo ha rehecho su vida con una mujer.
En Vogue, Blichfeld cita a Joan Didion: ¡°El autoenga?o sigue siendo el enga?o m¨¢s dif¨ªcil de vencer. Los trucos que funcionan con los dem¨¢s no sirven de nada en ese callej¨®n trasero bien iluminado donde uno tiene las citas consigo mismo: aqu¨ª no funcionan las sonrisas seductoras, ni tampoco las pulcras listas de buenas intenciones¡±.
En Vulture, Sinclair cita a Oscar Wilde: ¡°Hay s¨®lo dos tragedias en la vida: una es no conseguir lo se quiere, la otra es conseguirlo¡±.
Martes
Vendido el sof¨¢, que ha estado 11 a?os conmigo. La decisi¨®n de desprenderse de ¨¦l se tom¨® despu¨¦s de unir con una l¨ªnea de bol¨ªgrafo todas las quemaduras del cigarro y comprobar que el dibujo que sal¨ªa se parec¨ªa, otra vez, a Jesucristo. Es impresionante la capacidad que tenemos de ver caras de Jes¨²s en cualquier mancha o desperfecto. M¨¢s que un profeta, debi¨® de ser un casero.
El nuevo due?o del sof¨¢ se present¨® con un amigo, y desde el primer momento, tras una r¨¢pida inspecci¨®n, este amigo inform¨® de que el sof¨¢ por la puerta no sal¨ªa. Siempre hay uno as¨ª. No s¨®lo eso: su contribuci¨®n a sacar el sof¨¢ fue la de intentar no sacarlo. En todos los esfuerzos f¨ªsicos hay un momento muy peculiar en que ¨¦stos se dirigen m¨¢s a tener raz¨®n que a conseguir lo que se propone. Empujar hacia afuera deseando que no saliese, as¨ª se pas¨® el hombre toda la tarde. Con tal fuerza de convicci¨®n que nos contagi¨® a todos, y cuando al fin sali¨® el sof¨¢ al pasillo, cuatro horas despu¨¦s, estuvimos a punto de volver a meterlo dentro. Eso mismo pasa muchas veces con el amor.
Mi¨¦rcoles
Llego a la p¨¢gina de Salvaje Oeste (Espasa, 2018) en que Juan Tall¨®n narra mi encuentro con la reina. Admiro a Juan por dos cosas, creo: come como un pajarito y saquea la vida de los dem¨¢s sin pedir permiso. El encuentro se produjo hace cuatro a?os y lo cuento ahora porque la reina dijo que volver¨ªa a llamar y no llam¨® nunca, y a m¨ª me ha dejado tirado mucha gente en la vida, pero una reina nunca. Se celebraba el aniversario de El Mundo en el Ritz, donde nada m¨¢s llegar me hund¨ª en la alfombra y me tuvieron que sacar entre cuatro. Los detalles los ahorro porque no los cont¨® Juan: supongo que los habr¨¢ guardado para el siguiente libro. B¨¢sicamente hablamos de nuestros hijos, de lo que quer¨ªan ser de mayores y todo eso. El m¨ªo, veterinario. La mayor de ella, reina. ¡°Son ni?os¡±, me encog¨ª de hombros. Me pareci¨® una mujer muy informada. Luego supe que en esos c¨®cteles tan pesados para ella prefiere centrar la conversaci¨®n con una persona que estar saludando a 200. Conoc¨ªa Pepitas de Calabaza, la editorial anarquista que me publica, y tambi¨¦n hab¨ªa le¨ªdo en el peri¨®dico el proyecto de futuro que me gustar¨ªa para su hija: veterinaria, como el m¨ªo. Hubo un momento en que nos interrumpi¨® bruscamente una c¨¦lula de pe?afieles encabezada por el mism¨ªsimo Pe?afiel que dec¨ªa, boqueando como un pez sin agua: ¡°Majestad, llevamos muchos a?os sin hablarnos¡±. Hizo tal reverencia que tuvimos que levantarlo entre cinco. Me alej¨¦ discretamente y al cabo de un rato un escolta vino sofocado: ¡°Ha dejado usted sola a su Majestad¡±. ¡°Pero si se ha quedado hablando con Jaime¡± (para entonces ya estaba dentr¨ªsimo). La reina regres¨® caminando por encima de la alfombra como O-Ren Ishii con la katana en la mano y me dijo: ¡°Ven, que te presento a mi marido¡±. ¡°?Pero est¨¢s casada?¡±, pregunt¨¦. Dice Tall¨®n que estas cosas las hago porque siempre hay un novelista rondando por mi vida y es ¨¦l. Me parece bien. Ni siquiera conoc¨ªa a Tall¨®n entonces, pero me sigue pareciendo bien.
En este peri¨®dico tengo una columna en la que generalmente me suelen parecer mal bastantes cosas. Aqu¨ª todo me va a parecer bien. Va a ser la misma mierda, pero pareci¨¦ndome bien.
En su novela, Tall¨®n cambia a la reina por Nancy Reagan. Esa es la diferencia entre el periodismo y la ficci¨®n: la guerra fr¨ªa.
Jueves
El Gobierno premiar¨¢ con 12.000 euros al mejor art¨ªculo extranjero sobre Espa?a; es decir, el que mejor hable de Espa?a. Se trata de exportar algo que ya funciona a pleno rendimiento dentro. Pienso en esos corresponsales mientras el Congreso debate una moci¨®n de censura contra Mariano Rajoy y Mariano Rajoy echa la tarde en un reservado bebiendo whisky, hablando de f¨²tbol y cag¨¢ndose en el PNV. No s¨®lo se est¨¢ desmoronando el PP como se desmoronan las pandillas del instituto, en un botell¨®n, sino la vieja idea de que hablar bien de Espa?a significa hacerlo impl¨¬citamente del Gobierno. En realidad se puede hablar bien de Espa?a hablando mal del Gobierno, e incluso puede estar uno orgulloso de Espa?a porque su Congreso haya tumbado a un Gobierno.
Zidane fuera. C¨®mo no lo vi, c¨®mo no lo vio nadie. D¨®nde est¨¢bamos para pensar que nos estaba entrenando Marco Antonio Boronat. Por qu¨¦ iba a seguir. Con qu¨¦ retienes a quien ya s¨®lo puede perder algo, por poco que sea. Si su ¨²ltimo partido como jugador fue una final del Mundial, por qu¨¦ iba a esperar ahora a una ronda de Copa del Rey, a un par¨®n de selecciones, a un empate en casa.
Domingo
Vista Tres anuncios en las afueras. Ni una detenci¨®n.
Quico Cadaval (el bueno, el gallego): "Mi padre le dijo a un borracho que se re¨ªa mientras contaba un chiste: '?Qu¨¦ chiste vas a contar si no sabes ser un hombre serio?".
Nuevas concentraciones de espa?oles por Espa?a: empieza la pretemporada. Veo sus caras y veo en todas la famosa respuesta del general Mu?oz Grandes. Una vez le preguntaron los alemanes cu¨¢ntos grados bajo cero pod¨ªan aguantar los soldados de la Divisi¨®n Azul. El militar espa?ol respondi¨® sin dudarlo: "Todos".
Lunes
Pepa Bueno en Sevilla en un congreso sobre igualdad organizado por la SER. "Cuando las mujeres toman la palabra en las reuniones hablan muy deprisa, sueltan muchas ideas en poco tiempo, tienen la sensaci¨®n de que deben hacerse valer r¨¢pido y de que ese turno suyo es una oportunidad y no un derecho; el hombre, con media idea, da vueltas sobre s¨ª mismo, se adorna, se explaya, interrumpe". Dice Pepa que lo sabe porque ha llegado a cronometrarlo, y mira su m¨®vil sobre la mesa. Yo tambi¨¦n lo miro de reojo, sofocado.
Hay varios momentos extraordinarios en Masacre, la obra de Marta Calv¨® y Alberto San Juan en el Teatro del Barrio, pero quiz¨¢ el mejor de todos sea fuera, en el peri¨®dico, cuando los titulares econ¨®micos prolongan el guion de esa familia de clase media que quiere construirse sobre una ficci¨®n que la acaba devorando. Como las guerras fr¨ªas, que exigen toda la concentraci¨®n y todo el esfuerzo para nada. Algo parecido a una mudanza que no termina o un amor que no empieza.
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