?tica y pol¨ªtica
Pedro S¨¢nchez no deber¨ªa apearse de la prudencia que exhibi¨® en la moci¨®n de censura cuando limit¨® sus metas a la obtenci¨®n de una cierta normalidad. Los problemas de fondo no pueden abordarse con 84 diputados
Dec¨ªa el profesor L¨®pez Aranguren que los pol¨ªticos en la oposici¨®n suelen hablar de moral y en el Gobierno, en cambio, solo mencionan el poder. Siempre me ha parecido brillante esta observaci¨®n de quien en su d¨ªa fue uno de los referentes intelectuales m¨¢s respetados y menos sectarios de la lucha contra la dictadura, autor por otra parte de un famoso ensayo sobre ¨¦tica y pol¨ªtica.
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Lo sucedido en nuestro pa¨ªs con la moci¨®n de censura y la formaci¨®n del nuevo Gobierno es una prueba m¨¢s de lo acertado del comentario. El ahora ministro de Fomento hizo en el pleno parlamentario un discurso memorable contra la corrupci¨®n del PP, poniendo ¨¦nfasis incluso en su condici¨®n particular de hijo de guardia civil, lo que el¨ªpticamente alud¨ªa a alg¨²n tipo de herencia en su comportamiento moral. En la tradici¨®n aristot¨¦lica la ¨¦tica es la adecuaci¨®n de los medios al fin que se persigue, pero el discurrir del tiempo y el refinamiento intelectual han ense?ado a distinguir entre el mundo de los principios (la ¨¦tica propiamente dicha) y el de las acciones (lo que consuetudinariamente llamamos moral). No corromperse no es un principio de la ¨¦tica, sino m¨¢s bien una transgresi¨®n de la misma, pues vulnera la norma del buen gobierno. Por eso la lucha contra la corrupci¨®n justifica una censura moral y pol¨ªtica a quien se embarr¨® en ella, pero no constituye en realidad un particular programa pol¨ªtico, pues en principio es com¨²n a los de todos los partidos.
Denunciadas las miserias morales del partido m¨¢s votado en los ¨²ltimos comicios, una vez han llegado al Gobierno los reci¨¦n estrenados ministros han hablado pues del poder. La portavoz del Gabinete expres¨® abiertamente los objetivos que persiguen, que no son exactamente los mismos que expresara Pedro S¨¢nchez durante el debate. Mientras el nuevo presidente insisti¨® hasta la saciedad en que pretend¨ªa lograr primero una cierta estabilidad pol¨ªtica y luego convocar elecciones, la actual responsable de Educaci¨®n anunci¨® la voluntad gubernamental de impulsar la agenda social y regenerar la democracia.
El mejor programa para regenerar la democracia es llamar cuanto antes sea posible a las urnas
Me sumo a la generalizada opini¨®n de que el Gabinete enhebrado por S¨¢nchez es mejor de lo que muchos preve¨ªan, lo que ha dado p¨¢bulo a la esperanza en amplios sectores progresistas, seguidores o simpatizantes del mejor de los partidos socialistas, el que normaliz¨® la vida pol¨ªtica espa?ola tras la aventura criminal del golpe del 23-F. El inicial ¨¦xito del actual equipo se debe a que su alineaci¨®n ha superado todas las expectativas; deben cuidarse sus integrantes no resulte que una excesiva ilusi¨®n no satisfecha acabe por defraudar el ¨¢nimo al cabo de unos meses. Los problemas estructurales del pa¨ªs como la crisis territorial, el deterioro de las instituciones, o la superaci¨®n de la desigualdad no pueden abordarse sin un amplio apoyo parlamentario del que el Gobierno carece.
Una de las dificultades por las que atraviesan hoy las democracias representativas es la tendencia de sus demediados l¨ªderes a fijarse objetivos en el corto plazo, mientras los autoritarismos hacen planes que solo han de conseguirse a lo largo de d¨¦cadas. Xi Jinping est¨¢ as¨ª coronando el programa que Teng Hsiao-ping dise?ara hace casi medio siglo. En el entorno de la globalizaci¨®n, los proyectos a pocos a?os vista se parecen al refr¨¢n tan espa?ol de pan para hoy, hambre para despu¨¦s. Qu¨¦ vamos a decir si esos mismos planes apenas tienen un horizonte de meses.
S¨¢nchez no deber¨ªa apearse de la prudencia que exhibi¨® en la exposici¨®n de motivos de la moci¨®n de censura cuando limit¨® sus metas a la obtenci¨®n de una cierta normalidad pol¨ªtica que permita la convocatoria electoral. Contra lo que algunos puedan creer, una excesiva prolongaci¨®n de su mandato lejos de beneficiarle ante las urnas puede acabar con el impulso ahora recibido. Por eso apenas tienen importancia las cr¨ªticas que puedan hacerse a un programa de gobierno todav¨ªa no bien estructurado en el que resaltan carencias que, en otro entorno, resultar¨ªan preocupantes. La ausencia de cualquier alusi¨®n a nuestra pol¨ªtica en Am¨¦rica Latina, en un momento trascendental para el futuro de la misma, o la desubicaci¨®n de la agenda digital, relegada de nuevo a ser un ap¨¦ndice del Ministerio de Econom¨ªa, indican las desmemorias con las que un equipo tan entusiasta como improvisado tiene que lidiar.
Una excesiva prolongaci¨®n de su mandato puede acabar con el impulso ahora recibido
Es comprensible su tentaci¨®n de convertir la acci¨®n del Gobierno en un cap¨ªtulo m¨¢s de la campa?a electoral que ha de venir, pero no resulta muy recomendable sucumbir ante ella. Este pa¨ªs afronta un inmediato calendario judicial de magnitudes considerables en el que son previsibles decisiones que para nada han de contribuir a la estabilidad buscada. Algunos de los problemas pendientes pueden mejorar si cambia el talante de la gobernaci¨®n y quiz¨¢s disminuya la crispaci¨®n ambiente, aunque todav¨ªa no es seguro. Los problemas de fondo, el pacto por la educaci¨®n o por el sistema de pensiones, la vuelta a la normalidad en Catalu?a, la defensa de los intereses espa?oles en el continente americano, el papel de Espa?a en la globalizaci¨®n y en el marco europeo, no pueden abordarse en serio con una minor¨ªa parlamentaria de ochenta y cuatro diputados, una derecha enrabietada desalojada del poder en apenas veinticuatro horas, los partidos fieles a la Constituci¨®n desunidos o trastabillados en torno a lo que haya que hacer respecto al conflicto territorial, y la Monarqu¨ªa sometida al desgaste de ver a un miembro de la familia del Rey tras las rejas.
Su discurso ser¨ªa por eso m¨¢s efectivo si en vez de hablar del poder mantuvieran la fibra moral que les ha llevado hasta ¨¦l, y enunciar los principios, la ¨¦tica que ha de informar la convivencia social en nuestro pa¨ªs. No tanto para insistir en la corrupci¨®n, que bastante har¨¢n si logran que deje de ser sist¨¦mica, porque es dudoso que pueda desaparecer en el corto plazo. Sino para recuperar la fibra moral y la integridad intelectual de la democracia. Y el mejor, si no el ¨²nico, de los programas para regenerarla, es llamar cuanto antes sea posible a las urnas.
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