El boicoteo, arma contestataria
La sociedad marroqu¨ª utiliza las redes sociales para combatir los abusos de tres empresas
Desde hace m¨¢s de diez a?os, la protesta popular es un hecho recurrente en Marruecos. Ha tomado diversas formas: reivindicaci¨®n de clase, denuncia de los abusos, contestaci¨®n pol¨ªtica, exigencia de derechos fundamentales, etc¨¦tera.
En 2011, en la estela de las revoluciones ¨¢rabes, la calle fue escenario de la expresi¨®n de la democracia, de la demanda de igualdad de oportunidades y una mejor redistribuci¨®n de las riquezas. Hace un a?o fue la regi¨®n del Rif la que se rebelaba contra el poder central y, m¨¢s recientemente, la ciudad minera de Jerada conoc¨ªa a su vez un levantamiento de su poblaci¨®n pauperizada y marginada.
En cada ocasi¨®n, el r¨¦gimen del Majz¨¦n y sus fuerzas de seguridad se han ocupado de semejantes accesos de fiebre con una represi¨®n feroz y unas promesas de justicia social jam¨¢s cumplidas.
Si bajo el reinado de Mohamed VI tales luchas se iniciaron en 2007 con manifestaciones contra la carest¨ªa de la vida, este asunto de fondo vuelve a la actualidad, pero esta vez bajo la forma in¨¦dita de un boicoteo virtual, an¨®nimo y escurridizo que, a partir de las redes sociales, llama ahora a la protesta sin tener por ello que pisar el empedrado de las ciudades.
Lo que se plantea de manera crucial es el fracaso del modo de gobernanza, tan querido por Mohamed VI, de la monarqu¨ªa ejecutiva
El punto de mira de esta acci¨®n ciudadana sin precedentes lo constituye la campa?a que tiene como objetivo las estaciones de servicio Afriquia, el agua Sidi Ali y la leche Danone ¡ª tres marcas l¨ªderes del mercado acusadas de imponer precios excesivamente altos¡ª y que ha adquirido tal amplitud que inquieta en grado m¨¢ximo a un Gobierno incapaz de hacerle frente, multiplicando sus pasos en falso, como ha sido el caso del ministro de Finanzas, que con una arrogancia inaudita ha calificado de descerebrados a los boicoteadores.
Si bien la identidad de sus promotores, sus motivaciones y las condiciones de su surgimiento siguen siendo un misterio, el impacto del movimiento a lo largo de semanas, sostenido por las clases medias cuyo poder de compra es el m¨¢s amenazado, da idea de la profunda crisis que afecta a toda la sociedad marroqu¨ª, acentuada por un Estado ultraliberal y negligente, desprovisto de estrategia y que ofrece la percepci¨®n de un reino que ya navega a bulto y sin salvaguardias institucionales.
El modus operandi de la desobediencia civil, que evita la confrontaci¨®n con las fuerzas del orden y su s¨¦quito de intimidaciones, detenciones y condenas, sustituye a los cuerpos intermediarios laminados por un palacio que concentra m¨¢s que nunca la totalidad de poderes.
Esta acci¨®n pac¨ªfica recuerda que los c¨¢lculos pol¨ªticos que desembocaron en una inestable coalici¨®n gubernamental en 2016, sumados a un notorio absentismo del monarca de la escena p¨²blica, han dejado un vac¨ªo que ofrece al pueblo la oportunidad de expresar en la Red su hartazgo respecto al poder establecido.
M¨¢s all¨¢ de la cuesti¨®n social y del desclasamiento de una mayor¨ªa de marroqu¨ªes, lo que se plantea de manera crucial es el fracaso del modo de gobernanza, tan querido por Mohamed VI, de la monarqu¨ªa ejecutiva. Tras la nueva Constituci¨®n de 2011, el palacio, que en alg¨²n momento pareci¨® soltar lastre con respecto a sus prerrogativas reales, pronto se propuso eliminar toda contestaci¨®n a su supremac¨ªa.
Pero hay algo que se olvida demasiado a menudo: cuando Mohamed VI vio que se abucheaba a su r¨¦gimen en la plaza p¨²blica con ocasi¨®n de las revoluciones ¨¢rabes, la principal reivindicaci¨®n que acompa?aba a los esl¨®ganes que reclamaban una monarqu¨ªa parlamentaria se centraba en su retirada del mundo de los negocios. Dos de los ministros m¨¢s poderosos del Gobierno, nombrados para hacer de contrapeso a los islamistas, forman parte de la lista de hombres de negocios con mayores fortunas del pa¨ªs. Una situaci¨®n que engendra conflictos de intereses y que es ampliamente rechazada por el pueblo. En el caso de Aziz Akhannouch, ministro de Agricultura y comod¨ªn de palacio en el seno del Ejecutivo, ya presentido como pr¨®ximo jefe del Gobierno, este ha visto ya hipotecado su futuro en la pol¨ªtica como consecuencia de la campa?a contra su red de distribuci¨®n de carburante. A pesar de las teor¨ªas sobre ajustes de cuentas internos en el serrallo pol¨ªticoecon¨®mico para desencriptar el inesperado fen¨®meno de esta nueva arma de protesta en Marruecos, de lo que trata la cuesti¨®n es de una confrontaci¨®n entre marginados y poderosos. Que es sintom¨¢tica de la fractura entre las ¨¦lites que act¨²an por encima de la realidad y el pueblo an¨®nimo, que, a trav¨¦s de las redes sociales, se ha echado al monte.
Ali Amar es director de Le Desk.Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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