Darles voz
La gente con riesgo de pobreza est¨¢ directamente invisibilizada en el debate p¨²blico
La desigualdad social se refuerza a s¨ª misma. Es m¨¢s, en un entorno de globalizaci¨®n, cambio tecnol¨®gico y envejecimiento demogr¨¢fico, opera como las mareas con el calentamiento. Si no se levantan diques aumentar¨¢ de manera inevitable. Los estudios sobre como atacar las nuevas formas de desigualdad son ampl¨ªsimos, pero a mi juicio el problema no est¨¢ tanto en las recetas ¡ªen general los especialistas est¨¢n de acuerdo¡ª como los equilibrios pol¨ªticos para llevarlas a cabo. Es decir, que haya unos agentes sociales que les den aliento.
En este sentido, un elemento decisivo para el apoyo a la redistribuci¨®n es en qu¨¦ medida existe cierto altruismo basado en experiencias compartidas, algo muy determinado por la distancia relativa en los ingresos entre las clases sociales.
Si en un determinado pa¨ªs las clases medias tienen una distancia de renta reducida con los pobres ser¨¢n m¨¢s propensas a vivir de manera similar, residir en barrios parecidos y llevar a sus hijos a las mismas escuelas. Adem¨¢s, si las distancias entre las clases medias y las pobres son peque?as, siempre hay m¨¢s probabilidades de caer en la pobreza. Por lo tanto, esto ayudar¨ªa a que las clases medias desarrollaran m¨¢s solidaridad con la gente menos acomodada y fuera m¨¢s sensible a los argumentos a favor de la redistribuci¨®n.
Sin embargo, si las clases medias est¨¢n m¨¢s cerca de las altas (y menos de las humildes), entonces incrementa su percepci¨®n de que tambi¨¦n pueden ascender en la escala social, reforzando su afinidad con ellas. Y, por lo tanto, estas clases medias no querr¨¢n necesariamente que el Estado tenga un papel importante atacando las distintas formas de desigualdad.
Pa¨ªses como M¨¦xico, Chile, Estados Unidos, Espa?a o Grecia, seg¨²n indican datos de la OCDE, tienen el 10% de su poblaci¨®n m¨¢s pobre de toda la regi¨®n. Este hecho favorece que, en general, la querencia por un sistema redistributivo en sus sociedades sea menor. Su estructura social est¨¢ construida, en el fondo, en torno a dos tercios ¡ªlas clases medias y las altas¡ª. En Espa?a esto se camufla detr¨¢s de un apoyo un¨¢nime a la redistribuci¨®n en las encuestas mientras que el statu quo no se altere en lo esencial.
Nuestro pa¨ªs, ya antes de la crisis, tiene un Estado de bienestar con una eficacia redistributiva limitada, reforzando la din¨¢mica anterior. Y ni siquiera hablamos de ello. Es m¨¢s, la gente con riesgo de pobreza est¨¢ directamente invisibilizada en el debate p¨²blico. Cuando se critica la brecha generacional, los primeros que hacen audibles sus (leg¨ªtimas) quejas son los universitarios precarios. Sin embargo, ese 19% de estudiantes que no tienen ni la ESO, r¨¦cord en Europa, pasan por debajo del radar siendo infinitas veces m¨¢s vulnerables.
Y quiz¨¢ sea urgente que se empiece a darles voz.
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