Lucy
Ya se han podido determinar los mecanismos exactos por los que act¨²a el LSD como estimulante de la conexi¨®n neuronal
El cerebro humano ha triplicado su tama?o desde que ¨¦ramos chimpanc¨¦s o australopitecos, hace cinco millones de a?os. Durante el mismo periodo, la zona prefrontal del c¨®rtex cerebral, eso que tenemos detr¨¢s de la frente, se ha sextuplicado. Redondeando un poco, la evoluci¨®n del c¨®rtex prefrontal es la evoluci¨®n humana. All¨ª planeamos nuestro comportamiento cognitivo complejo, expresamos nuestra personalidad y tomamos nuestras decisiones. All¨ª se armonizan nuestros objetivos internos con nuestros pensamientos abstractos y nuestras acciones consecuentes. All¨ª est¨¢n mi yo y el tuyo, desocupado lector.
Una percepci¨®n reciente de gran importancia es que una lista interminable de condiciones y enfermedades mentales se asocian a cambios en la estructura del c¨®rtex prefrontal: no en su mera funci¨®n o actividad, sino en el dise?o de sus circuitos, en su hardware. La depresi¨®n, el estr¨¦s postraum¨¢tico y las adicciones comparten las mismas alteraciones estructurales en el c¨®rtex prefrontal: las proyecciones que conectan unas neuronas con otras (axones y dendritas) se retraen y se atrofian. La sede del yo pierde su conectividad caracter¨ªstica. Los aut¨®matas celulares que encarnan nuestra mente dejan de comunicarse y se vuelven una isla biol¨®gica.
La biolog¨ªa evolutiva nos imparte una lecci¨®n testaruda y profunda. Las grandes percepciones sobre la naturaleza humana nos llegan a menudo del estudio de las moscas, los gusanos y otros seres vivos de la gama baja. David Olson, de la Universidad de California en Davis, ha tenido la idea extraordinaria de suministrar LSD (tripi, en la jerga) a las moscas y a las ratas. En ambos casos, la droga hace que las neuronas emitan nuevos axones y dendritas, y por tanto se conecten entre s¨ª con nuevo vigor (Cell Reports). No han hecho los experimentos obvios en humanos ¡ªeso lleva m¨¢s tiempo y papeleo¡ª, pero los bi¨®logos saben que lo que es verdad en moscas y en ratas es casi siempre un universal en todo el mundo animal. Y han podido determinar los mecanismos exactos por los que act¨²a el LSD como estimulante de la conexi¨®n neuronal.
No es aconsejable que los depresivos se ba?en en ¨¢cido para superar su condici¨®n. El remedio puede ser peor que la enfermedad. La idea es que, una vez conocido el m¨¦todo en la locura del LSD, los cient¨ªficos puedan encontrar unas mol¨¦culas eficaces que emulen ese est¨ªmulo y eviten sus efectos colaterales. Esos f¨¢rmacos podr¨¢n curar un mont¨®n de angustias sin necesidad de que Lucy suba al cielo a buscar diamantes.
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