M¨¢s all¨¢ del ¡®Aquarius¡¯
El caso Aquarius no es desgraciadamente el ¨²nico que refleja la tragedia humanitaria que oculta el mar Mediterr¨¢neo
No es una heroicidad evitar que m¨¢s de seiscientas personas que han sido rescatadas en el mar mueran de hambre y sed porque el barco que las ha atendido, de conformidad con lo establecido en la legislaci¨®n internacional, no disponga de la oportuna autorizaci¨®n de un Estado para hacer entrada en un puerto seguro. O, al menos, no creo que debamos aceptar que as¨ª sea. Nos dignifica m¨¢s como sociedad admitir que la compasi¨®n frente al que padece tambi¨¦n puede impulsar a las instituciones p¨²blicas en determinadas circunstancias muy concretas a aliviar, remediar y, si es posible, evitar el sufrimiento humano. A mi juicio, esto es, muy resumidamente, lo que el Gobierno de Espa?a ha hecho ante la reacci¨®n dif¨ªcilmente aceptable en t¨¦rminos morales y jur¨ªdicos del gobierno italiano.
El caso Aquarius no es desgraciadamente el ¨²nico que refleja la tragedia humanitaria que oculta el mar Mediterr¨¢neo. Con todo, el an¨¢lisis de la cuesti¨®n de fondo exige no olvidar que es un objetivo de la Uni¨®n Europea construir un Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia sin fronteras interiores en el que est¨¦ garantizada la libre circulaci¨®n de personas conjuntamente con medidas adecuadas en materia de control de las fronteras exteriores, asilo, inmigraci¨®n y de prevenci¨®n y lucha contra la delincuencia. Para lograrlo, la Uni¨®n Europea dispone de un poder de actuaci¨®n que comparte con los Estados miembros y que comprende una atribuci¨®n expresa de competencias suficiente como para poder garantizar una pol¨ªtica com¨²n en materia de inmigraci¨®n, asilo y control de fronteras adecuada a los desaf¨ªos a los que Europa tiene que hacer frente. Tambi¨¦n, por tanto, el relativo al de aquellos flujos migratorios que proceden de su frontera sur. Una frontera particularmente compleja de gestionar por la cercan¨ªa geogr¨¢fica con pa¨ªses con los que existe una diferencia notable en t¨¦rminos de desarrollo econ¨®mico, que ofrecen una inestabilidad pol¨ªtico-institucional importante, en los que abundan los conflictos armados o en los que proliferan redes criminales y terroristas.
No hay nada que invite a pensar que un gesto como el ofrecido por el Gobierno de Espa?a en este caso vendr¨¢ acompa?ado de un cambio en la configuraci¨®n actual del modelo de control de fronteras. Este movimiento pol¨ªtico, tan celebrado por la ciudadan¨ªa, no s¨®lo puede pretender impactar de forma sustantiva en la vida de esas seiscientas personas que pronto llegar¨¢n a territorio espa?ol. Tambi¨¦n debe aspirar a influir en la jerarqu¨ªa con la que se ordenan los temas de inmigraci¨®n y asilo en la agenda europea. M¨¢s dif¨ªcil es, sin duda, pretender que la Uni¨®n modifique el tipo de soluciones que viene ofreciendo. El desaf¨ªo, aunque loable, no parecer¨ªa muy realista. Basta con comprobar c¨®mo las posiciones de los Estados ni siquiera est¨¢n alineadas. Con todo, es responsabilidad ¨²ltima de quien gobierna no desaprovechar ninguna oportunidad de las que ofrece la realidad para, al menos, intentarlo.
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