Espa?a tiene pendiente su m¨¢s larga transici¨®n
El ministerio dedicado al medio ambiente ha sido como el Guadiana, que aparec¨ªa y desaparec¨ªa en funci¨®n de los gustos del presidente del Gobierno de turno
Resulta curioso el nombre adoptado para uno de los nuevos ministerios del Gobierno de Espa?a: para la Transici¨®n Ecol¨®gica. Tal denominaci¨®n inducir¨ªa a pensar que se trata de un departamento coyuntural para cambiar el modelo energ¨¦tico antes de volver a echar el cierre. Nada m¨¢s pr¨®ximo a la realidad de la pol¨ªtica espa?ola y nada m¨¢s lejos de la realidad medioambiental. Porque, por un lado, el ministerio dedicado al medio ambiente ha sido como el Guadiana, que aparec¨ªa y desaparec¨ªa en funci¨®n de los gustos del presidente del Gobierno de turno, como si el asunto fuera secundario, y, por otro lado, el mundo industrializado no tiene probablemente por delante una tarea m¨¢s gigantesca y de largo recorrido que transformar su modelo energ¨¦tico. La aparente transitoriedad de su cometido es un espejismo.
El problema de Espa?a, como ocurre en otros pa¨ªses, es que rara vez se emprenden acciones a largo plazo. Y la dificultad est¨¢ en que lograr un crecimiento sostenible necesita, para empezar, una pol¨ªtica sostenida en el tiempo. Es un cambio profundo y trascendental imposible de acometer, adem¨¢s, sin grandes inversiones. China se ha convertido en pocos a?os en la primera potencia mundial y tambi¨¦n en l¨ªder en energ¨ªas renovables, pero para conseguirlo ha echado mano de pol¨ªticas decididas y de chequera. Solo el a?o pasado invirti¨® 131.300 millones de euros en energ¨ªa solar, una fuente inagotable muy abundante en Espa?a, por cierto, donde, sin embargo, no se aprovecha todo su potencial.
Una cierta hipocres¨ªa ha reinado tradicionalmente en las pol¨ªticas medioambientales espa?olas. El pa¨ªs se ha sumado a casi todos los acuerdos mundiales o europeos contra el cambio clim¨¢tico para, a rengl¨®n seguido, ocuparse de otras cosas a la vuelta a casa. Firm¨® el Acuerdo de Par¨ªs y a los dos a?os ya se hab¨ªa convertido en uno de los cuatro pa¨ªses que m¨¢s hab¨ªa aumentado sus emisiones de CO2, el gas m¨¢s perjudicial para el calentamiento global.
Algunos pa¨ªses, como Francia o Alemania, se han tomado el desaf¨ªo mucho m¨¢s en serio y nos llevan unos cuantos a?os de ventaja. La tarea es inmensa. Porque no se trata solo de sembrar enchufes por doquier para favorecer el veh¨ªculo el¨¦ctrico o de instalar m¨¢s molinos de viento. Hay que cambiar el modo de vida, hay que construir mejor para reducir el consumo de calefacciones y aires acondicionados, hay quiz¨¢ que viajar menos (el transporte a¨¦reo es un gran contaminante), reciclar mucho m¨¢s y subvencionar nuevas tecnolog¨ªas que ayuden a reducir emisiones y, de paso, sit¨²en a la industria nacional en el club de la excelencia y la innovaci¨®n.
La Uni¨®n Europea acaba de adoptar el ambicioso objetivo de lograr que en 2030 el 32% de la energ¨ªa provenga de renovables. Eso significa casi duplicarla en apenas 12 a?os. La flamante ministra para la Transici¨®n Ecol¨®gica, Teresa Ribera, se sum¨® al acuerdo el pasado d¨ªa 11 en Estrasburgo, tras las resistencias que impon¨ªa el Gobierno de Mariano Rajoy. ¡°Espa?a est¨¢ de vuelta¡±, proclam¨®. Solo el tiempo dir¨¢ si el eslogan casa o no con el pa¨ªs de siempre, el que cambia de posici¨®n seg¨²n la legislatura y no se toma en serio sus problemas de desertificaci¨®n, sequ¨ªas y dependencia energ¨¦tica.
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