Solo falta cont¨¢rselo al Papa
Las monjas son la principal fuerza de la Iglesia Cat¨®lica en la Amazonia
El pasado 8 de junio, el Vaticano divulg¨® un documento que sugiere la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres mayores casados y conferir a las mujeres alg¨²n ¡°tipo de ministerio oficial¡± en la Amazonia. El documento se prepar¨® para un encuentro en 2019 de obispos y representantes cat¨®licos de los nueve pa¨ªses que tienen una parte de su territorio en la selva y apunta la necesidad de llevar a cabo ¡°propuestas atrevidas¡± para afrontar la falta de curas en una regi¨®n de 7,5 millones de kil¨®metros cuadrados. Tambi¨¦n hace notar que la presencia de la Iglesia cat¨®lica se ha vuelto ¡°precariamente escasa¡± en la selva.
A pesar de los notables esfuerzos del papa Francisco, la Iglesia cat¨®lica es demasiado lenta. Mientras cardenales y obispos discuten entre paredes, una legi¨®n de monjas misioneras garantiza desde hace d¨¦cadas la presencia cat¨®lica en las zonas de mayor conflicto, tanto en la Amazonia como en otras regiones del planeta. Aunque los hombres de la Iglesia no lo admitan ni en el confesonario, las mujeres de la Iglesia son las que les disputan las almas a las denominaciones evang¨¦licas pentecostales y neopentecostales, que se multiplican a una velocidad acelerada en los asentamientos de peque?os agricultores, comunidades extractivas y aldeas ind¨ªgenas.
Tambi¨¦n son ellas las responsables de la organizaci¨®n y resistencia de los m¨¢s pobres ante los grileiros (ladrones de tierras p¨²blicas), los proyectos de explotaci¨®n minera y las grandes obras. Los periodistas que cubren el ¨¢rea de conflictos ambientales suelen bromear que detr¨¢s de cada lucha hay una monja. Algo que va mucho m¨¢s all¨¢ de la Amazonia.
En Brasil, que alberga la mayor parte de la selva, si la presencia cat¨®lica todav¨ªa tiene resonancia se debe en gran medida a estas misioneras. Son ellas quienes defienden los derechos de los m¨¢s pobres, muchas veces con la vida, como le sucedi¨® a Dorothy Stang, asesinada en 2005 por defender el acceso de los campesinos a la tierra. Hoy, hermanas misioneras tan combativas como ella contin¨²an su trabajo en la cada vez m¨¢s explosiva regi¨®n de Anapu, en el Estado de Par¨¢, poniendo su cuerpo en la mira de los sicarios.
Hay algo m¨¢s, solo mencionado entre susurros en la Iglesia cat¨®lica. Las monjas son mucho menos propensas a esc¨¢ndalos sexuales que los curas, las sospechas de pedofilia son escasas. Tambi¨¦n est¨¢n m¨¢s unidas y, para quien las sigue de cerca, son m¨¢s astutas pol¨ªticamente. Al ocupar un lugar central, los curas se muestran m¨¢s vulnerables a las vanidades humanas en regiones donde la tentaci¨®n viene de todas partes. Como sucede en las m¨¢s diversas ¨¢reas, tambi¨¦n en la Iglesia las mujeres ostentan el protagonismo en las luchas lejos del Vaticano. Alguien tiene que cont¨¢rselo al santo hombre.
Traducci¨®n: Meritxell Almarza.
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