La guerra del PP y ¡®Don Sebasti¨¢n¡¯ Feij¨®o
El proceso de renovaci¨®n en el PP arranca con un mal indicio: m¨¢s que aspirantes a suceder a Rajoy, parece haber aspirantes a que otros fracasen al intentarlo
Cuando esta ma?ana se agote el plazo de candidaturas para reinar en G¨¦nova, ¡®a la hora se?alada¡¯ ¨Cque es como se tradujo High Noon en el cono sur, aqu¨ª Solo ante el peligro: la cuenta atr¨¢s antes de comenzar a dispararse¨C en el PP las sensaciones ser¨¢n m¨¢s inquietantes que estimulantes. El proceso de renovaci¨®n arranca con un mal indicio: m¨¢s que aspirantes a suceder a Rajoy, parec¨ªa haber aspirantes a que otros fracasen al intentarlo. Antes que sana rivalidad para que se imponga la democracia interna, suenan tambores de guerra; y quiz¨¢ no ser¨¢ guerra sin cuartel pero s¨ª guerra de guerrillas, esa cosa tan espa?ola, de Viriato al Empecinado, de minar al rival hostig¨¢ndolo en un proceso de desgaste, filtrando insidias, manipulando en las redes¡ Y hay donde morder, entre los errores catalanes y los errores barreneros en diferido.
Rajoy lleg¨® al mando por la v¨ªa equivocada, un dedazo de Aznar, pero se ha ido por la v¨ªa correcta, dejando que se resuelva votando. Sin duda ¨¦l entendi¨®, mejor que nadie, la condena que para ¨¦l ha supuesto ser hijo de un dedazo: arrastrar consigo, inevitablemente, el pecado original de la corrupci¨®n aznarista. De ah¨ª la importancia de poner fin a la pr¨¢ctica del dedazo. El proceso ser¨¢ un cortafuegos moral para inaugurar una nueva ¨¦poca, aunque va a resultar traum¨¢tico para un partido sin costumbre, a diferencia del PSOE, al que incluso un choque tan duro como el de sanchistas y susanistas ya le cogi¨® curtido, por lo sucedido en los noventa entre felipistas y guerristas que les parti¨® el alma, para saber coser las heridas. El PP va a tener que pasar por ah¨ª.
Otro acierto de Rajoy, durante estos a?os, fue apostar por una vieja lecci¨®n de mando elevada a dogma por Napole¨®n: es mejor no tener un delf¨ªn, porque antes o despu¨¦s aspirar¨¢ a sucederte, sino tener dos, ya que eso les har¨¢ vigilarse entre ellos, hacerse un marcaje f¨¦rreo, incluso odiarse, m¨¢s o menos cort¨¦smente pero odiarse, en lugar de odiarte a ti. Y eso ha sucedido entre S¨¢enz de Santamar¨ªa y Cospedal. Ninguna ha discutido a Rajoy; se han discutido entre s¨ª. Ninguna ha debilitado a Rajoy; se han debilitado entre s¨ª. Ninguna se cree mejor que Rajoy; solo mejor que la otra. Ahora tendr¨¢n su duelo al sol, y m¨¢s all¨¢ de las buenas palabras, se tienen ganas. Los dem¨¢s candidatos quedar¨¢n ensombrecidos por ese choque S¨¢enz de Santamar¨ªa vs Cospedal que puede marcar ¨¦poca, como los Ali vs Frazier o los Sugar Ray Robinson vs Jake LaMotta.
S¨®lo quedaba una inc¨®gnita: la apuesta tercerista. Bauz¨¢ era el nombre en la reserva, aunque pareci¨® superado por los acontecimientos. Casado se ha propuesto ocupar ese espacio, pero llega d¨¦bil por sus enredos acad¨¦micos y Aznar no es el mejor aval. De la Serna se ha limitado a anticipar la tendencia a la atomizaci¨®n en torno a las duelistas, aunque el sistema de doble vuelta arrastrar¨¢ el desenlace al congreso. Entretanto, y a medida que haya desgaste, seguramente va a crecer la melancol¨ªa en el partido: ¡°con Feij¨®o esto no hubiera pasado¡±. En definitiva, en el PP puede germinar el fen¨®meno del sebastianismo, ese sentimiento portugu¨¦s provocado por la desaparici¨®n del muy amado infante don Sebasti¨¢n en la batalla de Alcazarquivir (1578); a partir de ah¨ª se cre¨® el mito de que alguna vez regresar¨ªa para redimirlos. No hay que descartar que acabe por aflorar en el PP un cierto sebastianismo confiando en que Feij¨®o, descartado por razones oscuras en estas primarias de 2018, regresar¨¢ alguna vez para la redenci¨®n. De momento, van a la guerra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.