Tabla rasa
Los genes est¨¢n implicados en el desarrollo del cerebro y su estructura sin¨¢ptica.
La psicolog¨ªa del siglo XX ha estado dominada por el mito de la ¡®tabula rasa¡¯, que sostiene que el ser humano nace como una pizarra en blanco, libre de sesgo biol¨®gico alguno y preparada como una esponja para absorber los flujos incesantes de la cultura y el entorno, que son al final los que estructuran nuestra mente. El psic¨®logo norteamericano B. F. Skinner (la B es de Burrhus, aunque esto no suele decirse), muerto en 1990, fue el m¨¢ximo exponente de esa doctrina, llamada ¡®behaviorismo¡¯, aunque su fama entre el gran p¨²blico se debi¨® m¨¢s bien a su invenci¨®n del Air Crib, una cuna insonorizada, esterilizada y acondicionada que, seg¨²n ¨¦l, aportaba el entorno ¨®ptimo para el crecimiento hasta los dos a?os de vida del ni?o. Son las ideas raras a las que conduce la religi¨®n de la tabla rasa.
Ning¨²n animal nace como una pizarra en blanco, y los humanos no ¨ªbamos a ser la excepci¨®n. Desde Cop¨¦rnico, una de las principales ocupaciones de la ciencia ha sido destronarnos de esa condici¨®n de excepcionalidad que nos empe?amos en sostener contra los vientos y las mareas de la realidad. Ni somos el centro del sistema solar, ni de la galaxia, ni del universo ni del multiverso. Tampoco somos el cl¨ªmax de ninguna creaci¨®n ni la perla de la biolog¨ªa. No somos m¨¢s que un chimpanc¨¦ algo rarito. Todos los talentos humanos de los que estamos tan orgullosos como especie ¨Cel lenguaje, la matem¨¢tica, la poes¨ªa, la ciencia y el arte¡ª hunden sus ra¨ªces en el pasado de la especie, y mucho m¨¢s all¨¢.
Un corolario de todo esto es que nuestra inteligencia viene afectada por los genes. Si esto te suena raro, es que eres v¨ªctima de una superstici¨®n psicol¨®gica. Son los genes quienes construyen nuestro cerebro durante el desarrollo fetal ¨Cpor eso los perros no aprenden idiomas ni aunque los metas media vida en el Air Crib de Skinner¡ª, quienes rigen la proliferaci¨®n de nuestras neuronas y la formaci¨®n de nuestras sinapsis. Cuando aprendemos algo, son esos mismos genes quienes se reactivan para generar nuevas sinapsis y circuitos. ?C¨®mo no va a haber genes de la inteligencia, por el amor de Dios? Sostener eso es como creer en los ectoplasmas.
Danielle Posthuma, jefa de gen¨¦tica de la Universidad de Vrije, en ?msterdam, acaba de demostrar la existencia de 1.016 genes asociados a la inteligencia. Est¨¢n implicados en el desarrollo del cerebro y su estructura sin¨¢ptica, y sus variantes tienen que ver con el alzheimer, la esquizofrenia, el d¨¦ficit de atenci¨®n y otras penalidades. Esa es la verdad. Lo dem¨¢s son cunas climatizadas.
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