Migraci¨®n compartida

Las ciudadanas y los ciudadanos de la Uni¨®n Europea hemos vivimos durante este siglo, de forma ininterrumpida hasta estos ¨²ltimos a?os, en un espacio de libre circulaci¨®n interior, que exige un alto grado de cooperaci¨®n entre los Estados miembros. Este espacio com¨²n de libertad, seguridad y justicia presupone el control com¨²n de las fronteras exteriores y exige un sistema europeo de asilo y una pol¨ªtica de migraci¨®n compartida y, en el mismo nivel, la lucha contra el racismo y la xenofobia. Las bases est¨¢n fijadas por los tratados, nuestra norma fundamental, desde hace dos d¨¦cadas. Pero su desarrollo ha estado marcado por la tensi¨®n permanente entre los impulsos hacia la integraci¨®n prevista y las fuertes resistencias nacionales.

Esta din¨¢mica no es nueva y no es atribuible a la llegada de los demandantes de asilo hace tres a?os, ni al aumento de la movilidad de personas, tan consustancial a nuestro mundo como la de bienes o capitales. La pol¨ªtica europea de inmigraci¨®n sigue siendo un mandato no cumplido y el sistema de asilo adolece de fuertes desequilibrios y dificultades desde mucho antes de 2015. Los ¨²ltimos flujos nos han encontrado sin los deberes hechos y han puesto en evidencia tr¨¢gicamente la fragilidad del sistema.

Durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, los Estados europeos han apoyado en sede comunitaria aquellos avances que ofrec¨ªan beneficios evidentes, a la vez que intentaban externalizar sus costes. Esta estrategia ha llegado a su l¨ªmite. No podemos seguir diciendo que la migraci¨®n es una cuesti¨®n europea y no nacional. En la Uni¨®n, ning¨²n problema com¨²n deja de ser nacional, menos a¨²n cuando se refiere a pol¨ªticas para las que los Estados se han reservado no pocas prerrogativas. La decisi¨®n de acoger a las personas en peligro rescatadas por el Aquarius en Espa?a lo demostr¨® de una forma clara.

Ning¨²n acuerdo es posible ante una fuerza t¨®xica y destructiva que, siempre que ha conseguido acudir a su cita con la historia europea, ha provocado las m¨¢s horrendas cat¨¢strofes

Avanzar hacia soluciones sostenibles tiene como precondici¨®n la voluntad de trabajar dentro del marco jur¨ªdico de la Uni¨®n. Las decisiones tomadas por el Consejo Europeo empujan en esta direcci¨®n. Pero para salir de la crisis pol¨ªtica que vivimos debe mantenerse el compromiso con los acuerdos en el ¨¢mbito dom¨¦stico, aun cuando pueda resultar costoso en el corto plazo. No hay sistema, por bien dise?ado que est¨¦, que resista la mala fe de una mayor¨ªa de sus miembros, ni acuerdo posible con quienes no comparten siquiera sus principios.

Sabemos desde hace mucho tiempo qu¨¦ debemos hacer para salir de esta situaci¨®n. Por un lado, debemos reconocer el fracaso del Sistema de Dubl¨ªn y, m¨¢s que retorcerlo como hace la actual propuesta de reforma, avanzar hacia un sistema europeo. Este debe permitir una primera decisi¨®n sobre qui¨¦n puede acceder a ¨¦l y despu¨¦s determinar d¨®nde se hace efectiva la acogida y protecci¨®n de las personas refugiadas, como defend¨ªamos hace tres a?os en esta misma tribuna. Romper el principio de territorialidad nacional del asilo puede parecer dif¨ªcil, pero es lo ¨²nico compatible con nuestro actual grado de integraci¨®n y, vista la situaci¨®n, no perdemos nada intent¨¢ndolo, al contrario.

Debemos tener una pol¨ªtica de migraci¨®n compartida, tal como dicen los tratados. El gobierno de las pol¨ªticas de inmigraci¨®n y asilo debe ser multinivel, y tambi¨¦n transversal. Migraci¨®n y asilo deben estar presentes en pr¨¢cticamente todas las formaciones del Consejo de Ministros de la UE, y no solo o principalmente en el Consejo de Interior, que ha mostrado reiteradamente sus l¨ªmites en la materia. Pol¨ªtica social, desarrollo territorial, prevenci¨®n de conflictos y crisis que generan migraciones forzadas y una nueva mirada a nuestro entorno, al Mediterr¨¢neo y a ?frica que, m¨¢s all¨¢ de los tradicionales postulados de la cooperaci¨®n, incorpore la movilidad y las nuevas comunidades transnacionales como motores de desarrollo para todos son algunas de las cuestiones que deber¨ªan desarrollarse, de forma com¨²n o entre un grupo m¨¢s reducido de Estados.

Se?alar la puerta de salida a quienes no est¨¦n dispuestos a completar el espacio de libertad, seguridad y justicia es una opci¨®n para seguir avanzando, aunque ser¨ªan deseables consensos lo m¨¢s amplios posible. Eso s¨ª, dentro del marco que establecen nuestras normas y principios, que incluyen la prevenci¨®n y lucha contra el racismo. Ning¨²n acuerdo es posible ante una fuerza t¨®xica y destructiva que, siempre que ha conseguido acudir a su cita con la historia europea, ha provocado las m¨¢s horrendas cat¨¢strofes. La Uni¨®n naci¨® para impedirlo.

Anna Terr¨®n es presidenta de Instrategies.