PNV, el precio de la desmemoria
?C¨®mo ¡°atender al principio de legalidad¡±, imponiendo ¡°derecho a decidir¡±?
Por obvias razones de inter¨¦s econ¨®mico y pol¨ªtico, el PNV ha avalado la estabilidad del gobierno socialista, de ser posible hasta 2020. Necesita recoger los frutos de unos presupuestos tan generosos y de paso frenar a Ciudadanos. Am¨¦n de cobrar un nuevo peaje, haci¨¦ndose con la Seguridad Social. Parad¨®jicamente esa actitud no representa un paso adelante para la inclusi¨®n plena de los nacionalistas en el sistema constitucional, sino que se ve acompa?ada por una iniciativa en direcci¨®n opuesta, al reivindicar una soberan¨ªa vasca asoci¨¢ndose con Bildu. Algo que dif¨ªcilmente se entiende si pensamos en la cordialidad que presidiera el ¨²ltimo encuentro Urkullu-S¨¢nchez.
A estos efectos conviene releer el texto elaborado el 5 de mayo ¨²ltimo por el PNV, como ¡°propuesta de conceptos a incluir en el Nuevo Estatus Pol¨ªtico¡±. Supone una muestra m¨¢s de otra paradoja: la extinci¨®n definitiva de ETA como organizaci¨®n se ha visto acompa?ada por su supervivencia pol¨ªtica e ideol¨®gica en la sociedad vasca. Y nada mejor para comprobarlo que la comuni¨®n de prop¨®sitos exhibida por PNV y Bildu, por Ort¨²zar y Otegui, con sus gotas de Podemos, en la multitudinaria cadena humana del domingo d¨ªa 10 de mayo.
La movilizaci¨®n fue un gran ¨¦xito y de car¨¢cter festivo, proclamando una y otra vez que el ¡°derecho a decidir¡±, l¨¦ase autodeterminaci¨®n, constituye una exigencia democr¨¢tica. Los convocantes y los celebrantes olvidaron el peque?o detalle de que el ejercicio de la autodeterminaci¨®n solo tiene sentido si se trata de obtener la independencia, o su paso previo, y que de momento desean ese desenlace menos de un tercio de los vascos. Claro que en el pensamiento de los protagonistas pol¨ªticos del acto anida sin duda la idea de que tambi¨¦n a comienzos de la d¨¦cada el independentismo era muy minoritario en Catalu?a, y que bastan los sucesivos ejercicios de manipulaci¨®n del discurso y las movilizaciones para alcanzar la meta catalana. En sus palabras, Urkullu se ha distanciado de esa v¨ªa de progresiva ruptura, aunque est¨¢ impulsando con fuerza su puesta en marcha. Hay una aparente contradicci¨®n entre su advertencia de que una reforma de la Constituci¨®n requerir¨¢ mucho consenso, y la petici¨®n a S¨¢nchez de m¨¢s ¡°autogobierno y bilateralidad¡±.
De ah¨ª que sea preciso recordar que el nacionalismo democr¨¢tico de hoy y el de ETA (y Bildu) tienen unos or¨ªgenes comunes en la matriz sabiniana, los cuales, seg¨²n muestra el proyecto del PNV siguen vivos en aspectos esenciales. Sin cambios de fondo en la concepci¨®n del Pa¨ªs Vasco, el partido de Ort¨²zar se mantiene fiel a la l¨®gica ignaciana que patentara Arzalluz, consistente en entrar con el enemigo para salir ventajosamente consigo mismo. Y con buenos frutos, tal y como prueban sus recientes maniobras.
A lo largo de la transici¨®n el p¨¦ndulo oscil¨® entre el distanciamiento pragm¨¢tico del PNV respecto de ETA, polo positivo, y en el polo opuesto, la inclinaci¨®n hacia la transigencia, cuando no a la protecci¨®n y a la asociaci¨®n con el cerco social al ¡°enemigo¡± decretado por la banda. Incluso en Lizarra, llegando a la alianza con eso que los antiguos jelkides siguen llamando ¡°la violencia¡±. Entre tanto el PNV se presentaba como adalid del ¡°di¨¢logo¡± y las soluciones ¡°pol¨ªticas¡±.
La realidad sigui¨® otro camino, con ETA destruida por las actuaciones judiciales y policiales, m¨¢s Francia. No acab¨® con ETA una sociedad vasca que nunca fue el sujeto activo de su desmantelamiento. As¨ª pudo esa misma sociedad pasar de manera indolora, y tambi¨¦n mayoritaria, a conformarse con la reconciliaci¨®n basada en el olvido y no ¡°la venganza¡± (o en la amalgama de unos y otros como culpables y v¨ªctimas).
Sin autocr¨ªtica alguna en PNV y ETA, que hab¨ªan conquistado para el nacionalismo la hegemon¨ªa electoral e ideol¨®gica sobre la sociedad vasca. El nacionalismo sabiniano, convenientemente limado, se impuso por maceraci¨®n. ETA pudo ser vencida en cuanto organizaci¨®n terrorista, pero la presencia de sus visiones mitol¨®gicas y maniqueas sobrevivi¨®, y no solo en Bildu, sino en el discurso de un PNV que ahora retoma amablemente la senda de Ibarretxe.
De otro modo, no cabr¨ªa entender la cascada de desprop¨®sitos integrados en la Propuesta de Nuevo Status Pol¨ªtico. As¨ª se nos dice que hay un pueblo, Euskal Herr¨ªa, con ¡°identidad propia¡±, depositario ¡°de un patrimonio ling¨¹¨ªstico, cultural y jur¨ªdico propio, que ha pervivido a lo largo de la historia¡±. Cuando lo que muestra esa historia es la fragmentaci¨®n vasca, la presencia de las culturas y las lenguas francesa y espa?ola, y qu¨¦ decir del marco jur¨ªdico-constitucional.
Del Estatuto, valorado positivamente, no pasan a su reforma sino a una confederaci¨®n decidida desde Euskadi, unilateralmente, en virtud de su ¡°derecho a decidir¡±. De paso, la Propuesta afirma que ¡°el Pueblo Vasco es una Naci¨®n¡±. ?Desde cu¨¢ndo referido a Euskal Herria? ?Conocen los redactores algo de la historia real de las zazpi Euskalerriek, las componentes de las actuales Euskadi, Navarra e Iparralde,que como el poeta Orixe en su viejo canto dan por unificadas?
Una vez m¨¢s, el PNV busca la piedra angular de su proyecto en ¡°la actualizaci¨®n de esos derechos hist¨®ricos vascos que la Constituci¨®n de 1978 ampara y respeta¡±. Solo que la adicional primera fija que tal actualizaci¨®n debe darse ¡°en el marco legal de la Constituci¨®n y de los Estatutos de autonom¨ªa¡±. Desde aqu¨ª toda la argumentaci¨®n es torticera, desembocando en una contradicci¨®n insalvable: ?C¨®mo ¡°atender al principio de legalidad¡±, imponiendo ¡°derecho a decidir¡±? Al partir de la desmemoria de los a?os de plomo, con ETA fundida en el correspondiente cocktail de ¡°violencia pol¨ªtica¡±, y del falseamiento del derecho y la historia, no cab¨ªa esperar otro resultado. P¨¦simo augurio, por encima de la aparente sensatez.
Antonio Elorza es profesor de Ciencia Pol¨ªtica.
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