Catalu?a en Washington
Torra act¨²a m¨¢s como un activista visceral que como un l¨ªder electo
La actuaci¨®n del president de la Generalitat, Quim Torra, en el acto preliminar del festival cultural organizado en Washington por el Smithsonian Institution, y dedicado este a?o a Catalu?a y Armenia, ha conllevado la cancelaci¨®n de los discursos oficiales durante la ceremonia de inauguraci¨®n. Una presencia que, como la del m¨¢ximo responsable de la Generalitat, deb¨ªa dar realce a un acontecimiento en el que la cultura catalana era la protagonista ha servido, por el contrario, para ofrecer la imagen de una Catalu?a obsesionada por la identidad nacional hasta el extremo de que sus dirigentes son incapaces de observar una m¨ªnima compostura y dignidad institucionales. No son solo los ciudadanos de Catalu?a, independentistas o no, quienes seguramente sienten consternaci¨®n ante el hecho de que el president se pusiera en situaci¨®n de ser tratado como un alborotador por los servicios encargados de la seguridad del festival, impidi¨¦ndole regresar a la sala que hab¨ªa abandonado entre c¨¢nticos y gritos para, a continuaci¨®n, sumarse a un pu?ado de manifestantes; tambi¨¦n pueden sentirla, y sin duda la sienten, los ciudadanos comprometidos con las instituciones de la Constituci¨®n del 78 que, sin ser catalanes, conciben la Generalitat como parte fundamental del sistema pol¨ªtico que garantiza las libertades de todos. Ni a unos ni a otros ten¨ªan Torra y su s¨¦quito el derecho de enfrentar a semejante bochorno.
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En poco m¨¢s de una semana, el mismo president que ha ofrecido un espect¨¢culo impropio de la responsabilidad institucional que tiene encomendada, ser¨¢ recibido en La Moncloa por el nuevo presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez. Aunque el origen de la cita es protocolario, el contexto la ha cargado de una relevante dimensi¨®n pol¨ªtica, en la medida en que puede marcar un punto de inflexi¨®n en un contencioso que parec¨ªa condenado a enquistarse. A juzgar por la gesticulaci¨®n realizada en Washington, el ¨²nico que parece no haber tomado conciencia de ello es el president de la Generalitat. Desde luego, no contribuye a que la tome el hecho de que no se considere a s¨ª mismo investido por el voto mayoritario del Parlament de Catalu?a, sino por el secesionista y, adem¨¢s, requiera el visto bueno espiritual de un dirigente huido de la justicia al que reverencia como a un caudillo, hasta el punto de no ocupar siquiera el despacho que le corresponde. Adem¨¢s, Torra parece actuar desde el convencimiento de que la declaraci¨®n unilateral de independencia coloc¨® a la Catalu?a de los secesionistas en una situaci¨®n de empate con el Estado. Ser¨ªa una interpretaci¨®n piadosa si no fuera porque el supuesto empate es en realidad el rotundo fracaso de la v¨ªa unilateral con la que ¨¦l amaga todav¨ªa, puesto que a la vista est¨¢ que la Constituci¨®n sigue en vigor en Catalu?a y que Catalu?a no es independiente. Aunque eso s¨ª, gracias al programa de la independencia que Torra no renuncia a imponer por v¨ªas de hecho a la mayor¨ªa de catalanes que lo rechaza es hoy una Catalu?a m¨¢s dividida, m¨¢s crispada y m¨¢s recelosa de su futuro.
La actuaci¨®n del president de la Generalitat dentro y fuera de Espa?a, m¨¢s propia de un activista visceral que de un l¨ªder electo, deja poco margen para que la reuni¨®n que mantendr¨¢ dentro de dos semanas con el presidente del Gobierno pueda ser un ¨¦xito. Lo que Torra no parece haber advertido es que en este caso el fracaso est¨¢ excluido, puesto que frente a una idea oscurantista de Catalu?a como la que ¨¦l ha escenificado en Washington, existe otra idea democr¨¢tica y ciudadana que hoy por hoy es la mayoritaria y a la que, por tanto, nadie est¨¢ obligado a renunciar.
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