Despu¨¦s de la cumbre
El Consejo Europeo deja un resultado pobre y una oportunidad mal aprovechada
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Llamada a Europa (24-6-2018)
La m¨¢s controvertida cumbre europea de los ¨²ltimos a?os deja a los ciudadanos un sabor agridulce. M¨¢s agrio que dulce, porque algunos de los principios democr¨¢ticos y solidarios b¨¢sicos de la UE se han puesto en entredicho. Y porque la ambig¨¹edad de las conclusiones aplaza el juicio definitivo sobre los acuerdos al momento en que entren en vigor, a sus modalidades y a sus detalles. Dado su tono poco conclusivo, ser¨¢ m¨¢s relevante c¨®mo se concreten los pactos que ¨¦stos en s¨ª mismos. As¨ª que la poscumbre se avizora m¨¢s decisiva que el propio Consejo Europeo, lo que abre rendijas a la esperanza de corregir el rumbo.
Los partidarios de la Europa de las libertades y el progreso; la sociedad civil organizada para defender los derechos humanos; y las oeneg¨¦s comprometidas con la solidaridad deber¨¢n ser muy vigilantes para defender una aplicaci¨®n de los brumosos pactos en un sentido democr¨¢tico y de cohesi¨®n europea, y no de regresi¨®n e introspecci¨®n nacional y endog¨¢mica.
Es cierto que la escasa cosecha es m¨¢s dulce que la eventual implosi¨®n de la Uni¨®n, que en alg¨²n momento se percibi¨® como riesgo real. Un mal acuerdo suele ser menos indeseable que un frontal desacuerdo. Y tambi¨¦n es cierto que algunos valores b¨¢sicos amenazados por los populistas m¨¢s extremos han sido salvados: as¨ª sucede con la ratificaci¨®n del principio de que todo n¨¢ufrago (y m¨¢s en aguas propias) debe ser salvado y rescatado por los barcos m¨¢s cercanos y llevado al puerto de referencia. Esta norma del derecho mar¨ªtimo medieval (Consolat de mar), incorporada al derecho internacional moderno, ha sido ratificada frente a quienes pretend¨ªan abolirla. As¨ª como la vigencia del derecho de asilo para los fugitivos de reg¨ªmenes dictatoriales.
Pero otros valores europeos han quedado menoscabados. As¨ª ocurre con el principio de responsabilidad (o igualdad de deberes de cada Estado miembro), pues se ha dejado al arbitrio de cada uno la decisi¨®n de establecer centros de acogida. As¨ª puede suceder tambi¨¦n con el espacio interno de libre circulaci¨®n de personas ¡ªdel que Schengen es arquitrabe¡ª consagrado desde siempre en los tratados europeos, y ello por culpa de las ¡°devoluciones¡± de refugiados en las migraciones secundarias, las que se producen desde el Estado miembro de destino a aquel al que lleg¨® el inmigrante. Algo que Alemania busca orquestar mediante acuerdos bilaterales.
El nuevo sistema es peor que el anterior de las reubicaciones por cuotas nacionales, pero ¨¦ste nunca funcion¨®. Se pretende que el nuevo incremente su eficacia con la ayuda de plataformas exteriores en pa¨ªses norteafricanos, que actuar¨ªan como un primer filtro (subvencionado), a la manera de lo orquestado con Turqu¨ªa. Pero parece haber pocos candidatos para la tarea y demasiadas dudas sobre la protecci¨®n de los derechos de los migrantes.
Tampoco el cap¨ªtulo econ¨®mico-monetario del Consejo Europeo da para alegr¨ªas. Los acuerdos son minimalistas, recelosos y de una ambici¨®n tan roma que el escudo protector de la eurozona a medio construir resulta vulnerable a reveses de empaque. Si no del todo perdida, esta ha sido desde luego otra oportunidad mal aprovechada.
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