Baj¨®n patri¨®tico
El incidente con dos jugadores turcos y la crisis de Gobierno por la inmigraci¨®n arrojan sombras sobre Alemania
Lo peor de nosotros, los alemanes, es que no sabemos disfrutar y que no nos caemos especialmente bien unos a otros. Contemplamos llenos de a?oranza a los pueblos que tienden a lo liviano, bueno y hermoso. ?C¨®mo nos gustar¨ªa ser ellos! Acostumbramos a salir de esta hosca melancol¨ªa con los grandes torneos futbol¨ªsticos. El Mundial es la ¨²nica ocasi¨®n en la que los alemanes suelen permitirse una bocanada de patriotismo desacomplejado. En estas cuatro semanas rige el estado de excepci¨®n: es entonces cuando las banderas no se dejan en manos de los radicales de derechas, es entonces cuando el alem¨¢n medio se olvida del pudor y se obliga, por entusiasmo, a decir ¡°nosotros¡±.
Pero este a?o todo ha sido distinto. Era un verano de Mundial y los ¨¢nimos ya estaban por los suelos antes de que la selecci¨®n volara a Rusia. Se hab¨ªa infiltrado una desaz¨®n generalizada. Todo est¨¢ en crisis: el Gobierno, la pol¨ªtica de refugiados, Europa, la relaci¨®n transatl¨¢ntica y la relaci¨®n con Putin y Erdogan. Todo esto se destil¨® desde el primer d¨ªa en el torneo: no hab¨ªa despreocupaci¨®n, sino un ¨¢nimo sombr¨ªo.
El f¨²tbol y la pol¨ªtica siempre han ido parejos, pero eso fue algo especialmente llamativo en el actual Mundial: la pol¨ªtica empez¨® a eclipsar al propio acontecimiento. Comenzamos con los silbidos desde los grader¨ªos alemanes contra Mesut ?zil y ?lkay G¨¹ndogan. Ambos jugadores de la selecci¨®n alemana, con ra¨ªces turcas, se hab¨ªan atra¨ªdo la hostilidad del p¨²blico por una visita a Erdogan, de todo punto innecesaria, antes de comenzar el Mundial. La genuflexi¨®n, foto para la prensa incluida, fue ya el colmo cuando G¨¹ndogan escribi¨® en la camiseta que entreg¨® al mandatario turco: ¡°Para mi presidente Erdogan¡±.
Los ¨ªdolos de la vanguardia futbol¨ªstica alemana pod¨ªan hacer pocas cosas peores contra el acomplejado patriotismo de su naci¨®n. Est¨¢bamos tremendamente orgullosos de nuestra mestiza selecci¨®n, que con el ¨¢guila en el pecho trasladaba al mundo una imagen tan fresca y grata del pa¨ªs. El de ?zil se consideraba un caso de integraci¨®n ejemplar, pero de repente... ?alta traici¨®n ante el sult¨¢n de Ankara! Precisamente ante Erdogan, que encierra a sus cr¨ªticos, chantajea a Europa con los refugiados y que, pese a su pertenencia a la OTAN, hace causa com¨²n en Siria con Putin. Quien juega en la selecci¨®n alemana debe saber d¨®nde est¨¢ su presidente. La gesti¨®n de la crisis de ?zil y G¨¹ndogan con la visita que hicieron al presidente alem¨¢n, Frank-Walter Steinmeier, no sirvi¨® ya de nada. La duda se hab¨ªa sembrado entre la hinchada alemana: ¡°?No juegan por nosotros! ?Quiz¨¢ ni siquiera haya un nosotros!¡±. La prudencia aconseja, pues, que regresemos todos a nuestro mal humor habitual.
Tambi¨¦n la crisis de Gobierno proyect¨® su larga sombra sobre el Mundial. En sus 13 a?os en el poder, Merkel se ha convertido en una especie de mascota de la selecci¨®n. Su j¨²bilo desma?ado en los palcos conmov¨ªa a millones de alemanes que, en su mayor¨ªa, apenas saben qu¨¦ hacer con sus propias emociones. En el Mundial, la canciller ¡ªde expresi¨®n por lo general m¨¢s bien contenida¡ª manifestaba sus sentimientos, con lo que daba el saque inicial al resto de nuestra reservada naci¨®n: ¡°?Ahora todos a divertirse!¡±.
Pero en vez de acudir a Sochi, alegr¨¢ndose para nosotros y para las c¨¢maras, Merkel se qued¨® en Berl¨ªn durante la fase inicial. Evitaba as¨ª al inmaculado aut¨®crata Putin. Y sobre todo, intentaba hasta donde le era posible salvar su mandato. En ning¨²n canal se habla ahora de otra cosa que no sea la crisis de los refugiados, como si el pa¨ªs no tuviera m¨¢s preocupaciones. No cabe duda de que la continua entrada de solicitantes de asilo sin limitaci¨®n alguna sobrecarga nuestro Estado de derecho y dificulta una convivencia libre de fricciones. Por eso se demanda que se reflexione sobre su limitaci¨®n. Pero esto aleja el foco de una pregunta incomparablemente m¨¢s importante: ?c¨®mo integramos a los que ya est¨¢n aqu¨ª? ?C¨®mo hacemos de ellos patriotas fieles a la Constituci¨®n, para que luego brillen en la selecci¨®n o al menos celebren sus triunfos?
Antes los coches desfilaban por las calles tras una victoria. Hoy solo salen las caravanas cuando Erdogan gana las elecciones turcas y los partidarios del AKP en Alemania sacan las banderas. Es del todo evidente que tenemos un problema considerablemente mayor que la tonter¨ªa de ?zil o que nos hayan echado en la ronda inicial del Mundial.
Silke M¨¹lherr es subdirectora de Internacional del diario berlin¨¦s Die Welt.
Traducci¨®n de Jes¨²s Albor¨¦s Rey.
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