Maternidad: mejor adelantarla que retrasarla
Tal como evoluciona el mercado de trabajo, es muy probable que el tiempo de gestar y el de consolidaci¨®n profesional se solapen
Cada vez son m¨¢s las mujeres que deciden retrasar la maternidad a la espera de tiempos m¨¢s favorables. Es sin duda una conducta adaptativa, con la que pretenden sortear la incertidumbre o la precariedad laboral y la necesidad de dedicar todas las energ¨ªas a una carrera profesional plagada de dificultades. Pero ?es esta la mejor estrategia posible si se quiere realmente tener hijos? Alison Wolf, economista e investigadora de la relaci¨®n entre educaci¨®n y mercado de trabajo en el King¡¯s College de Londres, defiende que puestos a adaptarse y optimizar las oportunidades, mejor tener los hijos a los veinte que a los cuarenta. Sostiene que tener los hijos antes les permitir¨¢ llegar m¨¢s lejos y m¨¢s alto que si retrasan la decisi¨®n porque, tal y como evoluciona el mercado de trabajo, es muy probable que el tiempo de maternidad y el de consolidaci¨®n profesional se solapen. Y al final, una de dos: o renuncian a tener hijos, o los tienen en las peores condiciones posibles.
Pero la conveniencia de adelantar la procreaci¨®n es algo ahora mismo totalmente contraintuitivo y no figura en el horizonte cultural de las nuevas generaciones. A diferencia de las anteriores, en las que se tend¨ªa a tener hijos independientemente de la situaci¨®n econ¨®mica, las nuevas generaciones no se lanzan a la aventura de ser padres si no se cumplen unas condiciones muy exigentes. La tasa de fecundidad es menor en las mujeres con mayor nivel de estudios. Pero el problema no afecta solo a las mujeres. Los hombres m¨¢s formados retrasan ahora, igual que las mujeres, la edad de la primera paternidad.
Un estudio de Elena Vidal-Coso y Pau Miret-Garmundi (Revista Espa?ola de Investigaciones Sociol¨®gicas, octubre 2017) muestra c¨®mo la percepci¨®n de inseguridad laboral juega un papel determinante en las decisiones reproductivas. La mayor dedicaci¨®n de las mujeres a formarse y a construir su carrera profesional aumenta el coste de oportunidad de ser madre. Es decir, que han de pagar un precio mayor en t¨¦rminos de oportunidades e ingresos perdidos. Por eso muchas mujeres posponen la maternidad hasta tener un horizonte profesional consolidado.
La decisi¨®n de retrasar la maternidad, que individualmente puede ser comprensible, tiene efectos devastadores a nivel colectivo. La ca¨ªda de la natalidad est¨¢ muy relacionada con la menor tasa de fecundidad y aunque afecta desde los a?os ochenta a toda Europa, es en los pa¨ªses del sur donde m¨¢s se ha hundido. Con 1,3 hijos por mujer, Espa?a tiene una tasa de fecundidad de las m¨¢s bajas del mundo, hasta el punto de que se la clasifica en el apartado ¡°baja entre las m¨¢s bajas¡± (lowest-low fertility).
En apenas dos generaciones, de abuelas a nietas, hemos pasado de un patr¨®n de maternidad temprana a otro de maternidad tard¨ªa. La edad media en que las espa?olas tienen ahora su primer hijo es de 32,1 a?os. Y eso es una media, lo que quiere decir que muchas apuran hasta el l¨ªmite de su reloj biol¨®gico. La creciente precariedad, la inseguridad laboral y la incertidumbre profesional provocan que muchas mujeres pospongan su maternidad y acaben fracasando o desistiendo de su deseo, pues cuanto m¨¢s tarde lo intentan, menos probabilidades tienen de quedar embarazadas. Cambiar este patr¨®n exigir¨¢ pol¨ªticas atrevidas con muchos esfuerzos en muchas direcciones.
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