Hay que poner m¨¢s cuidado
Am¨¦rica Latina y El Caribe reclama servicios para una poblaci¨®n dependiente en aumento como consecuencia del proceso de envejecimiento acelerado de los ¨²ltimos a?os
El proceso de envejecimiento acelerado que est¨¢n experimentando los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe ha convertido la dependencia y el cuidado de los mayores en temas de m¨¢xima preocupaci¨®n. Si bien esta regi¨®n a¨²n no ha llegado al grado de envejecimiento de Europa, Estados Unidos o de algunos pa¨ªses del sudeste asi¨¢tico, su poblaci¨®n se est¨¢ haciendo mayor a una velocidad que no tiene precedentes. En estos momentos, seg¨²n un estudio publicado por el Observatorio del Envejecimiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 11% de los latinoamericanos mayores de 60 a?os es dependiente y esta cifra, as¨ª como la intensidad de la dependencia, aumenta con la edad, especialmente entre las mujeres.
Los Gobiernos de esta parte del mundo se enfrentan al desaf¨ªo de apoyar a las familias y dise?ar pol¨ªticas p¨²blicas que respondan al aumento de las necesidades de cuidado. Hace un par de d¨¦cadas, los pa¨ªses desarrollados se vieron ante este mismo reto y desarrollaron sus sistemas de cuidado mediante una serie de instituciones y pol¨ªticas de apoyo a la dependencia sustentadas por sistemas s¨®lidos de seguridad social y en el marco de un estado del bienestar consolidado.
Pero la realidad institucional que presentan los Gobiernos de Am¨¦rica Latina y el Caribe es muy distinta. Sus sistemas de salud muestran carencias importantes y los servicios sociales son, en el mejor de los casos, incipientes. Por otra parte, tambi¨¦n las sociedades han cambiado. Las familias, que son las principales proveedoras de cuidado, son m¨¢s peque?as y la atenci¨®n a las personas con dependencia se distribuye entre menos personas. Las mujeres, que tradicionalmente han asumido la tarea de cuidar dentro del hogar, participan cada vez m¨¢s en el mercado laboral y no pueden seguir actuando como agentes informales de cuidado.
En Am¨¦rica Latina y el Caribe, solamente Uruguay ha desarrollado un sistema formal de cuidados aunque otros pa¨ªses ya apuntan pol¨ªticas que aspiran a una atenci¨®n integral de las personas con dependencia. En todos ellos el sector privado suele ofrecer algunos servicios centrados, generalmente, en los niveles de ingresos m¨¢s altos, mientras que las organizaciones sin ¨¢nimo de lucro intentan atender las necesidades de aquellos que tienen menos.
En Am¨¦rica Latina y el Caribe, solamente Uruguay ha desarrollado un sistema formal de cuidados
Los Gobiernos que aspiren a dise?ar un sistema de cuidados han de plantearse varias cuestiones fundamentales. En primer lugar, qui¨¦n va a necesitar esos servicios y qui¨¦n los necesita m¨¢s. Para esto es importante que establezcan criterios de elegibilidad y de prioridad claros. El principal criterio es el grado de dependencia y, para esto, se requiere adoptar instrumentos que la midan. Otros aspectos que pueden ayudar a encauzar bien los recursos del sistema de cuidados son la edad, los ingresos y los activos de las personas con dependencia.
En segundo lugar, hay que definir los servicios a financiar en un sistema formal de cuidados desde una perspectiva macro y despu¨¦s, a escala micro, facilitar el acceso a las opciones que se adec¨²an m¨¢s a la persona con dependencia y a su familia. Las opciones disponibles incluyen servicios en el domicilio, en centros de d¨ªa, en residencias institucionales y teleasistencia, esta ¨²ltima como una alternativa de apoyo en conjunci¨®n con los servicios en el domicilio. Existe una tendencia a favorecer el cuidado en el hogar dado que, en general, los servicios en el propio hogar tienen un menor coste y las personas prefieren permanecer en sus casas. Sin embargo, los servicios institucionales desempe?an un papel importante en un sistema integral y pueden ser los m¨¢s adecuados, e incluso los m¨¢s asequibles, para algunas personas con dependencia severa.
Promover y asegurar la calidad de los servicios debe estar sobre la mesa desde el primer momento en que se piensa c¨®mo dise?ar un sistema. El papel de las autoridades pol¨ªticas es el de promover y asegurar la calidad de los servicios, la eficiencia en el gasto p¨²blico y la equidad en el acceso. La experiencia internacional indica que con independencia de que los gobiernos opten por proveer directamente los servicios, subcontratarlos o entregar transferencias para comprarlos, existe una presi¨®n ciudadana para que el Estado regule los cuidados. Los recursos humanos son un aspecto crucial para la calidad de la atenci¨®n y un ¨¢rea en donde existen grandes retos. Las personas que trabajan en este sector se encuentran en condiciones de trabajo precarias, carecen de entrenamiento y tienen pocas perspectivas de desarrollo profesional.
La lecci¨®n m¨¢s importante es que hay que diversificar las fuentes de recursos
Por ¨²ltimo, aunque existen varias estrategias para financiar los costes del cuidado, los impuestos son la forma de financiaci¨®n p¨²blica m¨¢s utilizada por los Gobiernos y hacen frente al 52% de los gastos que suponen los sistemas de cuidado. Con todo, la lecci¨®n m¨¢s importante aprendida de la experiencia internacional es que hay que diversificar las fuentes de recursos considerando el aseguramiento social, los impuestos y tambi¨¦n las contribuciones de los hogares.
Entender la demanda de servicios de cuidado y las alternativas que tienen las familias es fundamental para el bienestar de una sociedad, especialmente en ¨¦pocas de grandes cambios demogr¨¢ficos. Ya sean servicios p¨²blicos, ofrecidos por el sector privado o los cuidados que brindan las familias directamente, todos ellos han de estar regidos por el principio com¨²n de garantizar la calidad y evitar la exclusi¨®n social, especialmente en una regi¨®n tan heterog¨¦nea y de tantos contrastes como Am¨¦rica Latina y el Caribe.
Marco Stampini es especialista l¨ªder en protecci¨®n social en el?Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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