La brutalidad del lenguaje y el declive europeo
Las instancias de poder han abusado de las expresiones pol¨ªticamente correctas durante d¨¦cadas
Quiz¨¢ hasta el momento haya sido Martin Schulz el pol¨ªtico europeo que con mayor precisi¨®n ha puesto el dedo en la llaga sobre el deterioro de las instituciones democr¨¢ticas en general y las de la Uni¨®n en particular. Lo ha definido con una expresi¨®n digna de elogio: el lenguaje pol¨ªtico brutal, cuando penetra en el debate parlamentario y los centros de gobierno, es una amenaza para la supervivencia de la democracia. Aunque en su reflexi¨®n podemos echar a faltar los motivos de esa deriva populista que ¨¦l denuncia y que afecta a izquierda y derecha. La brutalidad del lenguaje pol¨ªtico es reacci¨®n casi inevitable frente a las expresiones pol¨ªticamente correctas de las que han venido abusando durante d¨¦cadas las instancias de poder.
La mayor parte de los an¨¢lisis de comentaristas independientes han puesto de relieve el fracaso, apenas mitigado, de la reciente cumbre de Bruselas, en la que se aplaz¨® cualquier medida que pudiera significar un avance en la uni¨®n monetaria y fiscal o en los mecanismos de salvaguarda de estabilidad financiera. Pero dif¨ªcilmente escucharemos un reconocimiento sin matices de esta derrota por parte de los responsables pol¨ªticos. Tambi¨¦n se tomaron decisiones sobre la inmigraci¨®n, como la instalaci¨®n de plataformas de acogida en pa¨ªses terceros (nuevo eufemismo para describir los campos de refugiados) que har¨¢ enrojecer de ira y de verg¨¹enza a cuantos siguen creyendo en que el proyecto de la Uni¨®n Europea descansa en la defensa de valores democr¨¢ticos irrenunciables. De hecho, los compromisos adoptados en este terreno no est¨¢n dirigidos tanto a resolver el problema como a intervenir en la pol¨ªtica interna alemana, en defensa de la continuidad de Merkel en la canciller¨ªa, aun a costa de renunciar a sus convicciones de anta?o respecto a una pol¨ªtica de puertas abiertas para los refugiados.
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En una entrevista concedida a varios diarios, entre ellos EL PA?S, Schulz demandaba una respuesta progresista frente a la ofensiva destructora del populismo. La debilidad de las instituciones europeas no procede sin embargo solamente de las amenazas y demandas demag¨®gicas de los populistas, sino tambi¨¦n de la incapacidad de las autoridades de la Uni¨®n y de las de los pa¨ªses miembros a la hora de reformar sus propias estructuras, v¨ªctimas de la burocracia y el anquilosamiento, y en las que el d¨¦ficit democr¨¢tico denunciado tradicionalmente por Reino Unido sigue siendo una realidad.
Todos hemos visto bromear en el pasado al presidente Juncker con el primer ministro h¨²ngaro llam¨¢ndole ¡°mi dictador favorito¡± y es exasperante la lentitud en la toma de decisiones frente a un Gobierno como el polaco, que ha terminado por vulnerar un principio tan te¨®ricamente intocable en las democracias como la separaci¨®n de poderes. Tambi¨¦n seguiremos mirando hacia otro lado ante los acontecimientos en Turqu¨ªa en justa retribuci¨®n, y previo pago, a la contenci¨®n de los flujos migratorios hacia nuestras costas. Por lo dem¨¢s, la deriva autoritaria de los Gobiernos del centro y el este del continente, los vetos de los pa¨ªses n¨®rdicos y Holanda a los avances necesarios en la construcci¨®n de la uni¨®n monetaria, y las consecuencias del Brexit amenazan con producir la evanescencia del proyecto europeo. A este paso, acabar¨¢ siendo poco m¨¢s que una zona de libre comercio tal y como siempre so?aron los brit¨¢nicos.
El recurso al establecimiento de pactos bilaterales o trilaterales para encarar la cuesti¨®n migratoria, habida cuenta de la incapacidad de establecer una pol¨ªtica com¨²n, la ausencia de una estrategia y una acci¨®n coordinada en pol¨ªtica exterior y de seguridad, hasta el punto de que Francia ya sugiere la creaci¨®n de un operativo de defensa multilateral al margen de la propia Uni¨®n, son otros tantos s¨ªntomas que ponen de relieve la debilidad actual de las instituciones, sometidas al cortoplacismo de los intereses de los partidos que integran sus respectivos Gobiernos nacionales.
El proyecto europeo se ve amenazado por el abandono de los valores cl¨¢sicos que impulsaron su fundaci¨®n
En recientes visitas a diversas capitales, he escuchado elogios a nuestro pa¨ªs por parte de numerosos l¨ªderes extranjeros, habida cuenta de la inexistencia entre nosotros de partidos xen¨®fobos o antieurope¨ªstas. Siendo esto ¨²ltimo cierto, lo primero no lo es tanto. El nacionalismo supremacista, como el que abiertamente representa el actual presidente de la Generalitat, es una forma de xenofobia tan denigrante e incivil como cualquier otra. Y la vulneraci¨®n de la legalidad democr¨¢tica en algunas resoluciones del Parlamento de Catalu?a resulta tan recusable como la que ha llevado a cabo la C¨¢mara polaca con sus leyes sobre la administraci¨®n de Justicia.
Aunque la restauraci¨®n del proyecto democr¨¢tico no es competencia ni deber exclusivo de la izquierda, es verdad que tiene una especial responsabilidad ante la involuci¨®n conservadora, y una oportunidad tambi¨¦n de recuperar el espacio perdido en defensa del modelo europeo de la sociedad del bienestar. Esta es fruto de un pacto ya casi secular entre los democratacristianos y los socialistas, g¨¦nesis de un bipartidismo del que ahora son v¨ªctimas esas mismas formaciones, pues su esclerosis sist¨¦mica y su endogamia les han alejado de las preocupaciones de los ciudadanos. Los partidos conservadores aparentan una mayor capacidad de resistencia envueltos en las banderas nacionales y parapetados en el ¨¦xito del crecimiento econ¨®mico.
La contrarrevoluci¨®n progresista que demanda Schulz exige a la izquierda un renovado compromiso con las instituciones democr¨¢ticas y un rechazo activo de cualquier nacionalismo excluyente. No solo en la expresi¨®n de su solidaridad y respeto para con los desheredados que arriban a nuestras playas. Tambi¨¦n en la defensa de la igualdad de todos los ciudadanos sin discriminaciones de ninguna especie, incluidas las ling¨¹¨ªsticas.
El proyecto europeo se ve amenazado m¨¢s que por el ascenso de los populismos y nacionalismos excluyentes, por el abandono de los valores cl¨¢sicos que impulsaron su fundaci¨®n. La pol¨ªtica migratoria ser¨¢ piedra de toque de sus comportamientos. Esperemos que a la brutalidad del lenguaje que ahora nos invade no prosiga la de las acciones en defensa de los intereses del poder.
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