M¨¢scaras

Esa soy yo jugando con dos gatas. Esa soy yo cenando con tres amigos y ri¨¦ndome como un lobo. Esa soy yo leyendo el Tao (¡°todo ascenso degrada pues nos agita lograrlo y nos agita perderlo¡±). Esa soy yo un martes, mirando un partido del Mundial. Esa soy yo bromeando con el verdulero acerca de la horrible calidad de las papayas que me vende. Esa soy yo hablando con el carnicero que se recupera de un accidente (se golpe¨® la cabeza, la mitad del cuerpo le qued¨® paralizada, su mujer y su hijo manejan la carnicer¨ªa desde enero). Esa soy yo amasando pan, preparando rouille de pimientos rojos, metiendo un pescado en el horno. Esa soy yo en el barrio chino comprando panko. Esa soy yo llevando en brazos a la hija reci¨¦n nacida de unos amigos. Esa soy yo poniendo naftalina y lavanda en los placares. Esa soy yo dando una clase de tres horas un lunes por la noche. Esa soy yo respondiendo una entrevista por Skype. Esa soy yo recibiendo a un plomero y, despu¨¦s, al hombre de DHL. Esa soy yo viajando hacia un penal de la provincia, y esa soy yo de pie en el patio del penal conversando con dos presos durante horas. Esa soy yo en una casa enorme y lujosa de un barrio privado. Esa soy yo haciendo abdominales sobre el piso de granito. Esa soy yo arrancando tr¨¦boles de las macetas del balc¨®n. Esa soy yo cortando la primera orqu¨ªdea del a?o, poni¨¦ndola en un florero, olvid¨¢ndola un segundo despu¨¦s. Esa soy yo leyendo un libro de poemas de Charles Simic. Esa soy yo respondiendo correos electr¨®nicos. Esa soy yo escuchando el concierto n¨²mero 21 de Mozart en el teatro Col¨®n. Esa soy yo en un bar de moda donde sirven tragos en frascos de mayonesa. Esa soy yo en un avi¨®n, mirando una pel¨ªcula. ?Verdad que no parezco una mujer que est¨¦ pregunt¨¢ndose, a cada paso, todo esto para qu¨¦? No deja de ser asombroso.