La intuici¨®n cosmol¨®gica de Van Gogh
Con la pintura 'La noche estrellada', el artista holand¨¦s se anticipa con sorprendente lucidez a los estudios del matem¨¢tico Andr¨¦i Kolmogorov acerca de los fluidos turbulentos
Van Gogh no fue pintor por vocaci¨®n, sino por desesperaci¨®n. La realidad siempre fue para ¨¦l un impacto de fuerzas arquet¨ªpicas que se revelaban con una vitalidad febril, pongamos que dolorosa. De ah¨ª el caos que acecha en cada una de sus pinceladas.
Cuentan que en uno de aquellos ataques, el pintor se cort¨® la oreja y se la entreg¨® a una prostituta con la que manten¨ªa una relaci¨®n turbulenta. Tiempo despu¨¦s, Van Gogh ingresar¨ªa en el manicomio de Saint Paul de Mausole desde donde pintar¨¢ uno de sus cuadros m¨¢s el¨¦ctricos. Lo titul¨® La noche estrellada y en ¨¦l destaca la intensidad de los remolinos que desprenden los cuerpos celestes; cabelleras luminosas que abrasan los cielos y que se identifican con el dibujo de la nebula Whirlpool -o Galaxia del Remolino- que realizar¨ªa en 1845 el astr¨®nomo William Parsons.
Tal y como se?ala el doctor Jos¨¦ Luis D¨ªaz G¨®mez en uno de sus libros (Frente al cosmos, Editorial Herder), el citado dibujo de William Parsons fue una imagen muy difundida en la ¨¦poca, por lo tanto es muy posible que el pintor se inspirara en ella. Hay que recordar que William Parsons -tercer Conde de Rosse- fue inventor de un gigantesco telescopio. Se trataba de un artilugio tan aparatoso que, para ser movido, necesitaba un complejo mecanismo de poleas andamios y plataformas as¨ª como ayuda humana, por lo cual se le conocer¨ªa como el Leviat¨¢n de Parsonstown, aludiendo a la poblaci¨®n situada a unos ciento cincuenta kil¨®metros de Dubl¨ªn, donde se encuentra el castillo de Birr que era donde Parsons viv¨ªa y experimentaba. El invento de Parsons fue muy renombrado, tanto es as¨ª que Julio Verne lo cita en una de sus novelas (De la Tierra a la Luna) como el mayor telescopio de la ¨¦poca.
De esta manera, con el esfuerzo que llevaba consigo mover el telescopio, William Parsons pudo concretar las turbulencias nocturnas, aproxim¨¢ndose a ellas con el tubo de su telescopio, hasta poder dibujar al detalle la estructura espiral de la nebulosa descubierta en 1773 por el cazador de cometas Charles Messier. Es f¨¢cil imaginar que el citado dibujo llegase hasta Van Gogh, pues el pintor era aficionado a la astronom¨ªa y su curiosidad le llev¨® a interesarse no s¨®lo por el mapa celeste, sino tambi¨¦n por los colores de las estrellas.
Por lo dicho, es muy posible que Van Gogh tuviese conocimiento del trabajo del astr¨®nomo William Parsons y que el dibujo de la nebula Whirlpool atravesase las capas m¨¢s profundas de su inconsciente hasta desatar la turbulencia interior que envolv¨ªa su vida. Es f¨¢cil que al afrontar la realidad de la noche, desde su ventana del manicomio, el pintor percibiese el remolino de su locura sobre el cielo nocturno. Todo es posible. Sin embargo, que el pintor conociese el dibujo que realiz¨® William Parsons no es algo que le venga a restar intuici¨®n cient¨ªfica a Van Gogh, sino todo lo contrario.
Porque tal y como vinieron a demostrar los estudios realizados en el a?o 2006 por un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas de la Universidad Aut¨®noma de M¨¦xico, conjuntamente con la Universidad de Oxford, las turbulencias pintadas por Van Gogh eran reproducciones de precisi¨®n matem¨¢tica. Para llegar a tal conclusi¨®n, se analizaron las fluctuaciones del campo de luminancias de la imagen pict¨®rica y se contrastaron con las fluctuaciones del campo de velocidad de un fluido turbulento donde las part¨ªculas siguen una trayectoria espiral. El asombro no tardar¨ªa en llegar cuando el estudio de los p¨ªxeles revel¨® que el cuadro de La noche estrellada reproduc¨ªa espirales id¨¦nticas a las que el matem¨¢tico sovi¨¦tico Andr¨¦i Kolmogorov dar¨ªa expresi¨®n formal, en 1941, para describir las leyes que experimentan los fluidos turbulentos.
La noche estrellada la realiz¨® Van Gogh a mediados de 1889. Como ya hemos visto, en esta obra el pintor se anticipa con sorprendente lucidez a la ciencia. Bien puede decirse que Van Gogh alcanz¨® la evidencia matem¨¢tica combinando arte y revelaci¨®n, es decir, combinando de manera impura las formas m¨¢s puras de conocimiento.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento
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