Alunizar
La humanidad y sus grandes pasos estaban representados por aquella huella de un astronauta en la luna
Hoy hace 49 a?os que despeg¨® de Cabo Ca?averal la nave espacial estadounidense Apolo 11con la misi¨®n de lograr el primer alunizaje con humanos. El viaje de ida y vuelta se complet¨® en nueve d¨ªas. En aquel verano de 1969 todos miraban al cielo. En los momentos clave millones de personas se reunieron en torno a las televisiones para ver a los astronautas Armstrong y Aldrin bajarse del m¨®dulo lunar y caminar por la zona bautizada como el Mar de la Tranquilidad y que ya vio el astr¨®nomo Galileo Galilei a comienzos del siglo XVII.
El astronauta Collins los acompa?¨®, pero nunca pis¨® la Luna; a ¨¦l le toc¨® observarlos desde el m¨®dulo de mando. Sus compa?eros llegaron a una superficie con una gravedad seis veces menor que la de nuestro planeta, hicieron decenas de fotograf¨ªas, clavaron la bandera de Estados Unidos y se llevaron casi 22 kilos de rocas para analizar. A esos intr¨¦pidos astronautas insomnes de casi cuarenta a?os no les preocuparon los riesgos del viaje: tocar aquel cuerpo celeste les convert¨ªa en h¨¦roes de la historia. Que el hombre llegara a pisar la Luna era un gesto simb¨®lico important¨ªsimo, un tanto pol¨ªtico que quer¨ªa marcar Estados Unidos para dar muestras de su poder¨ªo tecnol¨®gico y cient¨ªfico, y de paso fastidiar a los sovi¨¦ticos.
Al presidente Nixon le hubiera encantado que lo recordasen por este episodio de alunizaje humano que coincidi¨® con los inicios de su mandato, pero pudo m¨¢s el esc¨¢ndalo del Watergate que le oblig¨® a dimitir y le sac¨® de la ¨®rbita pol¨ªtica para siempre.
Selene, que ha marcado con sus ciclos el calendario vital de grandes culturas y ha sido un elemento fundamental en muchos mitos, leyendas y religiones, se volv¨ªa cercana y desoladora en las peque?as pantallas de los televisores. En el imaginario popular poder visitarla era solo el primer paso de un futuro lleno de viajes espaciales que nos acercar¨ªa a todos los rincones del universo.
La humanidad y sus grandes pasos estaban representados por aquella huella de un astronauta en la Luna. Los ni?os de los a?os sesenta y setenta crecimos fascinados con la idea de poder vivir aventuras espaciales. Jug¨¢bamos a inventar que detr¨¢s del cielo estaba el espacio sideral y que en alguno de sus sistemas habitaban seres inteligentes que querr¨ªan conocernos.
Con los a?os nos dimos cuenta de que nadie vendr¨ªa. Nuestro pobre planeta ahogado por los residuos y las guerras, con su peque?a humanidad cerrando fronteras, construyendo muros y metiendo a los ni?os en grandes jaulas, no es el mejor destino para los seres interestelares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.