El regreso del pasado
Esta sombr¨ªa perspectiva no nos autoriza a caer en el inmovilismo
Se han vuelto a ver, como todos los a?os, a principios de este verano de 2018. Hace 10 a?os que se re¨²nen en este peque?o pueblo italiano, unidos por su admiraci¨®n hacia Leopold Unger, alias Pol Mathil, el gran periodista polaco, hoy fallecido. Siempre los acoge la misma villa de vigas descubiertas. Siempre toman el ristretto matutino en el mismo caf¨¦. Cada a?o siguen el mismo ritual: r¨ªen, leen, beben vodka. En este rinc¨®n aislado en el que tantas veces han arreglado el mundo y la prensa, hoy se sienten desolados, testigos y actores impotentes de c¨®mo est¨¢ cambiando todo. Son belgas, polacos, alemanes, y contemplan, incr¨¦dulos, su paisaje europeo: la Italia de Salvini, la Polonia de Kaczynski, la Alemania de Merkel, que no ha podido contener el avance de AfD. Y B¨¦lgica, que acoge a una Europa que amenaza con estallar bajo los efectos de la crisis llamada migratoria y que es un pa¨ªs dividido, ya no por las identidades, sino por su pol¨ªtica de asilo. Algunos de ellos sienten que est¨¢n viendo el resurgir de un pasado terrible y el aterrador fracaso del ¡°nunca m¨¢s¡± que hab¨ªan prometido a sus hijos. Ellos, cuyas madres sobrevivieron a los campos de concentraci¨®n, ya no se sienten capaces de seguir haciendo esa promesa.
?Es el regreso de los fascismos? Parec¨ªa un fen¨®meno ¡°manejable¡± e incluso ¡°comprensible¡± mientras se trat¨® solo de Hungr¨ªa y Polonia. Pero ahora han llegado a Alemania e Italia, y en Francia solo lo ha evitado un hombre, Emmanuel Macron.
Luchan y se manifiestan, pero ya no saben qu¨¦ hacer para despertar a Europa ni c¨®mo impedir que estos mensajes simplistas y ego¨ªstas vuelvan a seducir cada vez a m¨¢s gente.
?Es el regreso de los fascismos? Parec¨ªa un fen¨®meno ¡°manejable¡± e incluso ¡°comprensible¡± mientras se trat¨® solo de Hungr¨ªa y Polonia. Pero ahora han llegado a Alemania e Italia
¡°El populismo no tiene final feliz¡±: esta frase deber¨ªa difundirse entre los que se rinden a ¨¦l. El periodista belga Jean-Paul Marthoz, columnista en Le Soir, escribe: ¡°Esa es, sin duda, la principal lecci¨®n de la historia: el populismo nunca ha tenido un final feliz, ya sea de derechas o de izquierdas. El populismo, a veces, empieza como una farsa, un atronador vaffanculo (?a la mierda!), pero siempre termina en desastre o tragedia¡±.
Marthoz recuerda un episodio de los a?os treinta, un periodo en el que, como hoy, el mundo se enfrent¨® a una encrucijada y todos se vieron obligados a escoger bando. El 3 de octubre de 1931, un joven refugiado italiano, Lauro de Bosis, huy¨® de Marsella a Roma a los mandos de un Pegasus. Desde su avioneta arroj¨® sobre la capital italiana 400.000 panfletos antifascistas y luego se hundi¨® en el mar.
Unos d¨ªas despu¨¦s, Le Soir public¨® seis p¨¢ginas tituladas ¡°La historia de mi muerte¡±, escritas por el joven (The New York Times lo public¨® meses m¨¢s tarde). En ellas explicaba su gesto: ¡°Desembarcaremos para llevar un mensaje de libertad a un pueblo de esclavos del mar. Da igual la met¨¢fora, vamos a Roma a propagar desde el cielo las palabras de libertad que, desde hace siete a?os, est¨¢n prohibidas. Porque, si estuvieran permitidas, borrar¨ªan la tiran¨ªa fascista en unas cuantas horas¡±. Pero, a?ad¨ªa, ¡°nadie se toma en serio el peligro del fascismo. Por eso es necesario morir. Espero que otros me sigan y consigan agitar la opini¨®n p¨²blica. A m¨ª no me queda sino transmitir el texto de mis mensajes¡±.
La misi¨®n suicida hab¨ªa sido posible gracias a Auguste D¡¯Arsac, redactor jefe de Le Soir, que financi¨® el vuelo. En octubre de 1931, el Duce se enfureci¨® cuando se enter¨® de la haza?a de su joven compatriota, que hab¨ªa puesto en rid¨ªculo a la fuerza a¨¦rea. Pero nadie m¨¢s se indign¨®: ¡°Las semillas arrojadas por Lauro de Bosis desaparecieron en la embriaguez del fascismo triunfante. A principios de los a?os treinta, los trenes por fin eran puntuales, la malaria estaba desapareciendo de las marismas de Roma, la Mafia siciliana no se met¨ªa en l¨ªos...¡±.
?Cu¨¢l es el paralelismo con el presente? Basta observar a esa gente que vuelve a escuchar los cantos de sirena de las frustraciones, las exasperaciones e incluso los odios. ?No hay alternativa? ¡°No veo ninguna¡±, afirmaba recientemente el excomisario europeo y ex primer ministro italiano Romano Prodi.
Ahora bien, esta sombr¨ªa perspectiva no nos autoriza a caer en el inmovilismo, sino que, al contrario, el dilema de estar junto a los esclavos del mar o junto a los que arrojan panfletos.
B¨¦atrice Delvaux? es columnista del diario belga Le Soir.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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