La alta joyer¨ªa se democratiza en Par¨ªs
Cartier, Dior y Chaumet rompen con el secretismo y recuperan la costumbre de exponer al p¨²blico sus nuevas colecciones
La alta joyer¨ªa est¨¢ al alcance de las masas, aunque sea durante un tiempo limitado. Cartier, la gran casa joyera que abasteci¨® durante el siglo pasado a casi todas las cortes europeas, los zares rusos y los reyes de Siam, propone durante toda esta semana una experiencia in¨¦dita, habitualmente reservada a un pu?ado de privilegiados compradores: poder contemplar las piezas exclusivas que forman parte de su nueva colecci¨®n, titulada Coloratura. La cita tiene lugar, hasta el pr¨®ximo s¨¢bado, en los salones de su boutique hist¨®rica de la Place Vend?me de Par¨ªs, donde se pueden observar de cerca 120 piezas ¨²nicas, muchas de ellas nunca antes expuestas.
La ¨²nica condici¨®n para acudir a la cita consist¨ªa en inscribirse en la p¨¢gina web de la firma, aunque las invitaciones lleven semanas agotadas. Quienes llegaron a tiempo lograr¨¢n descubrir una paleta de colores intensos, impregnados en esmeraldas afganas y relojes engalanados en coral, adem¨¢s de trampantojos y motivos de las tradiciones culturales de los cinco continentes.
Cartier tambi¨¦n ha organizado clases sobre la historia de la marca y sobre el buen hacer de sus talleres, adem¨¢s de mesas redondas en las que participar¨¢n invitados como la actriz Golshifteh Farahani, la arquitecta Laura Gonz¨¢lez, el cal¨ªgrafo Nicolas Ouchenir o el periodista de tendencias Lo?c Prigent, sin contar con la directora art¨ªstica de Cartier, Jacqueline Karachi.
Este es el ejemplo m¨¢s rotundo de una iniciativa que cada vez resulta m¨¢s habitual. La vecina joyer¨ªa Chaumet, instalada en la misma plaza parisiense desde 1780 y que cont¨® con Napole¨®n Bonaparte entre sus primeros clientes, tambi¨¦n expuso p¨²blicamente las 75 joyas de su nueva colecci¨®n de alta joyer¨ªa a comienzos de julio, como hace desde hace tres a?os. La muestra, que dur¨® solo dos d¨ªas, tuvo lugar en una boutique transformada para la ocasi¨®n por Alexandre de Betak, el organizador de desfiles de referencia al que recurren la mayor¨ªa de marcas de moda.
Por su parte, Dior ocup¨® el Museo de Arte de Moderno de Par¨ªs durante la semana de la alta costura, a comienzos de este mes, para presentar una colecci¨®n titulada Dior Dior Dior que dej¨® a la vista de sus numerosos visitantes m¨¢s de 200 joyas concebidas por Victoria de Castellane, directora art¨ªstica de la firma desde los 90.
Estas tres marcas francesas recuperan una costumbre habitual durante la primera mitad del siglo pasado, cuando no era infrecuente entrar en una tienda, sin cita previa, para admirar joyas de cualquier firma. Por ejemplo, a pocos d¨ªas de la coronaci¨®n de Jorge V, en 1911, la boutique de Cartier en la londinense Bond Street expuso 19 diademas encargadas por la casa real brit¨¢nica para que la plebe pudiera admirarlas. Esas exposiciones abiertas a cualquier ciudadano terminaron desapareciendo por motivos de seguridad y el af¨¢n de exclusividad que gu¨ªa al sector del lujo, pero han ido resucitando a medida que las marcas entienden que su patrimonio es uno de sus principales activos, junto con la necesidad de ser objeto de deseo de quienes no pueden permit¨ªrselas.
Por otra parte, las exposiciones de tiendas y espacios comerciales, en desuso durante alg¨²n tiempo, han regresado con fuerza al panorama del lujo como indudable s¨ªntoma de la alianza omnipresente entre ese sector y el del arte contempor¨¢neo. Le Bon March¨¦, los grandes almacenes creados en 1872 en la rive gauche, ya cre¨® desde su inauguraci¨®n una sala para conciertos y muestras de obras de arte. Desde hace unos a?os, las exposiciones han regresado, las ¨²ltimas a cargo de artistas como Ai Weiwei, Martin Parr, Chiharu Shiota o el argentino Leandro Erlich, que expuso all¨ª el pasado invierno.
En la flagship que Louis Vuitton abri¨® en la Place Vend?me en 2017 tambi¨¦n abundan las obras de arte. La marca, buque insignia del conglomerado del lujo LVMH, encarg¨® 21 obras de arte para la ocasi¨®n a Jeff Koons, Yan Pei Ming o Laurent Grasso. El resultado se visita casi como una exposici¨®n en un centro de arte moderno. Las marcas de lujo tambi¨¦n cuentan con numerosos centros para exposiciones en Asia, de Beirut a Tokio pasando por Shangh¨¢i y Se¨²l. La moda y la joyer¨ªa se confunden con las obras de arte: las tres tienen un valor (y un precio) incalculable.
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