Cuando amamantar es exhibicionista, inmoral o sucio.
Cristina fue al Museo del Prado acompa?ada de su beb¨¦ de pocos meses. Hasta aqu¨ª todo normal. En un momento determinado, el beb¨¦ reclam¨® comer, y Cristina, con absoluta normalidad, se sac¨® la teta y enchuf¨® a su hijo. Uno de los vigilantes de seguridad la conmin¨® a que fuera a la sala de lactancia del Museo o a la cafeter¨ªa. En el a?o 2007, otra visitante del museo pas¨® por ese mismo trance. La escandalera que se mont¨® y la posterior cita de madres lactantes frente a la misma pintura en la que se le hab¨ªa impedido hacerlo, llevaron al Museo a cambiar sus normas. Desde hace 11 a?os, el museo permite dar el pecho en cualquiera de las salas siempre y cuando se mantenga la distancia prudencial con las obras, adem¨¢s de disponer de una sala de lactancia. Rectificar es de sabios y en el museo lo hicieron. Otra cosa es el vigilante a quien la distancia pertinente se?alada por el museo, no le pareci¨® suficiente. Cristina asegura que la respet¨®.
La noticia pone encima de la mesa otro debate, ?qu¨¦ es lo que asusta o incomoda tanto de ver a una madre dar el pecho? Algo habitual en otras sociedades. En Kenia y Etiop¨ªa hay tribus donde las mujeres no se tapan el torso, por ejemplo. Ignacio Elpidio Dom¨ªnguez, antrop¨®logo, explica que la raz¨®n de que haya quien se incomode al ver a una madre d¨¢ndole el pecho a su hijo radica en que los espacios p¨²blicos se construyen para hombres, heterosexuales de mediana edad. "La lactancia en p¨²blico se permite o a partir de ideas dominantes de qu¨¦ es lo decente y qu¨¦ no lo es. Las ge¨®grafas Liz Bondi y Mona Domosh lo relacionan con el sexismo y las divisiones en materia de g¨¦nero. Lo que entendemos como espacio p¨²blico y qu¨¦ podemos hacer en ¨¦l ha ido cambiando cultural y socialmente. Las partes del cuerpo femenino que son percibidas como "decentes" en el espacio p¨²blico han ido cambiando, seg¨²n lo decidido por los hombres de esa sociedad, que son quienes marcan los baremos de la decencia y la indecencia."
El machismo supedita hasta las tomas de los lactantes.
Jos¨¦ Bustamante, psic¨®logo cl¨ªnico, sex¨®logo y terapeuta de pareja establece que la clave est¨¢ en la sexualizaci¨®n del cuerpo femenino para determinar qu¨¦ es decente o indecente:? "La lactancia no es lo que se sexualiza en s¨ª, sino a la mujer que da el pecho, consider¨¢ndola un objeto de belleza para placer del que mira. En el lado opuesto est¨¢n quienes lo naturalizan y no les resulta er¨®tico, sino bello, tierno y natural. Y luego aparecen los que les incomoda el acto de que el pecho se muestre en p¨²blico, unas veces porque sienten que incomodan a la mujer por ser testigos, otras porque presuponen que la mujer busca excitar a quienes la ven". ?Y quienes consideran que amamantar en p¨²blico es un acto de exhibicionismo?? "Es la consecuencia directa de unir el amamantamiento a la lujuria", describe Bustamante, "se vive como una provocaci¨®n alimentar a un beb¨¦ porque hay una teta de por medio. Consideran que la madre oculta el deseo de seducir y que dando el pecho, encuentra la excusa para llamar la atenci¨®n de los hombres".
Pocas son las madres que se incomodan por seguir pareciendo atractivas despu¨¦s de tener a sus v¨¢stagos y a alguna hasta nos gusta la definici¨®n de MILF (Mother I Like Fuck). Otra cosa es negarnos practicar esa maternidad. Hasta el papa Francisco conmin¨® a las madres de un bautizo multitudinario a alimentar a sus beb¨¦s si estos reclamaban alimento. Las posibles teor¨ªas de considerarlo indecente fueron fulminadas por el propio pont¨ªfice.
Los pechos femeninos son, sin embargo, una imagen frecuente en publicidad. Y muchos de los que se llevan las manos a la cabeza si ven a una madre alimentando a su hijo, pasan con absoluta normalidad al lado de la marquesina en la que la modelo muestra su seno. "Para esas personas un pecho es siempre un objeto de deseo que se utiliza como tal", prosigue el psic¨®logo. " En publicidad lo asumen como un regalo extra para llamar la atenci¨®n del comprador. C¨®mo se codifique el acto de ver amamantar depende de c¨®mo se haya codificado la sexualidad: cuanto m¨¢s saludable sea nuestra sexualidad menos probabilidad de asociarlo con el erotismo, el exhibicionismo o compararlo con orinar y defecar. Esto ¨²ltimo, adem¨¢s, dice mucho de la persona que lo piensa. Se lleva el acto m¨¢s natural de la vida, amamantar, al terreno de lo m¨¢s sucio, defecar y orinar. Se considera repugnante lo m¨¢s tierno".
El d¨ªa que en mi muro de LinkedIn ped¨ª opiniones respecto a este tema, comprob¨¦ que la codificaci¨®n err¨®nea de la sexualidad afecta tanto a mujeres como a hombres y que se pod¨ªa ser capit¨¢n general de una empresa y no tener una saludable sexualidad.
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