¡°Con los preadolescentes, la clave es m¨¢s bicicleta y menos ¡®smartphone¡±
B¨¢rbara Tamborini y Alberto Pellai son autores de 'La edad del tsunami', un libro en el que se acercan a esta etapa vital poco estudiada y sumamente desconocida
La psicopedagoga B¨¢rbara Tamborini y el m¨¦dico y psicoterapeuta Alberto Pellai son pareja, padres de cuatro hijos y autores de La edad del tsunami (Pa¨ªd¨®s), un libro en el que se acercan a la preadolescencia, una etapa vital poco estudiada y sumamente desconocida ¡°con caracter¨ªsticas muy espec¨ªficas, que requieren una atenci¨®n educativa muy diferente de la dirigida a ni?os o adolescentes¡±.
Se supone que la preadolescencia se da entre los 10 y los 14 a?os, aunque ambos expertos reconocen que ¡°asistimos a una aceleraci¨®n del crecimiento¡± a la que ya se aproximaron en su anterior libro que, no por azar, se titulaba Tutto troppo presto (Todo demasiado pronto). Y ese ¡°demasiado pronto¡± es precisamente una caracter¨ªstica de esta etapa, marcada por ¡°una revoluci¨®n que concierne al cuerpo y a la mente¡±, en la que los menores se asoman a un mundo por explorar y descubrir, deseosos de ¡°vivir experiencias emocionantes y emocionales¡± sin haber desarrollado a¨²n, sin embargo, las habilidades cognitivas ¡°para manejar los riesgos asociados con ellas y predecir las consecuencias que se derivan¡±. De ah¨ª, el papel ¡°fundamental¡± que los padres adquieren en estas edades.
PREGUNTA. Generalmente los padres tememos a la adolescencia de nuestros hijos, pero no tanto a la preadolescencia. Sin embargo, vosotros la defin¨ªs como ¡°la edad del tsunami¡±. ?Qu¨¦ tiene esta etapa vital para ser eso, un tsunami?
RESPUESTA. Las transformaciones que ocurren a nivel neurol¨®gico en las mentes de nuestros ni?os los convierten en tsun¨¢micos: tienen el mismo poder que un hurac¨¢n y les cuesta regular la impulsividad que los invade y los mantiene a su merced. Los preadolescentes son "toda emoci¨®n y poca raz¨®n" y es por eso por lo que son tan exigentes: no consiguen regular su energ¨ªa emocional, carecen de la capacidad de ponerse l¨ªmites. Somos los adultos quienes tenemos que proporcionarlos.
P. En ese sentido, prest¨¢is una gran atenci¨®n en el libro al cerebro del preadolescente. ?Qu¨¦ pasa en la mente humana en esta etapa del desarrollo?
R. Gracias a los estudios de neurociencia llevados a cabo en los ¨²ltimos 20 a?os, ahora sabemos que el cerebro de un preadolescente tiene dos partes con caracter¨ªsticas espec¨ªficas. Por un lado est¨¢ la parte l¨ªmbica, el cerebro emocional, aquella en la que se generan las reacciones de alegr¨ªa, rabia, ira, que es hipersensible e hiperactiva en la preadolescencia. Los preadolescentes son tsun¨¢micos porque su funcionamiento mental est¨¢ dominado por la parte emocional de su cerebro, que provoca inestabilidad an¨ªmica y cambios repentinos: en cuesti¨®n de segundos pasan de una alegr¨ªa infinita a una negatividad extrema. Por otro est¨¢ la corteza frontal, el cerebro cognitivo, que en esta edad todav¨ªa es profundamente inmaduro y que se desarrolla completamente solo entre los 16 y los 20 a?os. Esta es la parte de la mente que eval¨²a los pros y los contras de las situaciones, que sabe c¨®mo planificar los tiempos para alcanzar una meta, que puede renunciar a un placer o a una emoci¨®n, en vista de un trabajo o de un resultado con un peso y un sentido menos inmediato, pero m¨¢s profundo para el desarrollo de la persona. De esta manera, el poder del cerebro emocional combinado con la inmadurez del cognitivo es lo que determina, durante la preadolescencia, la naturaleza tsun¨¢mica de nuestros hijos.
P. ?Cu¨¢les dir¨ªais que son los principales retos a los que nos enfrentamos los padres con un preadolescente en casa?
R. El desaf¨ªo evolutivo para los padres es encontrar el equilibrio adecuado entre nuestra necesidad de proteger su crecimiento y su necesidad de explorar el mundo fuera del hogar. Tienen una gran prisa y un deseo infinito de sentirse inmediatamente adultos y de hacer cosas propias de los adultos. Nunca como en este per¨ªodo los psicoterapeutas nos enfrentamos a padres que piden ayuda, porque han descubierto que sus hijos han ingresado precozmente en el territorio de comportamientos de riesgo: tabaco, alcohol, sexualidad precoz y promiscua, adem¨¢s de los riesgos asociados con la vida online de los preadolescentes, que hoy es quiz¨¢s la mayor emergencia educativa para quienes experimentan esta fase de crecimiento: la pornograf¨ªa en l¨ªnea, el sexting, los juegos de azar, la captaci¨®n en l¨ªnea, la sexualizaci¨®n temprana.
La bicicleta ya no se usa porque los padres tememos que se lastimen, que tengan accidentes. Nos preocupamos excesivamente por su seguridad f¨ªsica
P. ¡°A esta edad los mayores desempe?amos un papel fundamental y podemos marcar verdaderamente la diferencia¡±, escrib¨ªs en la introducci¨®n.
R. Nuestro papel de adultos es fundamental. Son muchas las atenciones educativas que hemos de tener con nuestros hijos en esta etapa de su crecimiento, pero hay dos que son de crucial importancia:
Por un lado no caer en excesos de protecci¨®n de la realidad, del mundo real. Podr¨ªamos llamarlo "M¨¢s bicicleta y menos smartphone". ?Hab¨¦is notado que los preadolescentes ya no montan en bicicleta, mientras que todos tienen un smartphone? La bicicleta ya no se usa porque los padres tememos que se lastimen, que tengan accidentes. Nos preocupamos excesivamente por su seguridad f¨ªsica. Al mismo tiempo, ellos, los preadolescentes, que ya no pueden explorar el mundo real, lo hacen de manera virtual. Y luego se lanzan a la vida online, donde no hay reglas, donde no hay supervisi¨®n adulta, y donde los riesgos para su vida emocional y su desarrollo social son infinitos. Pero nosotros, los adultos, no nos preocupamos, ya que el smartphone no pone en riesgo la seguridad f¨ªsica de los ni?os.
Por otro no cargar con los esfuerzos que les corresponden y educarlos para que se esfuercen: ?Alguna vez hab¨¦is visto madres que cargan sobre sus hombros la mochila de sus ni?os, ya casi tan altos como ellas? Dejemos de hacerlo. Acostumbr¨¦moslos a la fatiga, a cuidar y a hacerse cargo de sus propias cosas y de algunas responsabilidades, gradualmente pero con decisi¨®n, empezando por peque?as tareas en la esfera dom¨¦stica.
P. ?Y cu¨¢les dir¨ªais que son los principales errores que cometemos, las principales falsas creencias en las que caemos?
R. Por un lado, tendemos a ser padres "quitanieves", a eliminar cualquier dificultad y frustraci¨®n del camino de crecimiento de nuestros hijos. De esta manera, sin embargo, nuestros hijos no est¨¢n entrenados para la vida y es probable que sigan siendo dependientes e incapaces de construir una "musculatura emocional" que les permita funcionar bien en la vida real. Por otro lado, tendemos a subestimar el impacto que algunas experiencias tienen en sus vidas y para sus vidas. Hemos sido nosotros, los padres, los que hemos puesto en manos de los ni?os de 9-10 a?os herramientas poderos¨ªsimas, como Smartphones y tabletas, sin que ellos tengan las habilidades para manejar su complejidad. Es como dar a un ni?o de 13 a?os la licencia para conducir un Ferrari sin haber hecho siquiera una hora de autoescuela.
La neurociencia nos dice que nuestros hijos gritan porque todav¨ªa no saben c¨®mo ¡°mantener a raya¡± sus emociones
P. En ese sentido destac¨¢is tambi¨¦n la importancia de conocer el desarrollo cerebral que coment¨¢bamos antes para actuar en consecuencia. Y pon¨¦is el ejemplo de palabras hirientes que los hijos pueden decir a sus padres en mitad de un estallido de ira. ?Por qu¨¦ es importante en estos casos conocer c¨®mo funciona la mente de nuestros hijos?
R. Ese es el mensaje m¨¢s importante del libro, por el que nos escribieron cientos de padres para darnos las gracias despu¨¦s de leerlo. Los preadolescentes est¨¢n naturalmente predispuestos y fisiol¨®gicamente creados para enojarnos. Les hablamos y ellos no nos escuchan. De hecho, cuando tratamos de explicarles algo, comienzan a alzar la voz y nos dicen que no entendemos nada, que somos trogloditas. En este punto, los padres tambi¨¦n tendemos a levantar la voz, a gritar e incluso, en algunos casos, a recurrir a las bofetadas y a la fuerza f¨ªsica para ¡°domarlos¡±. Pero la neurociencia nos dice que nuestros hijos gritan porque todav¨ªa no saben c¨®mo ¡°mantener a raya¡± sus emociones, c¨®mo regularlas, c¨®mo calmarlas una vez que se activan. Nuestra tarea como adultos es ense?arles c¨®mo regular las emociones, controlar la ira y mantener el control en situaciones en las que es tan f¨¢cil perderlo.
P. ?Alg¨²n consejo en ese sentido?
R. En una disputa con el hijo, proponemos que los padres se centren en la regulaci¨®n del tono de voz y en el uso de la mirada. De hecho, mirarse a los ojos establece otro tipo de conexi¨®n, una conexi¨®n real, humana, sensorial y emocional, de la que los ni?os tienen una profunda necesidad. El contacto visual es la principal herramienta de relaci¨®n entre los seres humanos. La mirada, desde el nacimiento de nuestros hijos, permite la empat¨ªa, el reconocimiento de las emociones del otro por analog¨ªa con experiencias vividas. La mirada, el mirarse a los ojos, es una herramienta educativa extraordinaria, ya que permite que los padres comuniquen al ni?o que la prohibici¨®n, el ¡°no¡± pronunciado para protegerlo y hacerle vivir experiencias nuevas pero no destructivas, es un l¨ªmite necesario y no la anulaci¨®n de su voluntad, sino lo contrario: es una manera de decir que te pongo un l¨ªmite justamente porque te quiero. Una mirada vale mucho m¨¢s que palabras gritadas o que una bofetada.
P. La preadolescencia, por ¨²ltimo, es una etapa en la que los padres dejamos de ser superh¨¦roes para nuestros hijos. Aceptar eso, intuyo, tambi¨¦n es un trabajo que tenemos que hacer los padres, ?no?
R. Absolutamente s¨ª. Ser aut¨¦nticos, completos, capaces incluso de disculparnos con un hijo cuando nos equivocamos, es la base para construir una relaci¨®n leal y real con aquellos que est¨¢n creciendo. Y luego, como invitamos a hacer en el libro, tambi¨¦n es muy importante revisar nuestra propia historia: ?qu¨¦ tipo de ni?os hemos sido? ?Qu¨¦ padres tuvimos? Solo al volver a elaborar nuestra historia existencial, al aprender a corregir los errores de los que venimos y al no repetirlos, podremos convertirnos y ser los padres que nuestros hijos necesitan para su crecimiento y su ¨¦xito evolutivo.
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