Toul Sleng: la visita m¨¢s espeluznante de Camboya
La antigua prisi¨®n y centro de tortura de los jemeres rojos en Phnom Penh, la capital camboyana, es una visita imprescidible para aquellos que viajan no solo para coleccionar postales
Es la segunda vez en mi vida que visito la antigua prisi¨®n de Toul Sleng, en Phnom Penh, la capital de Camboya. Y como me pas¨® en la primera, sal¨ª con el coraz¨®n en un pu?o y los ojos llenos de l¨¢grimas. El memorial de Toul Sleng, una antigua escuela francesa reconvertida por los jemeres rojos de Pol Pot en el centro de detenci¨®n y tortura S-21, es un descenso a la p¨¢gina m¨¢s horrible de la historia de Camboya. Una visita muy dura, pero necesaria para cualquier viajero que quiera entender la historia reciente de este pa¨ªs.
El 17 de abril de 1975 la guerrilla mao¨ªsta liderada por Pol Pot, ayudada por China y en medio del caos que se viv¨ªa en el Sudeste Asi¨¢tico por la guerra de Vietnam, entraba en Phnom Penh y derrocaba el r¨¦gimen del general Lon Nol. Desde esa fecha y hasta que fueron expulsados por tropas vietnamitas el 7 de enero de 1979 Pol Pot y sus guerrilleros vestidos de negro instauraron uno de los reg¨ªmenes de terror m¨¢s sanguinarios de la historia reciente.
Con la ut¨®pica idea de crear una comunidad agr¨ªcola y proletaria donde todos fueran campesinos, vaciaron las ciudades y obligaron a la poblaci¨®n a trabajar en el campo en un paranoico r¨¦gimen de esclavitud. Todo sospechoso de ser burgu¨¦s o intelectual era asesinado. Para ello bastaba por ejemplo, que llevara gafas.
Las crueldades sin l¨ªmite se sucedieron durante los tres a?os, ocho meses y 20 d¨ªas que estuvieron en el poder. Su calcula que cerca de dos millones y medio de camboyanos -m¨¢s del 30 % de la poblaci¨®n local por aquellas fechas- murieron asesinados o por hambre y enfermedades.
Uno de los centros de detenci¨®n y tortura m¨¢s siniestros fue esta antigua y prestigiosa escuela de la capital, a la que los jemeres denominaban prisi¨®n S-21, donde se calcula que murieron o salieron para ser ejecutados entre 12.000 y 20.000 personas (seg¨²n diversas fuentes).
Es la que ahora se visita como memorial de aquel genocidio. Un recorrido que no deja indiferente a nadie. La c¨¢rcel est¨¢ tal cual la encontraron las tropas vietnamitas en enero del 79, incluso con manchas de sangre en el suelo. Las celdas, los instrumentos de tortura, los paneles con fotos de cientos de ajusticiados, las calaveras amontonadas una sobre otras¡.
Toul Sleng te golpea en lo m¨¢s profundo. Es un monumento a la locura del ser humano, capaz de hacer atrocidades contra sus semejantes que ning¨²n otro animal har¨ªa.
Un documental propagand¨ªstico producido por la desaparecida Alemania del Este al poco de la liberaci¨®n de Phnom Penh en 1979 cifraba en siete el n¨²mero de presos que logr¨® salir con vida de Toul Sleng. Aunque otros expertos elevan esa cifra hasta 179. Sea la cantidad que sea, es irrisoria para los miles que entraron.
Uno de ellos fue Chum Mey, antiguo mec¨¢nico que acab¨® en Toul Sleng como todos los dem¨¢s, sin saber de qu¨¦ se le acusaba. Chum Mey suele estar en la puerta del museo-memorial de Toul Sleng a diario, rodeado de ejemplares en varios idiomas del libro que escribi¨® sobre su historia.
Sobreviviente es un relato sencillo pero impactante de c¨®mo un muchacho humilde y campesino acab¨® en la siniestra prisi¨®n montada por unos locos que dijeron hacer aquella revoluci¨®n precisamente para liberar a gente humilde y campesina como ¨¦l.
Con m¨¢s de 80 a?os, Chum mantiene a¨²n la agilidad mental y charla con quien se acerca a conversar ¡ªcon ayuda de int¨¦rprete¡ª o le firma su libro, que vende por 10 d¨®lares destinados a la fundaci¨®n contra el olvido que preside.
Su sonrisa de senectud contrasta con la solemnidad del lugar en el que ¨¦l mismo fue torturado. Cuando te despides de Chum Mey y sales a las ruidosas y animadas calles de Phnom Penh dejando aquel infierno atr¨¢s, se te humedecen los ojos y te preguntas c¨®mo ha sido capaz el ser humano de semejantes atrocidades. Y lo que es peor¡ c¨®mo sigue siendo capaz de cometerlas a¨²n en Siria, en Irak o hace no tanto en los Balcanes, a dos pasos de nuestra propia casa.
M¨¢s informaci¨®n: Tuol Sleng Genocide Museum
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