La plaza de la Merced

Imag¨ªnese usted que va a M¨¢laga de vacaciones y quiere darse un pase¨ªto por la famosa plaza de la Merced, pero, al llegar all¨ª, se encuentra con que es imposible porque una organizaci¨®n la ha cubierto de cruces como si fuera un cementerio. Decide usted entonces ir a darse un ba?ito a la playa de La Malagueta, pero, al llegar all¨ª, le resulta imposible, porque la misma organizaci¨®n ha convertido aquello en otro cementerio. Indignado, se queja a un polic¨ªa municipal, el cual, muy serio, le informa de que la m¨¢xima autoridad del Ayuntamiento respalda esa iniciativa por considerarla un uso de la libertad de expresi¨®n. Luego se entera de que la protesta reclama la libertad de unos personajes que pretenden romper el pa¨ªs. Seguramente, pensar¨ªa usted que una parte de los malague?os y su alcalde o alcaldesa se hab¨ªan vuelto locos, y quiz¨¢s se plantease no volver a pisar por all¨ª. Bien, pues parece que, si esto sucede en cualquier parte de Catalu?a, debemos considerarlo normal y aplaudirlo. Que me perdonen mis amigos los malague?os por haberlos usado para el ejemplo, aunque s¨¦ que entienden perfectamente que no va contra ellos.¡ª Pablo L¨®pez G¨®mez. Tres Cantos (Madrid).